Ir al contenido
_
_
_
_
Para pensar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un verano en defensa de la razón

Me enfrento a un tiempo de lectura, reflexión y pensamiento sobre algunos temas de actualidad en los que no tengo una posición clara aún

Hay gente que no necesita pensar. Para ellos, la fe está por encima de la razón y ante cada pregunta o duda que se les plantee, basta con tener a mano la solución que se le ofrece en un catecismo, sea religioso o político (en este caso, lo llaman “argumentario”). Reconozco que no me encuentro en este colectivo, que deposita su pensamiento en manos de otros y que he hecho de la apuesta porque la razón es lo que nos hace autónomos (Kant y la Ilustración) una de las características de mi personalidad, incluso antes de saber que era la primera regla de Descartes: “No aceptar como verdadero, sino aquello que se presente a mi espíritu de manera tan clara y distinta que acerca de su naturaleza no pueda caber la menor duda”.

Viene todo esto a cuento de que, voy a dedicar estas vacaciones de verano, entre otras cosas, a pensar. Después de varios años en que las he dedicado a escribir libros, recién salido ya el último, El pulgar inteligente y la democracia enferma (Tirant- Ágora), me enfrento a un tiempo de lectura, reflexión y pensamiento sobre algunos temas de actualidad en los que no tengo una posición clara aún. Me permito adelantárselos aquí por si deciden unirse y, a la vuelta, tenemos todos algunas ideas más claras y distintas que ahora.

Sin orden de importancia, el cupo-no cupo catalán es el primero que me viene a la cabeza. No oculto que muchos socialistas hemos depositado muchas esperanzas en el Govern de Illa y su capacidad para recuperar aquel catalanismo que no quería irse de España, sino contribuir a reformarla para que cupiera en ella la Cataluña a la que aspiraban. Hasta la llegada del procès, la democracia española debe mucho a la contribución catalana, a pesar del freno de mano permanente puesto por una derecha española en busca de autor capaz de adaptarle su viejo guion, al siglo XXI (Suarez lo intentó con la UCD, y fue defenestrado por los renovados “apostólicos” de donde sale las dos ramas actuales: PP y Vox, ambos con la mirada, siempre, en el retrovisor).

Fui muy crítico con el acuerdo de investidura entre PSC y ERC donde se consagró una financiación “singular” para Cataluña que rompía el modelo común y la posición tradicional del PSOE en la materia. El reciente acuerdo Gobierno de España- Govern de la Generalitat catalana en la Comisión Mixta bilateral, echa mucha agua a aquel acuerdo conforme lo acerca al principio realidad de Freud (entiendo el enfado inicial de ERC) pero sigue manteniendo elementos que por mucho que se resalte su carácter de generalizable y solidario, creo que sobrepasan el marco constitucional y no son compatibles con una visión socialdemócrata de España. Y cuando se filtra que hay acuerdos “secretos” y “creíbles” con ERC y Junts para excluir del cierre sólo a las nucleares catalanas (garantizando la independencia energética de Cataluña) y está abierta la subasta de los Presupuestos para 2026 que es donde, creo, el Gobierno va a echar el resto, me surge la duda de si, al final, por mediación del Gobierno de Sánchez, la Generalitat de Illa no acabará siendo el instrumento de la implantación en Cataluña de un nivel de independencia real que ni en los mejores sueños de los indepes. La derrota política inicial del procès podría acabar siendo, en la práctica, un éxito, gracias a que sus adversarios “hacen de la necesidad virtud” permanente.

La Unión Europea es el siguiente tema sobre el que quiero pensar este verano. O, mejor dicho, sobre si su fracaso es tan inevitable como parece en este momento. Ya aceptamos todos que vivimos un nuevo desorden mundial que no tienen nada que ver con el que resultó tras la caída de la URSS. Con China jugando imparable a gran potencia, Trump haciendo a EE UU irrelevante (el resto del mundo debería contestar a su juego infantil de aranceles, creando una gran zona de librecambio de la que solo quedara excluida EE UU), Putin queriendo coronarse zar de la Gran Rusia, los países del sur global probando, sin creerse todavía, su fuerza y un Netanyahu, a punto de perder la mayoría parlamentaria y pendiente de los Tribunales, empeñado en sobrevivir a costa de masacrar a los palestinos, sin que nadie le diga nada, la Unión Europea puede resultar una institución pensada para otros tiempos y que, hoy, se haya quedado obsoleta en su configuración, objetivos y, sobre todo, método burocrático de funcionamiento que ya no da más de sí. Y, si queremos abordar los retos necesarios para que Europa no sea irrelevante en el nuevo mundo, hay mucho que cambiar, pero lo que no hay es impulso y energía suficiente. Dos ejemplos: hace un año que salieron los informes Letta y Draghi, proponiendo un conjunto de reformas imprescindibles si queríamos que Europa pudiese competir con China y con EE UU, manteniendo su autonomía. Y seguimos a la espera de que “alguien” pase a la acción implementando, en un imprescindible tiempo récord, unas recomendaciones sensatas con las que la gran mayoría (menos la extrema derecha nacionalista) estábamos de acuerdo. Segundo ejemplo: el Marco Financiero Plurianual 2028-2034 recién presentado por la Comisión, carente de cualquier ambición real, continúa siendo simbólico para lo que se necesitaría y no avanza en federalizar políticas, sino en lo contrario. Descorazona que se haya debatido más sobre “cuanto” se gastará en defensa, soslayando el verdadero debate de “quién, dónde y cómo”.

Por último, preocupa que Francia y sus brutales recortes sea el espejo de futuro donde acabaremos mirándonos otros países, como España. Ya, ya sé todos los argumentos del no. Pero, ¿estamos seguros? La advertencia de la Comisión sobre la insostenibilidad de nuestras pensiones, incluso después de la última reforma, ya es suficiente para echarle una pensada veraniega. Que la polarización partitocrática haya tumbado un Decreto-Ley imprescindible sobre sector eléctrico, que enmendaba todas las carencias anteriores, también es para pensar mucho.

Jordi Sevila es economista.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_