Ir al contenido
_
_
_
_
Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El “transbordo” es la nueva palabra sucia del comercio

Trump utiliza concepto como abreviatura de evasión o de fraude arancelario

Puerto de Valencia

“¿De dónde procede?” Es una de las principales preguntas que los funcionarios de aduanas deben hacer a cada envío, junto a qué es y cuánto vale. La guerra comercial de Trump podría convertir esta indagación sobre el origen de 3,3 billones de dólares de importaciones de bienes estadounidenses en un atolladero. El vertiginoso abanico de aranceles que el presidente de Estados Unidos está imponiendo a sus socios comerciales –desde un derecho básico del 10% garantizado por el Reino Unido hasta la amenaza de un gravamen punitivo del 50% sobre las importaciones procedentes de Brasil– abre un gran arbitraje. Los exportadores, sobre todo en China, tienen un gran incentivo para falsear la procedencia.

El presidente intenta contrarrestar este riesgo diciendo que las mercancías que se transborden a través de países con aranceles más bajos se enfrentarán a cargas más elevadas. Por ejemplo, EE UU ha impuesto un arancel del 20% a los de Vietnam, pero cobrará el doble a los que pasen por el país.

El transbordo no es un concepto nuevo. En el comercio, significa simplemente mover mercancías entre vehículos como aviones, trenes y camiones. Sin embargo, Trump lo utiliza como abreviatura de evasión o fraude arancelario. Tiene buenas razones para estar preocupado. Basta con ver lo que ocurrió cuando el presidente impuso aranceles a China en 2018. La proporción de importaciones estadounidenses procedentes de la República Popular cayó ocho puntos, hasta el 13,4%, entre 2017 y 2024. Sin embargo, la participación total de China en el total de las exportaciones mundiales de mercancías aumentó alrededor de 1,5 puntos, hasta el 14,2%, en un período similar. Una de las razones es que algunos fabricantes chinos esquivaron los aranceles desviando todo a través de otros países, en particular México y Vietnam.

La magnitud exacta del problema es objeto de intenso debate y estudio entre los economistas. El nuevo régimen comercial de Trump lo complica aún más. El actual sistema de comercio mundial se basa en aplicar un arancel estándar y, después, conceder a las mercancías de determinados países, o grupos de países, un acceso preferencial.

Con el nuevo sistema de Trump, sin embargo, Estados Unidos ya no tendrá un arancel estándar no preferencial, ni uno de los regímenes arancelarios más bajos del mundo. En su lugar, las cargas sobre los bienes que llegan de diferentes países podrían variar hasta en 40 puntos porcentuales, dependiendo de dónde terminen los aranceles estadounidenses. Los gravámenes separados que Washington pretende aplicar a los semiconductores y los productos farmacéuticos añadirán más complejidad.

Esto aumenta las dificultades de los funcionarios de aduanas a la hora de determinar la procedencia de un producto. Las llamadas «normas de origen» se introdujeron por primera vez para ayudar a los países a recopilar datos estadísticos, y han proliferado en los últimos 30 años para apoyar los acuerdos bilaterales y regionales de libre comercio. Se supone que estas normas también ayudan a los países a aplicar otras políticas, como las medidas antidumping.

La norma de origen clásica se basa en el concepto de “última transformación sustancial”. Esto significa que el arancel correcto depende del país donde se modificó por última vez el carácter del producto. Este principio parece sencillo, pero no lo es en absoluto. Por ejemplo, la ropa. Supongamos que una empresa envía una camisa fabricada en China a Hanoi, le añade la etiqueta «Made in Vietnam» y luego la envía a Estados Unidos pagando el arancel vietnamita más bajo. La mayoría de los juristas estarían de acuerdo en que se trata de un fraude. Pero, ¿qué ocurre si las marcas que fabrican ropa en Vietnam, como Nike, Lululemon Athletica y Uniqlo, de Fast Retailing, utilizan tintes, algodón, botones o cremalleras procedentes de China? Determinar el verdadero origen de un producto se convierte en un misterio complejo y cambiante.

El Departamento de Comercio de EE UU intenta aclarar la diferencia utilizando el ejemplo de las verduras y galletas congeladas mixtas. Las verduras que se cultivan en distintos lugares y se llevan a otro país para mezclarlas y congelarlas no han sufrido una transformación sustancial, por lo que la mezcla debe etiquetarse con el origen de cada ingrediente. Pero si en una galleta se mezclan azúcar, productos lácteos y frutos secos de distintos países, el país de origen es el lugar donde se hornean o procesan los ingredientes.

Las cadenas de suministro actuales están mucho más globalizadas y son más complicadas. Para los vehículos de motor producidos por Ford Motor, General Motors y Stellantis el origen depende del valor del contenido. Para acogerse al Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, por ejemplo, al menos el 70% de las compras de acero y aluminio de un fabricante de vehículos debe proceder de Norteamérica.

Los aranceles también pueden variar en función del contenido estadounidense de un producto. La Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de EE UU dice que para las importaciones en las que al menos el 20% del valor es de los Estados Unidos, el arancel recíproco no se aplicará a los componentes estadounidenses.

Verificar el origen de las mercancías requiere cooperación. Los funcionarios de aduanas estadounidenses contarán con la ayuda de países como Malasia, Tailandia y Corea del Sur, que están intensificando sus esfuerzos para reprimir el flagrante reetiquetado de mercancías. Esto les interesa porque los productos chinos baratos amenazan con vaciar las industrias locales.

Sin embargo, el apoyo a las medidas estadounidenses disminuirá si Trump se toma en serio su intento de expulsar a China de las cadenas de suministro. La República Popular representa casi el 29% del valor añadido de las importaciones estadounidenses procedentes de Camboya, y casi el 19% de las originarias de Vietnam, según un estudio de Sonal Varma y Si Ying Toh en Nomura. Los inversores chinos también son grandes propietarios de fábricas en todo el Sudeste Asiático.

A pesar de la proliferación de normas de origen, la Organización Mundial del Comercio calcula que el 74% del comercio mundial sigue fluyendo bajo sus condiciones de «nación más favorecida», un principio según el cual los países miembros tratan por igual las importaciones independientemente de su origen. Por ahora, parece que otras economías avanzan en dirección contraria a la de Estados Unidos. La Unión Europea e Indonesia avanzan en la finalización de un acuerdo de libre comercio; China ha ampliado el tratamiento de arancel cero a 53 países africanos; mientras que las conversaciones sobre un pacto comercial entre la UE y la India están programadas para continuar en septiembre.

Trump podría haber satisfecho algunos de sus objetivos declarados de reducir el déficit comercial de Estados Unidos, recaudar fondos y aislar a China imponiendo aranceles elevados a la segunda economía mundial y un arancel único más bajo al resto del mundo. De hecho, puede que los aranceles del presidente acaben ahí: ayer dijo que enviaría cartas a más de 150 países “más pequeños” notificándoles que sus aranceles podrían ser del 10% o del 15%. Pero esto podría dejar a más de 40 países con aranceles muy divergentes. Es de esperar que la nueva palabrota del comercio –transbordo– se utilice mucho más a menudo en el futuro.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

_
_