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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las amenazas de Trump son de difícil plasmación

Es una muestra más del estilo altisonante que utiliza el presidente de Estados Unidos

CINCO DÍAS

Las últimas declaraciones de Donald Trump amenazando con aranceles a España por no comprometerse a destinar a defensa un 5% del PIB son una muestra más del estilo altisonante que emplea el presidente de Estados Unidos. Es imposible que palabras así no acaparen titulares, pese a que no está claro qué plasmación práctica pueden tener.

De entrada, la amenaza deja patente que Trump ha convertido las tasas a la importación en un elemento de presión política al margen de cualquier consideración económica. De otra manera no se entendería la disposición a elevar los aranceles a España, con la que Estados Unidos mantiene una balanza comercial favorable. Ambos socios, además, mantienen unos vínculos comerciales que parecen difíciles de socavar, y también militares, con la estratégica base de Rota en suelo español.

España ha acelerado en los últimos años su gasto militar, y una parte sustancial de ello se ha destinado a compras de armas a Washington. Así lo muestran los datos de ambos gobiernos. Entre 2023 y 2024, España gastó más de 4.500 millones en equipamiento militar de la primera potencia, una cifra sin parangón en los anuarios estadísticos del recientemente rebautizado como Departamento de Guerra de Estados Unidos. Esa cifra supone más de una cuarta parte de todo lo gastado desde 1950 (cerca de 17.000 millones), una muestra de la intensidad de los intercambios recientes.

De otro lado, conviene poner matices a la naturaleza de la advertencia arancelaria. Como convenientemente recordó ayer la Comisión Europea, el comercio es competencia exclusiva de Bruselas. La imposición de aranceles solo a España resulta imposible en un mercado integrado. Distinto sería focalizar las tasas en determinados productos para afectar los intereses españoles. No sería algo inédito, pero el propio Ejecutivo comunitario aseguró que en ese caso respondería.

Incluso con todos esos argumentos sobre la mesa, no es descartable que Washington intente castigar de algún modo España. Esta disputa, y el alineamiento del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, con las tesis de Trump, muestran hasta qué punto la crisis en el seno de la alianza a costa del gasto militar se cerró en falso el pasado junio. España envió una carta entonces comprometiéndose con las metas, pero señalando que le bastaría con un gasto equivalente al 2,1% del PIB. Ayer, la ministra Margarita Robles trató de rebajar el enfrentamiento al asegurar que nadie sabe lo que pasará a partir de 2030 o 2035. La realidad es que, desde que Trump se instaló en la Casa Blanca, cuesta incluso averiguar lo que podría pasar mañana.

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