Fondos de bitcoin: ¿euforia temporal o una inversión de futuro?
Pese al espectacular interés de los últimos días, es difícil saber si estos productos acabarán siendo estratégicos en las carteras
La reciente victoria de Trump ha vuelto a colocar al bitcoin en el centro de atención. Los entusiastas de las criptodivisas esperan el apoyo incondicional de un presidente que, el pasado julio, participaba públicamente en la Conferencia Bitcoin 2024. El bitcoin ya había recibido un fuerte impulso en enero de este año con la aprobación de los primeros fondos cotizados (iShares Bitcoin Trust ETF y Grayscale Bitcoin Trust ETF) por la SEC, la comisión del mercado de valores americano. Su presidente, Gary Gensler, ha mantenido siempre una postura muy estricta hacia las criptomonedas, por lo que la aprobación de estos vehículos, que facilitan la inversión de minoristas en bitcoins, se había hecho esperar.
Los dos ETF atrajeron rápidamente miles de millones de dólares, y la cotización del bitcoin subió en dos meses más del 65%, superando los 73.000 dólares. Desde marzo, su cotización se había mantenido por debajo de ese nivel hasta las elecciones. Trump expresó su intención de destituir a Gensler y nombrar un nuevo presidente más favorable a las criptomonedas. Las expectativas generadas con el cambio político han llevado al bitcoin a cotizar esta semana por encima de 90.000 dólares. Pero ¿quién está detrás del bitcoin? ¿Y cómo se puede estimar su valor?
En 2009, en medio de una de gran crisis financiera mundial, surgió un concepto revolucionario: una divisa desligada de los Estados y de los bancos centrales: el bitcoin. Era el contexto perfecto, pues la Reserva Federal, el banco central estadounidense, había emprendido una expansión monetaria sin precedentes desde la desaparición del patrón oro, cuando el valor de las monedas estaba vinculado a una cantidad específica de este metal. Desde 1971, el valor de las divisas depende en gran medida de la confianza que genera cada país. Así, la inyección de liquidez generó escepticismo sobre el valor futuro del dólar entre los monetaristas más ortodoxos. Algunos economistas auguraban el estallido de la hiperinflación y el hundimiento del billete verde.
El bitcoin fue creado por un misterioso Satoshi Nakamoto, cuya identidad real todavía no se conoce. En un inicio, las criptodivisas representaban para muchos la libertad frente al control de los Estados y los bancos centrales del sistema financiero internacional, y encima se convirtió en un medio para ganar mucho dinero rápidamente; para sus detractores, era una quimera alentada por especuladores que estaban creando una enorme burbuja que acabaría por explotar.
Lo cierto es que ninguna de estas predicciones se ha cumplido. El dólar no solo no ha perdido valor, sino que lo ha ganado frente al resto de las divisas convencionales, y el bitcoin se mantiene, a pesar de la desaparición de otras muchas criptodivisas. Por lo tanto, asumiendo que no va a desaparecer, ¿cómo podríamos estimar su valor?
Las divisas convencionales tienen una doble función: se usan para comprar y vender cosas y como depósito de riqueza que en situaciones normales suele ser remunerado con interés. El bitcoin, de momento, no se puede considerar una divisa de uso común para intercambio comercial y tampoco obtiene interés: se gana dinero por la revalorización del mercado. Sin embargo, algunos creen que acabará siendo aceptado como reserva de riqueza incluso por algunos bancos centrales. Es decir, acabaría siendo un activo parecido al oro, pero digital. El oro es un activo cuyo valor intrínseco es difícil de estimar, pues su uso en la industria y el consumo no justifica la cotización que ha llegado a alcanzar. Pero, al ser un metal físico escaso y precioso, es percibido por muchos inversores como un valor refugio. ¿Pasará lo mismo con el bitcoin?
La inclusión de esta u otras criptomonedas en las reservas de la Fed sería una decisión sin precedentes y muy controvertida. Aunque el presidente de Estados Unidos puede influir en la composición de la Junta de Gobernadores de la Fed, la institución opera con un alto grado de independencia. Una decisión de esta magnitud requeriría un análisis exhaustivo por parte de la Reserva Federal, considerando factores como la estabilidad financiera, la volatilidad de las criptomonedas y su impacto en la economía.
En noviembre de 2021, el bitcoin alcanzó los 64.400 dólares y en noviembre de 2022, con la quiebra de una de las mayores plataformas de negociación de criptomonedas (FTX), llegó a tocar los 15.000 dólares. De máximo a mínimo, la pérdida de valor superó el 75%, y ha tardado dos años y cuatro meses en recuperarse.
Al margen de la volatilidad, en Europa, los fondos cotizados sobre criptodivisas solo se ofrecen a inversores cualificados. Aunque usted puede encontrar alguna plataforma que le permita operar. Si está pensando en invertir, debería asegurarse de que estén regulados tanto la plataforma como el vehículo a través del que invertirá.
En resumen, el bitcoin sigue despertando pasiones y controversias; de momento no es un activo disruptivo en el panorama financiero global porque su tenencia está concentrada en una muy pequeña parte de la población. Sin embargo, su volatilidad extrema y la falta de consenso sobre su valor intrínseco plantean riesgos significativos, especialmente para los inversores minoristas.
A pesar de las expectativas generadas por los movimientos políticos y su aceptación en ciertos mercados, comparar el bitcoin con activos tradicionales como el oro sigue siendo prematuro. Su potencial como reserva de riqueza dependerá de una aceptación mucho más extendida, de la regulación y del descenso de su volatilidad.
Para los interesados en invertir, la clave está en hacerlo con precaución, entendiendo tanto sus riesgos como sus beneficios.
Marta Díaz-Bajo es socia directora en Atl Capital