Lecciones ante el mar de fondo del mercado de deuda
De momento, los vigilantes de los bonos no tienen a España en el foco: mejor no darles motivos para ello


Las cotizaciones de la renta variable y la sobredosis de información que genera la presidencia de Donald Trump están opacando un mar de fondo de los mercados que aflora a la superficie de vez en cuando. Las tensiones en los mercados de deuda han sido particularmente evidentes en momentos puntuales, como las fechas posteriores al anuncio de aranceles masivos del 2 de abril o las turbulencias que siguieron a la aprobación del plan fiscal de Trump. En ambos casos la tormenta ha terminado por amainar (en el primero de ellos, con una tregua de 90 días). Pero las dudas, sobre el impacto arancelario y sobre la posición fiscal de EE UU, siguen ahí. Los inversores en deuda se han puesto en guardia y regresa la figura de los bond vigilants o vigilantes de los bonos: esos inversores con volúmenes de inversión tan elevados que ni siquiera necesitan vender para alterar los mercados; basta un parón en las compras.
Los bonos, y sobre todo los estadounidenses, suelen ser un buen sismógrafo de los terremotos financieros, tanto a priori como a posteriori. Pero, más allá del riesgo para la estabilidad financiera general, si los inversores institucionales en deuda se han puesto en guardia, los particulares deberían tomar nota. En las últimas dos semanas, en subastas de deuda a largo plazo de varios mercados de referencia, como Japón, Australia o Estados Unidos, la demanda ha dado señales de debilidad, en particular en las operaciones a largo plazo. A principios de año, la deuda de EE UU, con tipos de interés por encima del 4% y una economía en crecimiento, daban una salida sencilla al ahorro conservador.
Hoy los analistas aconsejan rotar hacia otros mercados u otras categorías de activos, como deuda emergente o de alto rendimiento. Como tantas otras cosas, la hiperactividad de la Casa Blanca ha alterado la relación entre rentabilidad y riesgo en los mercados de deuda. La europea, mientras tanto, está viendo reforzado su carácter de activo refugio en tiempos de tormenta: ofrece poco rendimiento, pero permite dormir bien. Al menos de momento.
La prima de riesgo de la Europa periférica refleja mejor que ninguna otra variable la percepción del mercado sobre el Viejo Continente: ni en las peores turbulencias financieras en cinco años ni ante la prevista subida del gasto fiscal en la eurozona se han ensanchado los diferenciales. De momento, los vigilantes no tienen a España en el foco. Mejor no darles motivos para ello.