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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tecnología y calidad del empleo

La automatización ha polarizado los trabajos: los de baja y alta cualificación han crecido y los intermedios desaparecen

Ford Almussafes

Nausika nace para aportar incidencia social en el contexto de impulsar la tecnología, la innovación y la industria como elementos de prosperidad social y de mejora del bien común. Hasta ahora, hemos destacado el potencial de la tecnología para mejorar la salud y la seguridad pública y privada de nuestras sociedades. Es el momento de abordar el potencial de la tecnología para la mejora del empleo, que más allá de una relación contractual entre dos partes, es un elemento que puede servir como palanca para cohesionar, pero también para dividir la sociedad, si los empleos dignos se reservan solo para una minoría.

Precisamente por esto, es tan importante que los avances tecnológicos contribuyan no solo a crear empleos, sino a que estos sean de calidad. No hay una definición única de lo que es un buen empleo, pero todos intuimos que entre los atributos que lo definen, más allá de condiciones dignas en cuanto a retribución o estabilidad, se incluyen otras dimensiones como un trato justo, la posibilidad de conciliar la vida familiar con la personal, el aprendizaje continuo, el propósito del trabajo o la contribución al bien común.

Existen numerosos ejemplos que permiten pensar en una relación positiva entre la tecnología y el empleo. En primer lugar, puede crear nuevos nichos laborales en sectores tecnológicos y científicos, que sin duda ofrecen empleos de altos salarios y crecimiento profesional. Pero además, reduce el número de tareas desagradables, liberando a los trabajadores de tareas físicas pesadas o repetitivas, favorece el acceso a formación continua y personalizada, mejora la flexibilidad laboral, al permitir modalidades como el teletrabajo o los horarios más flexibles, permite potenciar la voz de los trabajadores mediante plataformas de feedback y organización colectiva. Por otra parte, permite mejorar la seguridad laboral mediante sensores y sistemas de alerta, y favorece la progresión profesional con plataformas de matching y evaluación del desempeño. Además, permite ampliar las oportunidades laborales para colectivos vulnerables mediante tecnologías que ayudan y portales inclusivos.

Sin embargo, no parece ser oro todo lo que reluce. La automatización ha polarizado el empleo, de manera que los empleos de baja y alta cualificación han crecido, mientras que muchos empleos de cualificación media, especialmente aquellos cuyas tareas se pueden automatizar, han desaparecido. Esto ha provocado pérdidas de empleo muy sustanciales en la clase media, que se ha visto en muchos casos abocada a desplazarse a empleos de baja cualificación, con el consiguiente deterioro de sus condiciones laborales. Por otra parte, las plataformas digitales que vienen de la mano de los avances tecnológicos están fomentando empleos muy inestables, donde el trabajador se encuentra muy desprotegido frente a quien emplea. En consecuencia, estamos asistiendo a la aparición de ganadores y perdedores laborales a partir de la tecnología, lo cual fomenta las desigualdades laborales.

Expertos académicos, como Acemoglou y Johnson, haciendo uso de datos históricos sobre el impacto de la tecnología en el empleo, alertan de que hasta ahora, la mayor parte de los avances tecnológicos ocurridos en el último siglo no han traído precisamente prosperidad compartida, sino enriquecimiento a un grupo reducido de inversores y emprendedores, que no se ha extendido al resto de la sociedad en forma de mejora de condiciones laborales. Por eso, estos autores defienden que el progreso no es un proceso automático, sino que para que la tecnología tenga un impacto claro y positivo para el empleo es necesario que se incentiven aquellas tecnologías que se diseñan para complementar y mejorar, pero no para sustituir el trabajo humano, que las instituciones sean sólidas y democráticas para poder ejercer de contrapesos a la concentración de poder a la vez que incentivar la formación de los trabajadores menos cualificados, y que las élites tecnológicas sean sometidas a limitaciones de su poder. Sin estos elementos, es difícil pensar que la tecnología vaya a ser una herramienta para mejorar la calidad del empleo, en lugar de ser una fuente de mayores desigualdades.

Atendiendo a estas preocupaciones, desde Nausika creemos que enfocar la tecnología como herramienta para mejorar el empleo de las personas es sin duda un objetivo que debemos perseguir.

Por este motivo, en nuestro primer encuentro público que celebraremos en octubre en Madrid, vamos a presentar la primera edición del Observatorio de los Buenos Empleos. Aspiramos a reunir a líderes empresariales y sindicales, representantes institucionales, académicos y referentes sociales en torno a un reto crucial: cómo orientar la adopción de tecnologías emergentes hacia la creación de buenos empleos y una prosperidad más compartida.

Uno de los rasgos que definirá este observatorio es su voluntad de observar, incluso cuando los instrumentos de medida son imperfectos. Sabemos que los datos disponibles no permiten captar toda la complejidad del vínculo entre tecnología y empleo. Pero eso no impide, sino que refuerza, la necesidad de mirar con atención, de cruzar fuentes y de identificar las señales más relevantes.

En coherencia, se centrará en dos grandes dimensiones complementarias: el saldo neto del empleo ligado al avance tecnológico y la calidad del empleo emergente. También trataremos de dedicar atención específica a variables todavía menos estudiadas, como el impacto de la tecnología sobre el trabajo no remunerado, o el coste psicosocial de ciertos modelos de automatización.

El Observatorio no nacerá como un sistema cerrado de medición, sino de un ecosistema en evolución. Cada año revisaremos qué estamos observando, con qué herramientas y con qué límites. Pocas conversaciones tan estratégicas como esta para el futuro de nuestra sociedad.

Grupo Nausika es una plataforma de pensamiento formada por Xavier Castillo, Antón Costas, Sara de la Rica, Guillermo Dorronsoro, Emma Fernández, Xavier Ferràs, José María Lassalle, Paco Marín, Pedro Mier, Felipe Romera y Ana Ursúa.

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