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Mercados

Jóvenes y cripto: “No va a haber pensiones para todos. Invierto para asegurarme un retiro”

La precariedad laboral, la incertidumbre sobre el futuro y la necesidad de más ahorros empuja a las nuevas generaciones a buscar alternativas. Las rentabilidades más elevadas de los activos digitales y su función de reserva de valor atrae a estos ahorradores

Vicent, uno de los jóvenes que invierten en criptos, en Pedreguer, Alicante.
Vicent, uno de los jóvenes que invierten en criptos, en Pedreguer, Alicante.Mònica Torres

Inflación, miedo a no recibir la pensión, necesidad de tener más ahorros, pura curiosidad. Los motivos que mueven a los jóvenes a invertir en criptomonedas son variados aunque en todos hay un elemento en común: decir basta a la precariedad. En la mayoría de los casos los que empiezan a sumergirse en este mundo lo hacen de autodidactas: no tienen estudios en el sector de las finanzas, ni carreras laborales vinculadas a ello. Las redes sociales, especialmente Telegram, Twitter, Youtube y Discord, son sus guías para aprender y seguir la actualidad de este mundo.

El recorrido, para muchos de ellos, es común. Al principio, domina la impaciencia para lograr dinero rápido que los empuja hacia un vértigo de satisfacciones y decepciones. Hay quien lo pasa mal y, si no se aleja del sector, termina por imponerse una disciplina. Del querer grandes rentabilidades inmediatas pasan a ver estos activos como reservas de valor e inversión a largo plazo, con la esperanza de tener un colchón de dinero para el futuro. La pandemia fue un punto de inflexión para muchos de ellos, que tuvieron más tiempo para estudiar y ahondar en este mundo.

“El bitcoin es como el oro, no se toca”

Christian Rodrigues escuchó hablar por primera vez de criptomonedas en 2013, mientras trabajaba como infografista en un periódico en Venezuela. Recuerda perfectamente cuando un compañero le comentó que estaba creando una cripto y que necesitaba a alguien para diseñar su logo, bajo la condición de pagarlo en bitcoin. “No lo hice. Pensé que era un loco”, confiesa riéndose. La segunda vez fue en 2016, ya en España, cuando el bitcoin valía 800 dólares. Otro compañero de trabajo ofreció comprar entre todo su equipo un bitcoin. Tampoco lo hizo. Ahora ronda los 68.000 dólares, muy cerca de superar sus máximos históricos.

Pero en 2020, en plena pandemia, todo cambió. Con el teletrabajo, este venezolano de 39 años que reside en Madrid tuvo más tiempo para curiosear sobre ese mundo. Fue en ese entonces cuando se topó con los NFTs. Como diseñador digital en una agencia de medios, sentía que estos activos estaban más ligados con su mundo que otros: “Pensé que era el match perfecto. Hago diseño digital, creo animaciones, las vendo y gano pasta”. Pronto se dio cuenta que no era tan fácil. “Cuando empecé se vendían NFTs por millones de euros y yo decía ‘por qué no me puede tocar a mí’”. Una de sus primeras inversiones fue en la colección Invisible Friends. “Al principio la vendían en 200 euros, poco después valía ya 40.000. Decidí no venderlo. No te digo cuánto cuesta ahora”, dice bajando la mirada. Este activo ronda actualmente los 300 dólares.

DVD 1234 Madrid, 03/10/2024. Christian Rodrigues, Reportaje sobre jóvenes que invierten en criptos. /Pablo Monge.
DVD 1234 Madrid, 03/10/2024. Christian Rodrigues, Reportaje sobre jóvenes que invierten en criptos. /Pablo Monge.Pablo Monge

Confiesa que al principio perdió dinero: “Eran picos de mucha adrenalina, era como una droga”. Las redes sociales son su gurú para surfear el sector: de hecho, se considera adicto a internet, principalmente Twitter, donde observa las tendencias y la información sobre la actualidad cripto, y YouTube, a lo que debe la mayor parte de su formación en este mundo. El siguiente paso fue invertir en bitcoin. Lo hizo después de hablar con un amigo que gestiona un fondo de inversión en esta criptomoneda. Allí se le abrió un mundo: “La lógica de programación es perfecta, toda la forma de minar es perfecta”, espeta. La escasez y el hecho de que la oferta sea limitada -hasta las 21 millones de unidades- también le fascina. Se considera un rebelde y le encanta que sea contrario al sistema financiero tradicional.

Al principio no fue fácil. Seguía las cotizaciones casi en tiempo real, actualizando cada ciertos minutos. “Lo pasé mal”, asegura. Ahora tiene unas 20 aplicaciones en el móvil, pero se impuso disciplina y una estrategia: invertir a largo plazo, a 10 años. Por ahora pone dinero cada mes: a veces 20 euros, otras 100. Calcula que en estos años ha desembolsado unos 4.000 euros. “Cuando estás dentro tienes que definir lo que quieres. Si dinero rápido, en cuestión de minutos, o seguro. Si no lo defines te puede ir muy mal, incluso a nivel de salud”. Calcula que sus pérdidas rondan los 2.000 euros, con Cardano. En ese entonces hasta lo recomendó a amigos, pero la criptomoneda cayó. “Fue horrible. Ahí aprendes que no puedes invertir dinero que necesitas mañana, ni todos los ahorros”.

