Desequilibrios en la vivienda
La solución a los problemas de acceso a la vivienda compete a todos. Sin duda a las Administraciones públicas, también al sector privado que necesita un marco estable para actuar


Mientras los precios de la vivienda suben con alegría, algunos mercados empiezan a dar signos de enfriamiento en la actividad. El caso más paradigmático es el de Madrid, que suma cuatro meses consecutivos de caídas en las compraventas según la estadística notarial. Por más que se compare con los buenos datos del año pasado, los expertos no dudan de que es una derivada más de la difícil situación del mercado. La insuficiente oferta para la demanda existente ha provocado una subida de importes en los últimos años. Y estos casan mal con la evolución salarial y con las rentas disponibles de los hogares españoles.
El cóctel resulta difícil de digerir para muchos ciudadanos que desean comprar una casa, particularmente para aquellos que aspiran a su primera vivienda. Pero la combinación también se está empezando a mostrar indigesta para el mercado. Como consideración general, una situación que arrastra tantos desequilibrios y desde hace tanto tiempo difícilmente puede conducir al desarrollo sostenido y sostenible de un sector. En lo particular, los expertos ponen el énfasis en la ralentización de la actividad derivada precisamente de esos desequilibrios. Explicado de forma esquemática: con poca oferta y casas caras para la capacidad adquisitiva de los compradores, cuesta más cerrar ventas; y esa dilatación de las operaciones es la que explicaría los retrocesos en la estadística.
El sector inmobiliario ha surfeado, con algún altibajo, sobre una ola de euforia desde la recuperación de la covid. La demanda embalsada durante los confinamientos provocó un gran rebote posterior y la actividad se sigue moviendo en cifras históricamente elevadas, aunque sin alcanzar, salvo en los precios, los niveles de la burbuja. Pero el agotamiento del que dan signos Madrid y otros mercados autonómicos muestra que no sería bueno instalarse en la complacencia.
La solución a los problemas de acceso a la vivienda compete a todos. Sin duda a las Administraciones públicas, que tienen en sus manos favorecer normativas y políticas reparadoras de la situación, tras años de mirar hacia otro lado. Pero también a un sector privado que necesita un marco estable en el que desarrollar su actividad. Conviene encontrar puntos de confluencia e interés común, y tanto las buenas prácticas profesionales como el desarrollo de más obra nueva no parecen malas bases desde las que partir. La salida al atolladero no se logrará de la noche a la mañana, pero es la única manera de responder a las expectativas legítimas de una parte de la ciudadanía. Y también de dar garantías de estabilidad a una importante rama de la actividad económica.

