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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Quién ha votado a Donald Trump

El 44% de las mujeres se resiste a los tópicos de que debían votar demócrata y apoyan al republicano

Una simpatizante de Donald Trump inserta su papeleta en un centro de votación, en Greensboro, Carolina del Norte, el 22 de octubre de 2024.
Una mujer seguidora de Donald Trump vota en Greensboro (Carolina del Norte, EE UU), el 22 de octubre.Jonathan Drake (Reuters)

“Podría ganar Trump por goleada”, escribimos en estas páginas el día 2. Donald Trump ha conseguido una victoria que el Washington Post denomina “triunfal”, Bloomberg, “completa”, el New York Times, “impresionante”, y CNN, “histórica”. Tan solo MSNBC (extrema izquierda) da un titular que, injustamente, pone foco en la perdedora: “Trump derrota a Harris”.

Trump ha ganado el Colegio Electoral (al menos, 277 votos, 7 más de los necesarios), y los republicanos consiguen mayoría absoluta en el Senado, lo que a priori garantizaría que la agenda legislativa de Trump saliera adelante fácilmente. Todo apunta a una mayoría simple, pero fuerte, republicana, en la Cámara de Representantes. Es la “perfect trifecta”. Adicionalmente, el Tribunal Supremo tiene mayoría conservadora. Con motivos, el New York Times titula: “EE UU gira a la derecha”.

Una victoria tan fuerte no es un malabarismo estadístico. Trump también ha ganado el voto popular (única vez de las tres elecciones a las que se ha presentado: 2016, 2020 y 2024). Trump obtenía, con el escrutinio sin terminar, el 51% del voto popular y 71 millones de votantes. Kamala Harris se llevaba el 47,5% y 66 millones de votos.

Durante el conteo de papeletas, Trump mantuvo estable su ventaja de cinco millones de votantes. En 2016 no fue así, porque Hillary Clinton ganó el voto popular, pero perdió el Colegio Electoral. Entonces, los tres vitales Estados denominados Blue Wall States –Michigan, Wisconsin y Pensilvania– optaron por Trump. También en 2024, pero con más apoyo para el republicano.

Dado el resultado conocido, es de alabar la presciencia de Kamala Harris cuando, a propósito de la metedura de pata de Biden (“los seguidores de Trump son basura”), corrigió al todavía presidente: “No juzgaré a nadie por su voto. Seré la presidenta de todos los americanos”. Porque los votantes no han repudiado a Harris: simplemente, no han comprado su mensaje. En cambio, la mayoría del país sí ha elegido el programa de Trump. En esto no hay equívocos: el republicano no es amigo de ambigüedades.

A Trump le ha votado, según nuestra encuesta a pie de urna, un 86% que piensa que “el estado de la economía es paupérrimo”, y a Harris, un 89% que dice: “El estado de la economía es excelente”. El 83% de los que han votado a Trump dicen que “están peor económicamente ahora que hace cuatro años”. Con Harris es el contrario. Lo habíamos anticipado: la economía sería la principal motivación del voto, con 9 de cada 10 votantes a favor de Trump en ese aspecto, teniendo en cuenta sus promesas en materia económica e inflación.

Para ganar por encima del 50%, en Estados Unidos es necesario el voto femenino, que supone el 54% del electorado (51% en España). El apriorismo de que las mujeres votarían mayoritariamente a Harris no se ha cumplido: han votado a Trump el 36% de las mujeres entre 18 y 29 años; el 41% del tramo 30-44; el 48% de las de entre 45 y 64, y el 45% de las mujeres de 65 años o más. Son porcentajes significativos del voto femenino a favor de Trump, en todas las cohortes de edad. En las encuestas a pie de urna, muchas mujeres dijeron sentirse ofendidas “por las declaraciones de conocidas mujeres demócratas que las animaban a votar, mintiendo a su marido, en el caso de que este votara a Trump”.

Esto aplica a la raza: a Trump le han votado el 52% de las mujeres blancas, el 41% de las asiáticas, el 37% de las latinas/hispanas y el 7% de las afroamericanas. Como decía ayer Dana Bash (CNN), “los demócratas tendrán que hacer un profundo ejercicio de introspección para saber en qué han fallado a las mujeres”. Sin extendernos más con datos sociodemográficos, el 44% del total de las mujeres han votado a Trump, y no solo del centro y el sur del país (mujeres más conservadoras), sino también en las dos costas, más progresistas.

En lo que respecta al voto masculino, se repite el patrón de comportamiento del voto femenino, pero con porcentajes mayores, especialmente en lo que a la la economía, la inflación y la inmigración se refiere. El 59% de los varones blancos han votado a Trump, así como el 54% de los varones hispano/latinos, el 36% de los asiáticos y el 20% de los afroamericanos.

Estos datos (y muchos otros) no deberían sorprender a los demócratas. Barack Obama siempre ha sostenido que “considerar a las personas, electoralmente, como bloques, es un error”. Pero eso es lo que ha hecho la campaña de Harris: considerar que mujeres y minorías les iban a votar porque… ¿sí? Ha sido un fuerte error de cálculo porque si, históricamente, la clase trabajadora votaba demócrata, en 2024 el 57% de los que menos ganan han votado a Trump. Las promesas de reindustrialización, devolver los empleos (de calidad) subcontratados a los países asiáticos y México, y reducir drásticamente la inflación han calado en el electorado, tanto masculino como femenino.

Comienza una nueva etapa en Estados Unidos y en el mundo. Pero no de total incertidumbre, a pesar de la conocida impredecibilidad de Trump: gobernó hace cuatro años y sus ideas son bien conocidas. Giorgia Meloni, Pedro Sánchez, Macron, Zelenski y muchos líderes políticos mundiales han felicitado a Trump por su victoria. El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, felicitó a Trump por “su histórica victoria electoral”, en sabiendo que Starmer es persona (bastante) non grata para Trump…

Los líderes mundiales son pragmáticos. Conocen a Trump. Saben cómo ganárselo con elogios…; ergo, Trump 2.0 no debería de ser peligroso ni preocupante. Bastaría con que se centrara en impulsar la prosperidad económica y en buscar la paz mundial, acabando con los sangrantes conflictos abiertos. Lo demás vendrá por añadidura.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de ‘El New Deal de Biden-Harris’



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