Ahora apuesta especialmente por ethereum y solana. Tiene algo de bitcoin, pero como reserva de valor: “Es como el oro, no se toca”, aunque invirtió también en BNB y Cardano, así como en algunas shitcoin [criptodivisa sin propósito más allá de la especulación, y por tanto de muy alto riesgo] como Pepe. Una mañana puso en esta criptomoneda meme 30 dólares y esa misma tarde subió a 600. Si bien al principio fue la curiosidad a moverlo hacia las criptos, ahora pone su mirada hacia el futuro. “No he vivido ni trabajado aquí toda la vida y creo que no va a haber pensiones para todos. Entonces invierto para asegurarme un retiro”.

“Busco inversiones para que no se me licue el sueldo”

Facundo V. vive en Buenos Aires y tiene 31 años. Gestiona un ecommerce, pero busca un trabajo para tener mayor estabilidad. Estudió diseño gráfico y ahora está cursando una formación profesional de mercado de capitales. Su acercamiento a los mercados fue en 2017, escuchando el podcast Neurona Financiera. Se abrió una cuenta en un broker, donde empezó a invertir en mercados tradicionales, principalmente en el S&P 500. Un año después se sumergió en el mundo cripto. La inflación, cada vez más alta y de doble dígito, lo convenció. “En el trabajo no me iba mal. Tenía capacidad de ahorro pero no me lo podía quedar en pesos. Entonces he ido buscando inversiones para que no se me licúe mi sueldo. El argentino tiene un poco eso, de sentir que el dinero se les escapa de las manos”, comenta por llamada telefónica.

Empezó como autodidacta, informándose en redes sociales, en foros y en YouTube, en una búsqueda que describe como interminable. Su primera inversión fue en XRP y terminó acabando en “obsesión”. “Fue la criptomoneda con la que fantaseaba poder ganar mucho dinero”, confiesa. Lo consiguió: en una semana logró aproximadamente unos 30.000 dólares. “Es una vez en un millón, no volvió a suceder”, dice. Fue pura suerte: estaba frente al ordenador, en un momento de fuerte subidón de las cripto, cuando decidió subirse a la ola y apretar botones “a lo loco”. Así lo logró. Paradójicamente, ese dinero lo invirtió en el activo más tangible de todos: suelo. “Compré un terreno a unas tres cuadras de un lago en la provincia de Córdoba. Es una inversión segura, porque el dólar puede caer, el bitcoin desaparecer, pero no hay nada más tangible que un pedazo de tierra en tus manos. Lo hice también para obligarme a no tocarlo y no ponerlo en riesgo”, confiesa.

No todos fueron éxitos. También perdió dinero: unos 2.000 dólares el año pasado y unos 1.500 este año. Sin embargo, afirma seguir estando en ganancias. “Eso de ganar y después perder muchas veces te invita a alejarte. Afecta mucho psicológicamente. Cuando operas trading es 24/7. Si dejas que las noticias y que todos los creadores de contenido y la información que hay en redes te afecte, lo puedes pasar mal, te genera mucha ansiedad, te quita el sueño”. En ocasiones se despertaba en el medio de la noche y miraba un gráfico. A veces, lo primero que hace al despertar es controlar las cotizaciones, un ritmo que ha afectado su vida personal y laboral. Por ello, pensó en varias ocasiones en dejarlo, aunque todavía no lo ha hecho.

Este joven considera que el sistema financiero está roto, pero se muestra cauteloso también en el mercado cripto. De hecho, ha construido un portfolio diversificado: “Tengo un 16% en Near Protocol, un 10% en Polkadot, un 2% en una shitcoin del PSG, y un 72% en liquidez, en dólar cripto”, detalla. No tiene bitcoin, porque cree que pronto va a volver a caer. “Pero pienso comprar en caso de caídas fuertes. Por eso, por ahora, tendré unos 2.000 dólares comprados, entre S&P 500 y cripto, y luego dólar en broker y dólar cripto en exchange″.

“Los que tenemos pocos recursos buscamos todo tipo de formas de ganar dinero”

En Pedreguer, Alicante, vive Vincent, de 28 años. Este joven, que prefiere no dar su apellido, empezó a invertir en criptos en 2021, aunque lo hizo con miedo. “Al final te estás jugando tus ahorros y tampoco tengo muchos”, dice. Él también inició de autodidacta, siguiendo a creadores de contenido y canales de YouTube como FunOntheRide, aunque pronto optó por hacer un curso de criptomonedas en línea. Invirtió desde el principio en criptomonedas como bitcoin y ethereum: “Es lo más seguro que hay”, considera, aunque también apostó por algunas otras altcoins, escogiendo siempre entre las más consolidadas.

