Las claves del día: el bono de autobús que pone (supuestamente) en peligro el sistema de prácticas
Los sindicatos siguen pidiendo al Ejecutivo que apruebe de una vez por todas el Estatuto del Becario
925.000 becarios no remunerados han cotizado a la Seguridad Social en el primer año de vigencia de esta medida. Un pequeño paso para el becario, y uno un poco más grande (pero tampoco mucho) para los derechos laborales. Todo ello a coste reducido para las empresas, ya que está casi íntegramente bonificado. Mientras, los sindicatos siguen pidiendo al Ejecutivo que apruebe de una vez por todas el estatuto del becario, pactado y anunciado con pompa y circunstancia, pero que sigue peregrinando de cajón en cajón, de ministerio en ministerio, pero con pocos visos de ser aprobado.
Los representantes de los trabajadores piden que, al menos, se compense a los becarios por sus gas-tos, mientras las universidades advierten del peligro para el sistema de prácticas que supone que las empresas paguen una mínima compensación a los chavales que tienen con ellas sus primeras experiencias laborales. Cuesta creer que un becario no aporte a una empresa el equivalente al bono de autobús que paga para desplazarse hasta ella. Pero, claro, es más rentable tener a alguien trabajando gratis.
Cada vez menos empresas quieren bailar en los resbaladizos parqués
La Bolsa, con sus gráficas, sus cierres agónicos y sus pequeños y frecuentes terremotos puede ser un lugar hostil. Además, pone en el ojo de ese ser indeterminado que es el mercado cada movimiento de una empresa, en lo que se traduce en una esclavitud diaria a la cotización. Por eso, y porque el capital riesgo lo pone cada vez más caro, cada vez hay menos salidas a los parqués. En estas condiciones, los reguladores buscan aflojar un poco la regulación que tanto aprieta a las cotizadas, para conseguir convencer a las compañías que se están planteando dar el salto. Por lo pronto, Puig, Cox e Inmocemento han acabado con la sequía.
Del invierno cripto a la primavera, pasando por el otoño y con vistas en el verano
Hacer predicciones en Bolsa es una de las cosas más difíciles, por no decir inútiles, en las que uno puede gastar su tiempo. Porque los parqués pueden responder, supuestamente, a un mercado racional, pero no por ello dejan de ser impredecibles. on las criptomonedas la cuestión va más allá, porque las empresas responden a fundamentales, como su facturación, pero los criptoactivos son más bien activos de refugio (inseguro, arriesgado) del dinero, y fluctuan ya sea por un tuit de Elon Musk o por un arrebato mañanero de Donald Trump. Así las cosas, acabado el criptoinvierno, los expertos esperan que los activos digitales se dirijan a una plácida primavera, y no descartan incluso arreones veraniegos. Como también advierten de la posible llegada del otoño. Es un tema difícil.
La frase del día
La interrupción del tránsito del gas por Ucrania tendrá severas consecuencias para todos nosotros en la UE, pero no en la Federación RusaRobert Fico, primer ministro de Eslovaquia
La batalla por ser el lugar donde expresar su ‘importante’ opinión
Hubo un tiempo ingenuo en internet en el que las redes sociales se elevaron a la categoría de ágora, la plaza pública donde los ciudadanos intercambiaban sus opiniones y conocimientos en la polis griega. Años de memes, desinformación y extremismo después, esa visión ha quedado algo desactualizada. Con todo, hay varias empresas que pugnan por hacerse con la concesión de esa plaza destartalada: Bluesky, Threads y X, la antigua Twitter, pelean por ser el lugar donde personas anónimas puedan expresas sus opiniones a sus reducidos públicos, y ejercer así su bien ganado derecho a la libertad de expresión. Un matiz importante de este derecho fundamental, sin embargo, es que no incluye el derecho a que a uno le escuchen. O a que tengan en cuenta lo que piensa.