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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Notas agridulces en el comercio exterior

Conviene leer los datos con serenidad, cuando todavía se dispone de fortalezas, y analizar posibles medidas que ayuden a contener el embate arancelario

OMC Trasporte Marítimo
CINCO DÍAS

Los últimos datos de comercio exterior dejan para España sensaciones contrarias, aunque predominan las negativas. El déficit comercial se agravó en la primera mitad de 2025, que registró la segunda peor cifra de la serie estadística reciente para un arranque de año: un dese­quilibrio de más de 25.000 millones. Y en gran parte se debe a los intercambios con Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ha lanzado una guerra arancelaria urbi et orbi.

Aunque el pretexto es que Washington presenta un abultado déficit comercial con la mayoría de sus socios, de nada sirve que en España la situación sea la contraria. Las tarifas se aplican a todo el bloque comunitario e impactan necesariamente sobre las exportaciones españolas a la primera potencia. Entre enero y junio ya se resintieron (aunque se aplicaba una tregua a los nuevos aranceles), mientras las importaciones se mantuvieron estables. El resultado: un mayor desequilibrio en la relación EE UU-España.

Además, el contexto no solo afecta en los intercambios directos. Al agravar la relativa debilidad económica que están exhibiendo en los últimos tiempos Alemania y Francia, dificultan también las ventas desde España a sus dos principales socios comerciales. Esto se tradujo en el primer semestre en un pobre crecimiento (0,5%) de las exportaciones al resto de la UE.

En la parte positiva, sin embargo, se observa el inicio de lo que podría ser una transformación más profunda. A la vez que pierde peso como socio comercial EE UU, Asia y África ganan protagonismo. Ambas superaron en el pastel de las exportaciones españolas la porción del mercado norteamericano. Y las dos grandes potencias de la primera, China e India, incrementaron su peso.

Otra lectura optimista que permiten los datos es que, en un momento en que la guerra arancelaria global tiene visos de agravarse (las tarifas entraron en vigor este agosto), la menor exposición de España a EE UU la deja más resguardada que a otros países. Y eso ayuda a explicar no solo que el PIB crezca muy por encima del de otros vecinos (España es la economía avanzada que más progresará en 2025, según varios pronósticos), sino que en los componentes de ese crecimiento estén ganando fuerza el consumo de los hogares y la inversión empresarial.

Pero, por más que haya notas positivas, la partitura corre riesgo de desafinar gravemente en cualquier momento. El desafío de Trump al mundo es inédito. Conviene leer los datos con serenidad, cuando todavía se dispone de fortalezas, y analizar posibles medidas que ayuden a contener el embate.

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