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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Jaque a la temporalidad

Los fastos no pueden ser completos mientras la tasa de paro de España se mantenga como la más elevada de la UE

Trabajadores de la construcción en Valladolid.
CINCO DÍAS

Algunas de las costuras tradicionalmente más tensas del mercado de trabajo han empezado a descoserse. La temporalidad abusiva, intrínsecamente relacionada con la precariedad, comienza a dar síntomas de agotamiento. Los datos sobre el empleo correspondientes al mes de febrero sitúan a los trabajadores con un contrato de duración determinada por primera vez por debajo del 12% del total. Aunque solo sea a una décima inferior al dato anterior, cabe celebrar el hito. Especialmente porque los beneficiados por este adelgazamiento que comenzó con la dieta impuesta por la reforma laboral son los más vulnerables: mujeres, jóvenes e inmigrantes.

El estrechamiento en las situaciones en las que procede firmar a un trabajador temporal que establece el nuevo marco normativo desde 2022 está dando sus frutos. Tras las cifras laborales hay interpretaciones culturales que merecen mención. El paradigma contractual que se ha instaurado en las empresas ha alterado por completo (y a la fuerza) los modelos de relación laboral. Un cambio de rumbo meritorio, y también sorprendente, por haberse producido en medio de la zozobra internacional, y con una economía que ha demostrado gran resiliencia.

Aunque situar al indefinido en el centro de la contratación no ha conllevado, necesariamente, que el trabajo ofrecido haya pasado a ser mayoritariamente a jornada completa. La parcialidad indefinida se ha convertido en una realidad no deseada para más de dos millones de personas.

Pese a esto, los 100.000 nuevos empleos que se crearon en el segundo mes del año mantienen el impulso del empleo tras el descuelgue habitual de enero, algo meritorio pese a que el empuje, a nivel global, haya perdido algo de vigor en términos interanuales. Las particularidades estacionales de febrero favorecen el alza de una curva que, sin embargo, adquiere mayor dimensión con el recorte en las listas del paro: 6.000 personas salieron de ellas, dejando el total desempleados en 2.593.449, la cifra más baja desde 2007. Son éxitos incuestionables independientemente de la lupa que se utilice para su evaluación.

Los fastos, sin embargo, no pueden ser completos, mientras la tasa de paro de España se mantenga como la más elevada de la UE (11,6%), y el número de parados siga por encima de los 2,5 millones de personas. Hay reformas que requieren décadas para evidenciar alteraciones significativas. Un tiempo del que no dispone mucha gente para rehacerse. Vivir mejor requiere de un trabajo mejor, y cuanto antes.

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