Una previsión neutra sobre los aranceles
Hay que encarar el déficit y la deuda para evitar vulnerabilidades ante crisis graves


El Gobierno publicó ayer su previsión de crecimiento para este año y el siguiente, sin cambios respecto a lo anunciado anteriormente. El PIB español se incrementará en un 2,6% este año y en un 2,2% el que viene, manteniendo la línea positiva de los últimos años y a pesar de los nubarrones, que ya empiezan a soltar unas gotas, en forma de aranceles y de guerra comercial por parte de la Casa Blanca.
Los cálculos del Ejecutivo consideran que el endurecimiento del proteccionismo estadounidense tendrá un impacto limitado en la actividad española y se compensará por otro lado. El país está relativamente poco expuesto en los intercambios con el norteamericano, y los temores a una recesión en EE UU que se propague a Europa, e inevitablemente a España, son inciertos. Dependerán de las decisiones de Trump, siempre impredecible, del resultado de la negociación comercial, y de la necesaria redistribución de la oferta de bienes y servicios a nivel global, con especial atención a China.
El crecimiento económico español de los últimos años se ha aupado sobre la inmigración y el mantenimiento de tasas de empleo relativamente altas para lo habitual en España –a costa de una caída del poder adquisitivo de los salarios en un contexto de alta inflación, aunque posteriormente se ha recuperado parte del terreno perdido–. El Gobierno prevé que la ocupación siga al alza y el paro a la baja, en coherencia con su valoración de un efecto neutro de la guerra comercial.
Eso será posible, según sus previsiones, porque el aumento del consumo privado y la inversión compensarán en parte la caída de la demanda externa tanto este año como el siguiente. La inversión será clave para que el país pueda incrementar su productividad en un contexto exigente para el gasto público dedicado al Estado de bienestar.
El Ejecutivo también mantiene su optimismo en cuanto al déficit, pese a que afronta el reto de adaptarse al rearme promovido por la Comisión Europea. El agujero fiscal caerá este año, según los cálculos oficiales, al 2,8% del PIB (un 2,5% excluyendo los gastos extraordinarios por la dana): y la deuda se estabilizará cerca del 102% del PIB. Son niveles muy manejables respecto a lo vivido en el pasado reciente, y comparables a otros países del entorno. Pero que hay que encarar para evitar vulnerabilidades ante crisis graves que, como han demostrado la pandemia, la dana o el apagón, no son tan improbables como cabría pensar.