Las claves: la relajación postrauma inflacionario no debe hacer que se baje la guardia
No convendría lanzar las campanas al vuelo, puesto que hay múltiples factores potencialmente inflamatorios
Después de la tremebunda crisis inflacionaria pospandémica y energética, es normal que las autoridades, o incluso los consumidores, anden relativamente relajados con los precios, incluso con el nivel actual, un nada desdeñable 3% en España en febrero, una décima más que en enero. Pero no convendría lanzar las campanas al vuelo, puesto que hay múltiples factores potencialmente inflamatorios: los aranceles del ínclito Donald Trump y el rearme están en la mente de todos, pero a la transición ecológica aún le queda mucho camino por recorrer. El prometido –por ahora solo eso– fin de la guerra de Ucrania podría abaratar el precio del gas y el petróleo, pero las perspectivas del primero para este año son de encarecimiento, y los usuarios lo han comprobado ya en las facturas del comienzo del año. Además, el envejecimiento de la población genera gasto público y reduce la productividad. En 1974, la inflación resurgió con dureza en Estados Unidos tras parecer controlada. El precio del oro sigue al alza, algo que, según Kiril Sokoloff, fundador del asesor de inversiones 13D Research & Strategy, es un indicador claro de que el peligro permanece vigente.
La nuclear o el noble arte de cambiar de opinión
En pleno proceso de desmantelamiento de las nucleares en España, las energéticas v se suman a un rumor que adquirió la categoría de clamor con el reconocimiento de Bruselas: quizá nos estamos precipitando con el fin de la energía nuclear. Ayer mismo, los máximos dirigentes de Endesa e Iberdrola se abrieron a una revisión del calendario de cierres. Hay margen para cambiar de opinión, una acción mal vista en política pero que, a veces, es de agradecer. Que se lo digan a la vicepresidenta de la Comisión, Teresa Ribera, que como ministra impulsó la clausura, pero fue llegar a Bruselas y cogerle gusto a la fisión del átomo.
Los grandes siempre ganan...hasta que dejan de hacerlo
Con la Bolsa, como con el Real Madrid, se suele decir que siempre gana. Uno puede pensar que, ahora sí, ahora sí que sí, esta temporada caerá, pero un gol en el último minuto –una cuenta de resultados excepcional e inesperada– vuelve a romper el molde del aficionado antimadridista. Así ocurre con esta nueva temporada de resultados en Estados Unidos, ese mercado que, dicen, está caro, sobrevalorado, que tiene que caer en algún momento. Pero, de momento, Nvidia (y el Real Madrid) siguen ganando. Eso sí, ni este ni aquella deberían olvidar que siempre es un concepto indeterminado y peligroso. Alguien que invirtiese en Wall Street en 2001 tardó más o menos lo mismo en recuperar su inversión (ya no mejorarla) que el Madrid en ganar la décima Copa de Europa: una década.
La frase
Necesitas conocer las reglas y es muy difícil invertir si no. Somos capaces, en un plazo relativamente corto, de reasignar parte de nuestro capital a diferentes partes del mundo. Si no tenemos claridad [en EE UU] durante mucho tiempo, es posible que lo hagamosCatherine MacGregor, CEO de Engie
El Manchester United, un caso único en el fútbol de dinero poco aprovechado
El caso del Manchester United es realmente singular. Es el cuarto club europeo de fútbol con más ingresos, nivel en el que se mueve habitualmente, pero en la última década se ha clasificado solo cuatro veces para la Liga de Campeones, y no pasa de cuartos de final desde 2011. Uno de los hombres más ricos de Reino Unido, el ingeniero Jim Ratcliffe (jefe de la química Ineos), entró hace un año como accionista minoritario para sacarlo del estancamiento deportivo. La empresa está aplicando recortes de empleo para salir de cinco años de pérdidas: desde luego, no parece que los trabajadores actuales hayan dado con la tecla. Los analistas de UBS creen que el equipo no saldrá del bache y no volverá a la Champions hasta 2029. Eso, en fútbol, equivale a eones.
