Las claves: ¿invertir en un activo intangible y creado por alguien misterioso? Ahí está el bitcoin
Conviene no olvidar que los criptoactivos siguen dependiendo de la regulación de las autoridades
¿Usted invertiría en un activo intangible, creado por alguien cuya identidad sigue siendo incierta, 18 años después? Pues prácticamente todo el mundo se ha puesto de acuerdo en hacerlo, desde los frikis más antisistema hasta los inversores institucionales más serios. Al final las cosas valen lo que la gente está dispuesta a pagar por ellas, y el bitcoin ha conseguido vencer las lógicas renuencias y perder prácticamente todo su carácter alternativo. Además, ahora, su virtualidad le da ventaja frente al oro, que puede verse sometido a las restricciones del mundo físico, como los aranceles.
El impulso del converso Donald Trump al sector está resultando netamente positivo, pese a que la industria temía que la frivolización que suponen las memecoins lanzadas por el presidente de Estados Unidos y su esposa Melania acabaran resultando contraproducentes. Pero conviene no olvidar que, aunque no se les puedan aplicar aranceles, los criptoactivos siguen dependiendo de la regulación de las autoridades, como hizo evidente China al prohibirlas.
Ver el fútbol por televisión es un deporte que produce agotamiento
El fútbol está cada vez más configurado para el espectador televisivo. Desde su sillón, a este le da igual que la Supercopa de España se juegue en Arabia Saudí, o la de este país se dispute en Hong Kong. Pero ver todo el fútbol de la temporada, más allá de que pueda considerarse caro o barato, requiere una cosa por encima de todas: tiempo.
Son tantas las competiciones, y tantos los horarios en los que se emite algún partido, que puede resultar agotador tratar de aprovechar lo que cuestan los paquetes televisivos más completos: 101 euros el de Orange o 115 el de Movistar+.
Antes de un tratado nuclear global, debe acabar la guerra de Ucrania
En el mundo no hay economías especialmente boyantes. Las occidentales están muy endeudadas; China llevo tiempo sufriendo los problemas típicos de una economía madura; y Rusia sobrevive al expolio de sus élites gracias a sus enormes riquezas naturales. Y el planeta, aunque a veces parezca lo contrario, tiende a ser cada vez menos belicista, en parte porque el envejecimiento de la población reduce el ardor guerrero. Frente al tímido impulso que anuncia Europa en gasto militar (en buena medida forzado por EE UU), el resto de los bloques preferiría reducirlo. Así lo dijo ayer Vladímir Putin, que se reúne hoy en Alaska con Donald Trump, con el que quiere negociar un tratado de armas nucleares a largo plazo. Primero, en todo caso, sería conveniente que cesara la guerra de Ucrania.
La frase del día
Sigo sin ver la necesidad de imponer órdenes para obligar a los altos cargos del banco a pasar más tiempo en la oficina. Trabajamos con adultos. Los adultos pueden mantener conversaciones adultas con otros adultos y decidir cómo gestionar mejor su equipoBill Winters, CEO de Standard Chartered
El traje, el quiero y no puedo de los que no disfrutan de ser simplemente ricos
En general, es mejor ser rico que ser pobre. Si alguien es rico, importa menos que sea feo, gordo, maleducado o simplemente poco elegante. Puedes permitirte, como Mark Zuckerberg, Steve Jobs o el director de cine Christopher Nolan vestir todos los días de la misma forma para no tener que pensar. O ir con gorra a la Casa Blanca, como Elon Musk.
En el lado contrario, el traje se convirtió hace tiempo en el mono de trabajo de la clase media, un quiero y no puedo, la vestimenta de quien se levanta a las 6 de la mañana para un trayecto de una hora en un metro abarrotado de gente, y que ni siquiera puede permitirse renunciar a la corbata. “Ponte traje”, decía Barney Stinson en la serie Cómo conocí a vuestra madre. Para muchos, no hay otra opción.
