Las claves del día: el trepidante último capítulo del “mejor momento de la historia” del tren español
A la espera de más detalles, la historia no deja de tener un trasfondo muy revelador de cómo funciona muchas veces la administración de lo público
Un tren vacío atraviesa descontrolado la capital de España por un túnel subterráneo. De seguir su camino, puede acabar impactando contra otro tren, este con pasajeros, y causar una catástrofe. Los tiempos turbulentos piden hombres de acción, así que un héroe anónimo decide desviarlo en el último momento y descarriarlo. Y así acaba, volcado, a pocos metros de llegar a la estación de Atocha. No es esta la sinopsis de la última película de Tom Cruise, sino el capítulo más reciente del, en palabras del ministro de Transportes, Óscar Puente, “mejor momento de la historia” del tren en España.
A la espera de más detalles, la historia no deja de tener un trasfondo muy revelador de cómo funciona muchas veces la administración de lo público: los responsables se van sucediendo en los despachos de las plantas altas (con los ciclos electorales, normalmente), mientras una serie de empleados públicos responsables y anónimos apagan fuegos en los túneles. En estos malos tiempos para el heroísmo, noción cada vez más denostada, lo suyo sería que esa persona fuera reconocida por su labor. Aunque no sea Tom Cruise.
El nihilismo financiero que conquista a los jóvenes
Sabedores de que no van a poder comprarse una casa, y sospechando que no habrá sistema de pensiones para cuando les toque jubilarse (si ese concepto existe para entonces), los inversores más jóvenes se abandonan al nihilismo financiero y, dando por muerto al sistema, invierten en criptomonedas.
Estas no tienen, por el momento, las características que uno esperaría de un fondo de pensiones, como un riesgo moderado o una vocación de largo recorrido. Para un nihilista, sin embargo, como el mal y el bien, esos rasgos son contingentes y subjetivos. Lo que no lo es tanto es la rentabilidad.
Sumar critica el dumping portugués... e ignora el que reivindica Euskadi
Sumar mostró ayer un inusitado patriotismo español al criticar duramente que Repsol vaya a invertir 15 millones en Portugal, en vez de en España, por la política fiscal del Gobierno (del mismo modo que se echa de menos una crítica por parte de otros partidos, habitualmente reivindicativos de lo muy español y mucho español). El partido antes liderado por Yolanda Díaz reclama también una armonización fiscal en Europa, al tiempo que se pone de perfil con la flamante singularidad catalana y el inamovible régimen foral vasco y navarro. Por cierto, que el progresista a tiempo parcial PNV reclamó ayer poder decidir cómo se aplica el impuesto a las energéticas y a la banca en Euskadi... al tiempo que sus diputados en el Congreso son decisivos en si se ejecuta en el resto de España.
La frase
Está claro que EE UU seguirá presionando a sus aliados para que impongan más restricciones a la exportación de tecnología de chips. La pregunta es: ¿qué es lo correcto para Países Bajos? ¿Qué es lo correcto para Europa?Christophe Fouquet, CEO de ASML
Las funciones principales del teléfono móvil no cambian de un modelo a otro
Llevar algún objeto en las manos, aunque sea un simple bolígrafo, nos ayuda a sentirnos protegidos, porque siempre se puede utilizar como arma en el caso de que sea imprescindible. El teléfono móvil cumple esa función (hoy, Stanley Kubrick habría transformado el hueso de 2001 en smartphone), y también la de chupete, en la medida en que calma (de forma superficial) el síndrome de abstinencia de los estímulos afectivos. Luego están sus misiones teóricas, como mantener comunicado al usuario, y que pueda llamar a emergencias de necesitarlo. Más allá de eso, la cámara o el reproductor de música son añadidos secundarios que sirven, sobre todo, para que los fabricantes publiciten nuevos modelos con cambios insignificantes. Y algunas personas se resisten a cambiar porque sí.