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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania afronta retos cruciales con el freno de mano puesto

Reformar el tope a la deuda es imprescindible para aumentar la inversión en infraestructuras y en defensa

Angela Merkel y Friedrich Merz, en 2022 en Berlín.
CINCO DÍAS

Alemania se sumó el domingo al giro a la derecha de Occidente, con la inmigración ocupando un lugar relevante en el debate político y una importante subida de la extremista AfD, que, en línea con lo que apuntaban los sondeos, ya es la segunda fuerza política. Pero el auge del populismo es solo uno de los numerosos retos que afrontará el próximo canciller, Friedrich Merz. La posible reforma del freno de la deuda impuesto por la Constitución es el principal de ellos: un elemento imprescindible para aumentar la inversión en infraestructuras, a fin de sacar el país de su estancamiento económico, así como en defensa, en un contexto de desotanización acelerada. Son estos dos de los ejes de sus últimos discursos.

Antes de todo ello, en todo caso, Merz necesitará el apoyo de los socialdemócratas para acceder a la ansiada cancillería, en una reedición descafeinada de la Gran Coalición, puesto que ahora el SPD es el tercer partido y no el segundo. Una alternativa más fácil de manejar que el tripartito que acechaba en el horizonte, donde hubieran tenido voz y voto Los Verdes. Pero el líder de la CDU probablemente deba ceder en su promesa electoral de rebajar los impuestos a los hogares y las empresas, que va en contra de lo propuesto por sus próximos socios.

El freno de la deuda (introducido en la Constitución en 2009 por Angela Merkel) ha permitido a Alemania mantener una ratio de deuda sobre el PIB en torno al 63%. Si el Gobierno, dado el entorno económico y una situación geopolítica que está llevando a los países europeos a elevar su gasto en armamento, quiere levantarlo, necesita dos tercios de Bundestag, que no obtendría ni sumando el apoyo de Los Verdes.

La economía alemana puede recibir, a cambio, un cierto alivio si una paz en Ucrania reabre las conexiones energéticas con Rusia –irónicamente, en teoría, la principal amenaza militar para Europa–. Los germanos disfrutaron durante décadas del asequible gas del país de Putin, y aunque industria y particulares no se han quedado sin suministro, los altos precios se han cobrado un peaje en el PIB: en 2023, cayó un 0,3%, y el año pasado, un 0,2%.

El papel de la inmigración en la fuerza laboral y la gestión de los subsidios públicos serán otros de los temas principales del nuevo Gobierno alemán, más fuerte que el mal avenido tripartito, pero sin demasiado margen de maniobra. De hecho, Merz podría reformar el freno de deuda con el Bundestag saliente. Esta paradoja revela la precariedad de la legislatura, repleta de retos clave para Alemania y el resto de Europa.


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