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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las exclusiones de Bolsa, un síntoma inquietante

Europa no puede fiar a la banca sus crecientes necesidades de inversión

Bolsa de Madrid, el martes.
CINCO DÍAS

La repentina necesidad europea de tener autonomía estratégica está despertando en el Viejo Continente proyectos que llevaban años acumulando polvo en una estantería, y también desafíos cuyo impacto nunca parecía que fueran a salirse de sus estrechos márgenes. La necesidad de contar con un mercado de capitales funcional ha sido durante años una demanda clásica del sector financiero, pero hasta la pandemia y los años posteriores Europa no se había visto en la necesidad. La covid afloró la conveniencia de tener cadenas de suministro fiables; la guerra de Ucrania mostró que depender de terceros para calentar los hogares y hacer funcionar la industria puede traer problemas; la eclosión de la inteligencia artificial puso de manifiesto que la carrera tecnológica requiere de un gasto masivo en capital. Todas las grandes dinámicas de la década tienen en común unas grandes necesidades de inversión, que debe ser financiada. La guerra comercial, obviamente, no es una excepción.

Los informes de Draghi y Letta mejoran con los meses: Europa tiene capacidad de ahorro y necesidad de inversiones, pero falla el mecanismo de transmisión. Que empresas centenarias del parqué español se despidan del mercado, hace años una noticia neutra, hoy es fuente de inquietud. Si la Bolsa no compensa a las empresas que ya cotizan, ¿qué pensarán las que aún están fuera?

Cotizar en Bolsa sigue sin ser gratis: es costoso en tiempo, esfuerzo y exposición pública. La empresa debe ver compensación en el acceso a financiación y posibilidad de dar liquidez a los accionistas. Pero, si la valoración no es positiva, estas ventajas se diluyen, en particular a raíz de la irrupción del capital riesgo y el crédito privado. La falta de profundidad del mercado doméstico es más notoria en las empresas de mediana capitalización, con menos cobertura de analistas y gestores.

Las iniciativas para revitalizar el mercado de capitales buscan conjurar esta ineficiencia: los hogares pueden sacar más rendimiento de sus ahorros en la Bolsa y financiar la inversión productiva. Desde la posibilidad de facilitar las OPV a la creación de mecanismos que faciliten la inversión particular, en los últimos meses han proliferado las medidas para acercar el ahorro a las empresas, y viceversa. El camino por recorrer es largo, y los resultados inciertos. Pero, en unas finanzas donde crecen la inversión pasiva y los instrumentos ilíquidos, Europa no puede fiar a la bancaria sus crecientes necesidades de inversión.

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