Una ex-E.ON al frente de la transformación energética alemana
Katherina Reiche, próxima ministra de Economía y Energía, deja su puesto al frente de una filial del grupo empresarial tras cinco años


Lo dijo hace unos meses el líder colombiano Gustavo Petro: “Ser presidente es de una infelicidad absoluta”. La política es exigente, a veces ingrata. Todo depende, como siempre, de las alternativas que uno tenga y del lugar del que venga. Por eso resulta especialmente significativo que alguien como Katherina Reiche (Alemania, 51 años) –ya consolidada como directiva de una gran energética– haya aceptado el reto de convertirse en ministra alemana de Economía y Energía en el nuevo Gabinete de Friedrich Merz, cuya investidura como canciller está prevista para el día 6.
El nombramiento representa un viraje tecnocrático y empresarial en la política económica alemana. Hasta ahora consejera delegada de Westenergie, filial del grupo E.ON, Reiche llega al Gobierno con un perfil marcadamente técnico y gestor. No es una “verde” ideológica, sino una defensora de una transición energética compatible con la industria. Desde 2020 preside el Consejo Nacional del Hidrógeno, a través del cual ha impulsado el desarrollo de infraestructuras energéticas limpias.
Su perfil rompe con ciertos estereotipos: es católica, conservadora en lo social, pero impulsora de la transición energética. Reiche representa el modelo de mujer profesional liberal-conservadora y no militante en temas de género. Aunque haya sido una de las mujeres con un papel más destacado al mando de una gran corporación alemana.
Su incorporación al Gabinete de Merz también tiene una dimensión simbólica: Reiche es la única ministra originaria del este del país, lo que busca corregir un desequilibrio territorial, aunque para algunos observadores se trata de un gesto insuficiente.
Nacida en Luckenwalde –entonces parte de la comunista República Democrática Alemana—, su familia tenía una empresa de fabricación de plástico. Estudió Química en la Universidad de Potsdam y amplió su formación en la Clarkson University de Nueva York y en la Universidad de Turku, en Finlandia. Tras licenciarse, trabajó como asistente científica en Potsdam hasta 1998, justo antes de iniciar su carrera política, que despegó tras la reunificación.
En 1992, siendo aún estudiante, cofundó la asociación democristiana de Potsdam y se afilió a las Juventudes de la CDU; se integró oficialmente en el partido en 1996. Con 25 años, fue elegida diputada del Bundestag por Brandeburgo en 1998, convirtiéndose en una de las parlamentarias más jóvenes de su grupo. Ocupó el escaño sin interrupción hasta 2015, asumiendo cada vez más responsabilidades.
En el Bundestag, destacó en políticas familiares, educativas y medioambientales. Formó parte de la ejecutiva federal de la CDU desde 2000 y de la dirección regional de Brandeburgo. En la campaña de 2002 se incorporó al equipo del candidato Edmund Stoiber como experta en familia y juventud, lo que generó polémica en círculos conservadores por su entonces condición de madre soltera y embarazada. Se casaría poco después con su compañero de la CDU Sven Petke, padre de sus tres hijos. Ahora mantiene una relación con Karl-Theodor zu Guttenberg, exministro de Defensa y Economía.
Entre 2005 y 2009 fue vicepresidenta del grupo parlamentario CDU/CSU, con responsabilidad sobre educación, investigación, medio ambiente y seguridad nuclear. Con la llegada de Angela Merkel al poder, ocupó un alto cargo del Ministerio de Medio Ambiente, Naturaleza y Seguridad Nuclear. Tras las elecciones de 2013 pasó al Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital, donde permaneció dos años. Luego dejó la política institucional para asumir la dirección general de la Asociación Alemana de Empresas Municipales, que agrupa a unos 1.500 proveedores locales de servicios públicos.
En 2020 fue nombrada CEO de Westenergie, la mayor proveedora regional de energía en Alemania y filial de E.ON. Bajo su liderazgo, la compañía se centró en la transición energética, la digitalización de infraestructuras y el impulso de tecnologías sostenibles como el hidrógeno.
Su paso por el sector privado no estuvo exento de polémica. Fue criticada por organizaciones de transparencia por incorporarse directamente a un lobby energético sin periodo de “enfriamiento”. Ahora, con su regreso al Gobierno, la ONG LobbyControl ha reiterado sus reservas: “Con la señora Reiche se nombra a una empresaria energética ministra de Energía”. Desde el ámbito ecologista y la oposición, su nombramiento también ha despertado críticas. Felix Banaszak, copresidente de Los Verdes, advirtió de que su llegada al ministerio podría suponer “el retorno de los combustibles fósiles a costa de las energías limpias”.
Reiche es percibida como una mujer segura de sí misma, ambiciosa y con una sólida red de contactos tanto en política como en el mundo empresarial. Su trayectoria refleja esa ambición: su rápido ascenso como secretaria de Estado generó recelos en sectores de su partido. Lo mismo ocurrió al dar el salto a la empresa privada. Que alguien con esa experiencia decida volver a la política, renunciando incluso a una retribución más elevada, pueden interpretarlo muchos como un gesto valiente y positivo.
Polémicas
Sus declaraciones sobre ingeniería genética causaron revuelo: llegó a calificar a los opositores de los organismos modificados genéticamente como “bioterroristas”. Se ha mostrado muy crítica con la ley de parejas de hecho y con el matrimonio entre personas del mismo sexo.
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