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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Milmillonarios y pobres, descontentos con la gestión de Trump

Tras aprobar su ley, el presidente cree que ha hecho historia, pero de momento ha creado incertidumbre económica

Lo está haciendo bien. Me gusta. Apoya las infraestructuras de inteligencia artificial”, respondió Sam Altman (CEO de OpenAI), preguntado por la prensa sobre si está contento con la Administración Trump. También está feliz Jensen Huang, CEO de Nvidia, primera compañía en valer más de cuatro billones en Bolsa. Los índices bursátiles están de nuevo en máximos, como el oro y el bitcoin. Quizá se haya cumplido la premonición de Trump cuando tomó posesión: “Empieza la era dorada de Estados Unidos”.

Sin embargo, no es ese el sentir general: ¿están contentos los milmillonarios? Según Alan Gassman, famoso abogado, escritor y asesor de las más grandes fortunas de Estados Unidos: “Los milmillonarios no están saltando de alegría. Sienten que la ley (Big, Beautiful Bill, BBB) no es para ellos”, dice a Forbes. Estados Unidos tiene 900 milmillonarios y, según Gassman, la ley recién aprobada en el Congreso beneficia a los multimillonarios, pero no a los verdaderamente ricos. La única provisión de la ley con la que los milmillonarios están contentos es con el bonus deduction: por la compra de un yate o un avión privado, puede deducirse fiscalmente el 100%, si se declara en el año de la compra. No es una medida nueva, sino continuidad de la aprobada en 2017 en la Tax Cuts & Jobs Act del primer mandato de Trump. Gassman dice tener clientes que, cada año, compran un yate y un avión...

¿Está contenta la población general con la marcha económica del país? Trump suspende en economía: el 55% desaprueba su gestión versus un 42%. El saldo es negativo: -13%. Barack Obama, en julio de 2009, también suspendió. Empezó su primer mandato con un índice récord del +68% en enero de aquel año y, en julio, descendió al 49%. La diferencia entre Obama y Trump es que el primero heredó la Gran Recesión (2007-2009). Trump, en cambio, ha recibido una economía saneada. A pesar de Biden, como explica Jake Tapper (CNN) en su libro Original Sin: President Biden’s Decline, Its Cover-up, and His Disastrous Choice to Run Again.

Cabría pensar que el electorado de Trump está contento: la BBB recoge muchas de sus promesas electorales. Trump ganó en noviembre de 2024 por sus propuestas económicas. La ley otorgará 1.000 dólares a cada recién nacido; los subsidios a energías renovables se transfieren a las fósiles (drill, baby, drill); continúan –corregidas y aumentadas– las rebajas fiscales de 2017. No habrá impuestos para las propinas, las horas extras, y habrá deducciones por comprar coches nuevos, fabricados en Estados Unidos. Defensa e Inmigración reciben más fondos que nunca.

Por algún lado hay que recortar gastos, si merman los ingresos. 12 millones de personas podrían quedarse sin Medicaid (seguro médico para pobres). 3 millones podrían perder la sanidad que les proveyó la Affordable Care Act (Obamacare). Steve Bannon, exasesor de Trump de su primer mandato, advirtió al presidente que estas medidas podrían enfadar al electorado de clase trabajadora que le votó y pasarle factura en las elecciones de medio mandato de 2026.

La Oficina de Presupuestos del Congreso estima que la BBB generará déficit público de 3,5 billones de dólares en una década y la deuda pública alcanzará el 120% del PIB. Los republicanos no lo ven así. Hay principios ideológicos de por medio, inspirados en las obras de Ayn Rand y las políticas económicas de Reagan: si los ricos, los emprendedores, los empresarios tienen menos impuestos y más desregulación, se asume que se despertará el “alma americana” y se desatará un tsunami de creación de riqueza y empleo. Si les va bien a los de arriba les irá bien a los de abajo (Trickle-Down Economics). Habrá más recaudación fiscal, fruto de la bonanza económica. Además, Trump cree que los aranceles generarán ingresos adicionales, que recortarán el déficit público.

Las consecuencias de BBB se notarán en el futuro. Hoy, el PIB crece, aunque menos: las previsiones para 2025 coinciden en 1,4%-1,7% en PIB. La economía americana desacelera, como el resto de economías del mundo, según el FMI. El mercado de trabajo sigue fuerte: 147.000 nuevos empleos en junio y tasa de paro del 4,1% o casi pleno empleo. Las empresas reportaron resultados récord en el primer trimestre. Big tech triunfa y Microsoft, Alphabet (Google), Apple, Nvidia, Amazon y Meta anuncian inversiones fuertes en inteligencia artificial.

Elon Musk es la excepción. Es uno de los milmillonarios descontentos de que hablamos al principio. Se opone a la BBB porque, asevera, aumentará el déficit público. Lo contrario de su cometido cuando era el mejor amigo de Trump y responsable de recortes en la Administración, vía DOGE. Trump le responde: “Elon está enfadado porque en la ley desaparecen milmillonarios subsidios al vehículo eléctrico (EV)”, que lanzan un cohete (no de SpaceX) a la línea de flotación de Tesla, cuyas ventas cayeron un 13,5% este año. Musk ha anunciado que fundará su propio partido político. En 250 años de historia, en EE UU, el tercer partido o ir de independiente nunca ha funcionado.

Tras lograr aprobar en el Congreso su ley ómnibus (trata de todo), Trump cree que ha dejado huella indeleble en la historia. Por el momento ha creado incertidumbre económica.

Trump tiene su mirada puesta en que le otorguen el Premio Nobel de la Paz (como a Obama). En su reciente visita a Washington, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, regaló los oídos de Trump, entregándole la carta en que pedía su nominación al premio. “Nadie lo merece más que usted, señor presidente”. Trump está absolutamente convencido.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants y autor de Hillary vs Trump, Trump, año uno y Trump, año de trueno y esperanza.

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