Alemania rica, Alemania pobre
La República Federal no es un país de lujo; sino un Estado desigual, con hogares más pobres que España, y estancado

Alemania es el país extranjero al que España más admira. La imagen que los ciudadanos españoles tienen del Estado centroeuropeo es de país rico, eficiente y socialmente estable, según un estudio realizado por el Real Instituto Elcano en 2025. Lo curioso es que Alemania no es un país de lujo. Ni siquiera es un país de una mayoría de ricos. De hecho, es el país más desigual de la zona euro, tras Austria. El patrimonio está muy desigualmente repartido. Lo dicen los cinco sabios, el consejo de expertos que asesora al Gobierno alemán, en su último informe semestral, publicado este mes. Achim Truger, miembro del prestigioso quinteto, exige “limitar el poder de los ricos en Alemania”. ¿Cómo? Con impuestos más altos a los ricos herederos empresarios. Y lo dice también el Bundesbank: “El patrimonio de los hogares privados sigue muy desigualmente repartido”.
En su informe de 2025, el banco central alemán denuncia que, en comparación con otros países europeos, solo Austria registra una estructura más desigual que Alemania. Mientras, el patrimonio neto de los hogares alemanes (mediana) alcanzaba en 2021 unos 90.500 euros; en 2023 no pasaba de los 76.000 euros. Según el Bundesbank, el descenso registrado en el patrimonio neto de los hogares alemanes tiene que ver con la caída que afecta sobre todo a la mitad de la población menos favorecida y con menos recursos. “La inflación resultante del ataque ruso a Ucrania golpeó especialmente a los hogares más pobres”. Los hogares más ricos se protegen mejor con fórmulas de inversión de mayor riesgo (como acciones o participaciones empresariales). El 39% de los hogares alemanes está endeudado.
Según el Banco Central Europeo, el patrimonio mediano de los hogares alemanes es algo superior y ascendería a 106.000 euros. Ese valor significa que exactamente la mitad de los hogares posee menos de esa cantidad y, que la otra mitad, más de ese importe. Alemania se ubica en la UE en quinceava posición, justo por delante de Grecia. La razón, según el mismo BCE, es la falta de patrimonio inmobiliario. Mientras España el 75% (según Eurostat, el 77,8%; según Trading Economics, el 73,7%) de la población dispone de casa propia; en Alemania (como en general en el norte europeo) solo el 45% cuenta con vivienda en propiedad. La mayoría vive de alquiler. El patrimonio mediano más alto de los hogares europeos, según el BCE, se ubica en Luxemburgo, el país más rico, con un patrimonio de 739.000 euros; seguido de Malta (333.000) e Irlanda (315.000). España e Italia, con 197.000 y 161.000 euros respectivamente, superan a Alemania.
En su informe de otoño el consejo de sabios recomienda al Gobierno crear un mecanismo para incentivar la inversión entre personas con pocos recursos económicos. Propone un depósito subvencionado que combine la inversión en fondos y el ahorro y al que se pueda acceder (para disponer del saldo) flexiblemente. Costaría al Estado entre 5.000 y 10.000 millones de euros anuales. Y se podría utilizar para la jubilación o para situaciones excepcionales. Asimismo, el consejo aconseja gravar por igual todas las herencias y donaciones. “Solo eliminando las excepciones fiscales que benefician sobre todo a las grandes herencias el Estado podría ingresar 8.000 millones de euros”.
Para Truger, Alemania es muy desigual y, en consecuencia, muy injusta. Según datos recogidos en su último informe, el 10% de la población posee el 60% del patrimonio total. Por otro lado, el 50% de los ciudadanos (es decir 40 millones de personas) posee solo el 2%. Este desequilibrio ha aumentado desde la reunificación alemana. Solo Austria presenta una desigualdad de patrimonio superior. Truger advierte que “el incremento de los gastos en defensa y la reducción de impuestos a las empresas [medidas implementadas por el actual Gobierno de Merz] generarán un agujero financiero de 200.000 millones de euros en 2029; lo que implica un tercio del presupuesto estatal total”. Truger propone incluso un impuesto de solidaridad del 7% a la población que más ingresos obtiene, a fin de financiar la policrisis actual y los mayores gastos en Defensa.
Truger lo explica así: quienes ganan poco, ahorran poco. Y lo poco que ahorran apenas les aporta intereses. Quienes disponen de patrimonio invierten su dinero en inmuebles y activos empresariales más rentables. Mientras los pobres se estancan, los ricos se enriquecen todavía más: “Además, Alemania es ya una república de herederos”. Entre el 30 y el 50% del patrimonio proceden de herencias y donaciones. Pero solo unos pocos heredan mucho. La realidad es que, si no se hereda, apenas se puede acceder a la compra de una vivienda; lo que viene dificultado por la subida de precios del alquiler. Ese desequilibrio patrimonial tiene también consecuencias en el ascenso social. Sobre todo, los hijos de la clase académica van a la universidad. En menor porcentaje los hijos de los trabajadores y de las familias monoparentales.
No obstante, Alemania no es EE UU. Truger no ve todavía el riesgo de que los superricos influyan radicalmente en la gestión política como en América, donde algunos ultrarricos como Elon Musk son más poderosos que muchos Estados. No obstante, los vacíos o agujeros legales en materia fiscal para grandes herencias alemanas apuntan en el mismo sentido. El patrimonio empresarial está en manos del 1% de los hogares, que resultan privilegiados porque apenas se grava la herencia de patrimonio empresarial. Truger: “Si heredo 150.000 euros de mi tía llego a pagar más que alguien que hereda una firma por un valor de miles de millones de euros”.
Economy first es el lema del actual Gobierno alemán bajo Merz, que acaba de aprobar una serie de medidas para impulsar la economía, pero todavía no ha atado la reforma de las pensiones y la decisión sobre el futuro de los vehículos de combustión. Merz ha acordado en su Gobierno de coalición la reducción del precio de la electricidad para la industria (hasta 2028), la reducción del impuesto al tráfico aéreo y más inversiones. Pero la patronal química pide una ofensiva que apueste por la industria alemana en Alemania, con menos impuestos y menos burocracia. También el sindicato IG Metall exige una política industrial inteligente que permita avanzar.
En 2025 la economía alemana sufre su tercer año de estancamiento. El ataque ruso a Ucrania y el consecuente encarecimiento de la energía pararon el motor económico germano. A ello se suman la caída de la demanda de Made in Germany en China y los aranceles de Trump. Los sabios apuntan un crecimiento del 0,2% en 2025. Si Alemania no exporta, malo. Lo que no cambiará mientras Trump bloquee a Alemania y mientras China subvencione a su industria mientras avanza como un gigante en tecnología. Los sabios pronostican un crecimiento del 0,9% para 2026. El problema es que este impulso se deberá sobre todo a la demanda generada por el Gobierno con su fondo (por un billón de euros financiado con deuda) para defensa e infraestructuras. Su modelo de negocio del futuro sigue incierto.