Vicent enseña una aplicación que utiliza para ver las cotizaciones.
Vicent enseña una aplicación que utiliza para ver las cotizaciones. Mònica Torres

Reconoce que ha ido invirtiendo poco a poco, unos 2.000 euros en total. “Llegué a duplicar mi inversión, pero luego las criptos bajaron”, afirma. Ahora está casi igual que al principio. Vicent, que trabajaba en las renovables y ahora está en paro, empezó a invertir para salir de la precariedad: “La gente que somos de clase baja y tenemos pocos recursos buscamos todo tipo de formas de ganar dinero. Lo hice para ahorrar también”. Explica que también hizo staking [el equivalente en critpoactivos de un depósito]: “Algunas criptos te dan un porcentaje anual, un 20% solo por tenerlo allí. Esto genera un ingreso que en tu banco no te dan, pese a tener todo tu dinero allí”.

Al principio vivió el subidón típico de las inversiones, pero luego fue moderándose. Del estar pendiente todos los días de las cotizaciones, aprendiendo e informándose, después de un rato se cansó. Y ahora sigue las valoraciones semanalmente o mensualmente. “Creo en el futuro de este proyecto, pero pienso que sacaré todo cuando esté un poco mejor, para ganar algo de rentabilidad pero sin arriesgar”, confirma. Invierte pese a la incertidumbre de sus padres, que saben poco del tema, más allá de lo que sale en los medios: “En la tele sale cuando hay estafas o cuando cae mucho, pero nunca cuando sube”, comenta frustrado.

“Yo no espero tener una pensión”

La diversificación de la cartera es un aspecto importante también para Vladimir Aparicio, brasileño de 39 años que vive en Oderzo (Italia). Empezó a invertir en criptos en 2019, “con calma, no de manera agresiva”, explica. Día tras día, le empezó a gustar este mundo y a comprar siempre más. Si al principio fue todo autodidacta, pronto decidió tomar cursos para comprender los activos digitales.

Ya tenía experiencia en la inversión en Bolsa pero optó por ampliar su formación y diversificar su cartera. Por ello, se matriculó en cuatro cursos, todos en línea, con inversores y gestores brasileños. Lo hizo con un objetivo muy claro: tener una jubilación digna. “Yo no espero tener una pensión. Por eso invierto en Bolsa, porque me genera un dividendo, e inversiones que me dan una rentabilidad interesante, como las criptos”, explica. Pese a ser consciente de la fuerte volatilidad, cree en el crecimiento de este mercado y la tecnología blockchain.

Si bien inicialmente empezó con inversiones más arriesgadas y hasta intentó el trading, su estrategia hoy es comprar, entre dos y tres veces al mes, y no vender. Utiliza plataformas como Coinbase, Binance y Revolut. No se ha fijado un plazo para retirar su dinero, sino que lo decidirá cuando lo considere oportuno. En este momento invierte en bitcoin, ethereum, eos. Si bien no quiere revelar la cantidad de su inversión, explica que todo lo que ha perdido lo ha recuperado, y en este momento tiene ganancias tanto en bitcoin como en ethereum. Entre las inversiones más arriesgadas, recuerda el día en el que quiso colocar 25 dólares en cuatro shitcoins diferentes: “Tres desaparecieron, una repuntó y cuando una llegó a los 1.000 decidí vender”, rememora. Si bien su estrategia de inversión es a largo plazo, chequea todos los días las valoraciones y trata de ver videos e informarse sobre el universo cripto.

“Ahora el 100% de mi remuneración es en criptomonedas”

Paola García tiene 31 años y vive en Medellín (Colombia). Esta arquitecta y planificadora urbana escuchó hablar por primera vez de criptos en 2021, en un curso de finanzas personales. En ese momento, no le despertaron gran interés, hasta que escuchó un podcast sobre blockchain y Web3. “Una invitada hablaba de la importancia de que las mujeres participen activamente en la construcción de la nueva versión del internet y la economía. Seguí investigando y comencé a conectar con comunidades de mujeres en blockchain y cripto”, rememora.

Estos contactos la animaron a hacer un curso básico sobre esta tecnología y, más adelante, a tomar en serio su inversión en cripto. Este año decidió hacer la transición completa a Web3: “Ahora el 100% de mi remuneración es en criptomonedas”, recalca. Sus ahorros, en cambio, están diversificados. “Mi fondo de libertad y emergencias está en CDT (certificados de depósito a término fijo), cuentas de ahorro y en dólares digitales (stablecoins), que pueden tener rentabilidades más moderadas pero ofrecen una mayor seguridad y liquidez”, detalla. Para su portfolio de retiro, también tiene inversiones en cripto, principalmente bitcoin, ethereum y algunos tokens que le interesan por su tecnología o proyecto, pero también en dólares digitales, acciones en Colombia, ETF globales y REITs (Real Estate Investment Trust), además de CDT y renta fija. “Reviso y balanceo estas inversiones mensualmente”, dice.

Pese a los temores iniciales, su enfoque de inversión, cuenta, es a largo plazo: hasta ahora no ha tenido pérdidas en cripto, pero tampoco las ha vendido. Reconoce que las altas rentabilidades son tentadoras y que por ello trata de seguir estrictamente su estrategia: “Confiar más en la magia del interés compuesto y no invertir en lo que no conoces”.



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