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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La revisión de las sanciones de EE UU afectará duramente a China

Washington persigue ya también a todas las filiales de empresas del país asiático que estén en su lista negra

El Departamento de Comercio de EE UU publicó el mes pasado nuevas normas para ampliar las sanciones a las filiales de empresas chinas que ya figuran en su lista negra. Conocida como la “norma de las filiales”, las entidades que sean propiedad, directa o indirectamente, de forma individual o conjunta, en al menos un 50% de empresas incluidas en la lista estarán automáticamente sujetas a las mismas restricciones que su matriz. La enmienda incluye disposiciones que también someterán a un mayor número de firmas chinas a la sanción más severa: la “norma de productos directos extranjeros”, que puede impedir la venta de cualquier producto fabricado con tecnología de EE UU, incluso en un país extranjero.

Sobre el papel, Washington está tapando un vacío legal: sus autoridades se han quejado de que Huawei, el paladín de los chips designado por Pekín, ha tejido una compleja red de filiales y afiliadas en expansión para eludir los controles. En los últimos años, se suponía que el gigante y sus homólogos debían quedar aislados de la tecnología de EE UU, así como de cualquier cosa fabricada con herramientas de ese país. Pero Huawei ha presentado hace poco sus procesadores de IA hechos en China, y algunos contienen componentes restringidos de la taiwanesa TSMC y de las surcoreanas SK Hynix y Samsung, ha descubierto TechInsights.

Los efectos de las últimas medidas de EE UU serán intensos. Podrían afectar a “miles” de entidades vinculadas a China en 100 jurisdicciones que nunca antes habían aparecido en una lista gubernamental, según firma de análisis de riesgos Kharon. Nexperia es solo un ejemplo: en 2019, el especialista en chips para automóviles con sede en Países Bajos fue adquirido por 3.600 millones de dólares por un grupo chino que luego fue incluido en la lista negra. La norma del 50% ha provocado que La Haya tome el control de Nexperia. Ahora, los fabricantes de automóviles europeos y de EE UU se ven atrapados en el fuego cruzado porque China ha prohibido exportar productos hechos en el país por Nexperia y sus subcontratistas.

Las empresas globales pueden volverse más selectivas al elegir a quién venden. En un cambio significativo, las normas de EE UU imponen una pesada carga de cumplimiento a los proveedores. Si una empresa tiene “conocimiento” de que un comprador está afiliado a una firma sancionada, tiene la obligación de determinar el porcentaje de propiedad; y, incluso si está por debajo del 50%, eso podría seguir activando una “alerta roja” y requerir una diligencia debida adicional. Eso añadirá costes y provocará retrasos. Muchas de las filiales de Huawei ya estaban en la lista negra, pero no todas.

No es de extrañar que Pekín haya respondido: China ejercerá su autoridad extraterritorial sobre los productos en los que domina las cadenas de suministro, incluidas las tierras raras, así como sobre los productos fabricados con ciertas herramientas y tecnología chinas.

Acuerdo EE UU-Australia

Xi Jinping, no se va a poner nervioso precisamente después de leer los términos de un pacto sobre minerales críticos firmado por el lunes por Donald Trump, y el primer ministro australiano, Anthony Albanese, que se comprometieron a destinar 4.000 millones de dólares a impulsar la extracción y el procesamiento de tierras raras y otros minerales esenciales para las energías renovables, los semiconductores y las armas de alta gama.

Australia es un lugar obvio para intentarlo. Alberga la cuarta reserva más grande de tierras raras, según el Servicio Geológico de EE UU, y cuenta con muchos otros minerales críticos, como el litio o el magnesio. Dispone de una gran industria minera y un Gobierno interesado en que el sector pase de dedicarse sobre todo a la extracción a ofrecer servicios de valor añadido como el refinado y el procesamiento. Y, como gran cliente final y aliado tradicionalmente fuerte de Australia, EE UU es un socio sensato con el que compartir la carga financiera.

Washington y Canberra están dispuestos a invertir 1.000 millones cada uno en diversos proyectos. Además, el Banco de Exportación e Importación de EE UU está emitiendo cartas de interés por valor de 2.200 millones a siete mineras australianas. Pero esto no va a dar lugar de repente a una avalancha de nuevo material, pese a lo que diga Trump.

Las dos primeras inversiones de capital del Gobierno australiano, por ejemplo, se destinan a proyectos ya existentes y en las primeras fases de desarrollo: 200 millones irán a apoyar el plan de Alcoa de hacer una refinería de galio que podría aportar el 10% del suministro mundial; Arafura Rare Earths, cuya mayor accionista es la persona más rica del país, Gina Rinehart, recibirá 100 millones, además de los más de 500 millones en préstamos y subvenciones públicos que recibió en 2024. Ninguno de los dos funcionará hasta dentro de dos años como mínimo.

Los demás proyectos tardarán mucho más. Obtener las autorizaciones ambientales será un obstáculo, ya que esas normas se están revisando en Australia. Además, hay una cierta escasez de talento, dado que la mayoría de los expertos en extracción de minerales críticos son chinos. Y el apoyo del Gobierno no garantiza que una empresa pueda poner en marcha sus excavadoras y fábricas. Incluso si tiene éxito, es posible que las futuras Administraciones no estén dispuestas a subvencionar la producción al precio mínimo que los actuales líderes se han comprometido a fijar. Pero el pacto envía una señal clara de que los países ricos están dispuestos a afrontar el reto. Eso debería, al menos, de estimular la competitividad.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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