Las claves: cuando el éxito económico colectivo no necesariamente implica el individual
La gente hace cuentas con lo suyo, no con lo de todos
Cuando la Tierra estaba por conquistar, y había que enfrentarse a los peligros de la naturaleza, incluidas las bestias salvajes, las tribus necesitaban crecer para hacerse más fuertes. El crecimiento poblacional, que a priori va asociado al económico, fue durante mucho tiempo simple supervivencia. Ahora que el ser humano ya domina el planeta, el crecimiento de un país es positivo en la medida en que mejora su posición respecto a otros, de cara a negociaciones comerciales o incluso riesgos militares. Por eso, se entiende que los gobernantes celebren el avance macro de sus economías, como hace el español con datos como que en 2024 la actividad del país estiró un 3,2%. Pero el éxito colectivo (en este caso, sostenido por el turismo y la inmigración) no necesariamente va acompañado del éxito de los particulares. Y el hombre contemporáneo prioriza cada vez más su situación personal al sentimiento nacional. Por eso, las autoridades harán bien en matizar su triunfalismo. El empleo ha resistido bastante bien los embates de las últimas crisis, pero el poder adquisitivo sigue convaleciente. Y la gente hace cuentas con lo suyo, no con lo de todos.
La sartén y el cazo de la IA, y la neutralidad a lo Michael Jordan de ASML
Suena algo irónico que OpenAI, enfrascada en batallas legales con periódicos y otros creadores de contenido que la acusan de infringir la propiedad intelectual, se queje ahora de que la rutilante DeepSeek haya utilizado ChatGPT para entrenar su propio modelo de inteligencia artificial, en un proceso llamado destilado.
Mientras, ASML se aplica aquello de que los republicanos también compran zapatillas (Michael Jordan dixit), y celebra públicamente que China sea competitiva en la fiebre de la inteligencia artificial, aunque tenga que recurrir a chips menos avanzados. La acelerada evolución de esta tecnología seguirá provocando giros de guion.
Los partidos y el decreto ómnibus: miró al soslayo, fuese, y no hubo nada
Lo que la semana pasada parecía un asunto vital para PSOE, PP y Junts, ha pasado ahora a ser casi un trámite. Pedro Sánchez ha aceptado dividir el decreto en dos, cuando supuestamente era fundamental que las medidas fueran todas apretadas en el ómnibus; Junts votará ahora sí, gracias a que su moción de confianza en torno al propio Sánchez podrá avanzar un poco en el Congreso; y el PP lo apoyará también, para no quedar como el malo de la película que no quiere subir las pensiones. Hubiera sido realmente sorprendente que unos u otros se enfrentaran a tan numeroso grupo social. A todos ellos pueden aplicárseles los versos de Cervantes: Y luego, in continente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
La frase
Putin tiene capacidades significativas para socavar la estabilidad global, pero es demasiado débil para soportar la presión real de líderes fuertesVolodímir Zelenski, presidente de Ucrania
La montaña rusa de las tendencias en internet tiene a la juventud mareada
En la trituradora de carne que son las redes sociales, se suceden modas, trends, que duran apenas una semana y que tienen a muchos jóvenes ansiosos, porque sus armarios y conducta estética (sus redes, vamos) no pueden seguir la velocidad de los tiempos.
Este fashion burntout puede tener, sin embargo, grandes consecuencias para la sociedad, como que, en lugar de subirse a la montaña rusa de las tendencias, los jóvenes apuesten por los básicos atemporales, aunque sea en detrimento de esa diferenciación que buscan con tanto ahínco y que, en realidad, no es tal. Otra tendencia que indudablemente marca el signo de los tiempos es creerse el ombligo del mundo. Pero tiene peor solución.