La divergencia en tipos anticipa más inestabilidad
El mercado espera como mucho retoques a la baja en los tipos de EE UU, mientras ve al BCE como el bombero que debe rescatar a la zona euro
Las hemerotecas son duras con todos, pero reservan sus castigos más crueles para la profesión de economista. No tanto porque este gremio se equivoque mucho más que otros pronosticadores en algo que no dejan de ser agregaciones de decisiones humanas, sino porque se ven presos de la formalidad que implica el uso de modelos matemáticos y, en paralelo, se ven castigados porque sus predicciones se acaban contraponiendo con el día a día de los ciudadanos. Porque el trabajo, los precios o las hipotecas son algo que, seamos economistas o no, a todos nos termina por importar.
En junio el BCE empezó a bajar los tipos, todavía con un cierto recelo ante los sospechosos habituales: efectos de segunda ronda salariales, desvío de las expectativas de inflación y resistencia de los precios en algunas áreas, como los servicios. Los fantasmas de los precios altos aún acechaban en un Fráncfort siempre muy miedoso ante estos espectros, por difuminadas que aparezcan sus siluetas. Dos meses después, los mercados internacionales se desplomaban ante temor repentino: EE UU se exponía a una recesión. La Fed bajó los tipos en septiembre, 50 puntos básicos. Las perspectivas en la zona euro, por su parte, se habían enfriado durante el verano, por lo que los economistas pronosticaban descensos paralelos en el precio del dinero en ambas orillas del océano.
Desde entonces, los caminos se han separado: en Europa, las previsiones oficiales y el clima económico (reflejado en las encuestas PMI) aventuran un 2025 estancado y bajo la amenaza de guerra comercial. Mientras, en EE UU Jerome Powell admite que sus proyecciones de inflación han quedado en papel mojado. Así, el mercado espera como mucho retoques a la baja en los tipos estadounidenses, mientras ve al BCE como el bombero que debe rescatar a la zona euro del estancamiento. Las implicaciones de esta tendencia se perciben en el mercado de divisas, con el euro muy cerca de la paridad.
Las políticas que finalmente desarrolle Donald Trump, y en concreto los aranceles, pueden agravar la divergencia, complicando aún más la vida a una Europa que depende de las exportaciones. Pero también recalentando la economía de EE UU. Unos vasos comunicantes que pueden amplificar la volatilidad en los mercados, particularmente en el de divisas, donde unos analistas atisban una posible fuente de variabilidad, mientras, otros, un reflejo de la inestabilidad con la que las economías occidentales afrontan el ciclo de Trump 2.0.