La longevidad como palanca para la transformación de las pensiones
Hay que promover modelos de jubilación más flexibles, que permitan combinar el trabajo con la prestación
La dieta mediterránea, el acceso universal a la salud, los hábitos saludables… existen muchos posibles factores que han podido conducir a que España se sitúe como el país con mayor esperanza de vida de la Unión Europea. Nos enfrentamos al deber de enfrentar los desafíos que esto representa para el sistema de pensiones de la Seguridad Social, a fin de asegurar que todos podamos disfrutar de una buena calidad de vida.
El envejecimiento poblacional es ya una realidad en nuestro territorio, como se venía prediciendo, se conforma como uno de los retos que marcarán el próximo 2025 en la economía y la sociedad españolas. Desde la pandemia, hemos visto cómo en el sistema de pensiones el número de jubilados superaba la cifra del de cotizantes activos. La generación de los baby boomers comenzó el proceso de jubilación el año pasado, aunque es cada vez más común adelantarla.
Esta creciente longevidad es una tendencia que ha llegado para quedarse en muchos países, donde se desarrollan ya los sectores vinculados a la silver economy. En España, más del 13% de los ciudadanos tiene más de 65 años, y se prevé que esta cifra continúe creciendo, afirma el Instituto Nacional de Estadística (INE). Uno de los efectos que ha tenido este cambio en la pirámide demográfica ha sido elevar la edad de jubilación, de forma que se pueda paliar el actual desajuste que se ha generado en la Seguridad Social entre cotizantes y jubilados: en marzo de 2023, el Gobierno anunció un incremento progresivo de la edad de retiro para poder asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones. La nueva reforma formará parte de nuestra realidad a partir del 1 de enero de 2025, e implicará que la edad de jubilación aumente en dos meses, hasta los 66 años y 8 meses. Aunque este no es el único dato relevante, ya que los requisitos cambian. Si una persona quiere jubilarse a los 65 años, deberá haber cotizado un mínimo de 38 años y 3 meses.
De la mano con este cambio, se ha creado el Mecanismo de Equidad Intergeneracional, que implica un aumento en el pago de las cotizaciones por parte de las empresas y los trabajadores, necesario para sufragar la escalada del gasto. Pese a que este sea un pequeño reajuste actualmente, puede tornarse en un impacto relevante en el futuro de los actuales cotizantes, pues no se descarta que haya modificaciones adicionales al régimen actual.
Estos datos, por tanto, reflejan un aumento del número de jubilados, lo cual, junto con una menor base de cotizantes, incluso considerando flujos migratorios dinámicos, genera un gasto creciente. Ya lo confirmó la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), que estima que el gasto en pensiones aumentará al 14,2% del PIB en 2050.
Los nuevos escenarios en torno al sistema de pensiones ponen en riesgo la planificación a largo plazo. Además, España se encuentra entre los países europeos menos atractivos para jubilarse, según el Índice Mundial de Jubilación de Natixis Investment Managers.
Las constantes reformas y el escenario actual favorecen que aumente la incertidumbre de forma generalizada sobre la sostenibilidad del sistema y la planificación familiar, lo que nos lleva a preguntarnos si podemos hacer algo para remediar el contexto en el que nos encontramos. Alargar la vida laboral no es suficiente, pues es necesario repensar el sistema para convertir la longevidad en una oportunidad, no solo en un desafío.
Muchos buscan un envejecimiento de forma activa, donde persistan los trabajadores que contribuyan al mercado laboral y existan modelos de jubilación más flexibles, que permitan combinar el trabajo con la pensión. Esto se permite si la empresa del trabajador lo acepta, ya que realmente no forma parte de los planes de jubilación de la Seguridad Social. Aunque no es lo más habitual, optar por ello es una alternativa cada vez más interesante para los trabajadores en España.
Si no ejercemos un cambio real y nos planteamos promover nuevos contextos, el acceso de las personas mayores a la pensión seguirá siendo una preocupación el próximo año. Valorando el rol de las personas mayores en la sociedad, podremos transformar la longevidad en un activo para las generaciones presentes y futuras, así como ofrecer alternativas que permitan complementar los ingresos de la jubilación y promover la planificación financiera integral a lo largo de todo el curso de vida laboral de los españoles. Entre estas, está la promoción del cuarto pilar de las pensiones, que aprovecha la tecnología para ayudar a las personas a complementar su ahorro pensional.
Transformar la longevidad en un aspecto positivo puede resultar difícil. Seguimos y seguiremos enfrentándonos ante escenarios cambiantes y debemos enfocarnos en que la precariedad laboral no sea tendencia en nuestro país. España tiene la oportunidad de liderar el debate sobre el envejecimiento y los sistemas de pensiones. Sin embargo, para ello necesitamos decisiones políticas a largo plazo y centradas en el bienestar de los trabajadores.
José Carlos Vizárraga es director general de Ibercaja Pensión