La sobria banquera alemana elegida para batallar con Andrea Orcel
Bettina Orlopp es la primera mujer en dirigir Commerzbank, que atraviesa un momento de gran convulsión ante la ofensiva de Unicredit
Una reunión con inversores. A ella asiste, junto a un compañero, la directora financiera (CFO, por sus siglas en inglés) de un conocido banco alemán. Su interlocutor, en lugar de hablarle directamente a ella, se dirige a su colega como si él fuese el responsable financiero, hasta que este le pasa una discreta nota donde pone: “La CFO es ella”. Con esta anécdota resume Bettina Orlopp (Solingen, Alemania, 54 años) lo que es ser una mujer en el mundo de la gran banca. Y, aunque seguirá lidiando con las batallas que ello conlleva, a partir de ahora es poco probable que alguien no sepa quién es: la ejecutiva alemana ha sido nombrada CEO de Commerzbank, la primera mujer en su historia, y será quien dirija el segundo banco de Alemania en su lucha por la independencia contra Andrea Orcel, CEO del italiano Unicredit, que ha comprado un 21% del capital, entre acciones y derivados.
Al contrario que Orcel, Orlopp no es una financiera de pura cepa, sino una ex-McKinsey (como Carlos Torres, de BBVA), un calificativo que en el mundo de los negocios implica mucho más que una simple línea en el curriculum. Estudió administración de empresas en la Universidad de Ratisbona, y empezó a trabajar en la poderosa consultora, de cuya expansión en Alemania fue responsable su padre. Tras siete años, que aprovechó para doctorarse en finanzas, fue nombrada socia, cargo en el que estuvo 12 años.
En McKinsey, Orlopp tuvo que luchar para abrirse paso en un sector muy exigente –incluso para quien tiene un apellido de peso–, y más aún para una mujer que quiere formar una familia. La ejecutiva llegó a tener jornada reducida para cuidar a sus dos hijos, algo inusual en el mundo de la alta consultoría. “Es la mujer más competente con la que he trabajado”, defiende en Der Spiegel un veterano de Commerzbank.
La nueva CEO fichó por Commerzbank en 2014 como una de las responsables de desarrollo y estrategia. Tras dos años, pasó al consejo de administración. En 2020 fue nombrada CFO, puesto en el que estuvo hasta principios de mes, y en 2021, vicepresidenta del consejo. Orlopp se define a sí misma como una persona leal, y quienes han trabajado con ella la describen en los medios alemanes como reservada, aunque poco a poco ha ganado popularidad en el banco. Con fama de sobria y analítica, es conocida por querer tener control sobre todo, una inclinación poco adecuada para los convulsos tiempos que atraviesa la entidad que ahora dirige.
Lucha por la independencia
En la república romana, con el enemigo a las puertas, la democracia se suspendía, y se nombraba un dictador provisional. Orlopp no será una dictadora, ni la democracia dentro de Commerzbank se ha acabado –de hecho, el enemigo, Unicredit, tiene derechos de voto– pero sí es la elegida para luchar por la independencia del banco frente a, precisamente, un romano.
Todo ha ido muy rápido: en septiembre, el Gobierno alemán anunciaba la venta de su parte de Commerzbank. El banco italiano adquirió primero un 9%, lo que no fue mal recibido. El giro vino algo más tarde: el 23 de septiembre, la entidad anunció que había suscrito instrumentos derivados por un 11,5%. Las autoridades alemanas saltaron como resortes para censurar el movimiento, pero no parece que tengan mucho margen de acción más allá de la indignación.
Apenas unos días después, el banco alemán confirmaba el relevo del muy impopular –entre los empleados– CEO, Manfred Knof, responsable de los recortes de gasto y personal de los últimos años, cuyo mandato caducaba en 2025. Orlopp, que se enteró de la entrada de Unicredit en un vuelo de vuelta de una conferencia de inversores en Nueva York, según el diario Süddeutsche Zeitung, es la elegida para tomar el timón.
“Como CFO, no te haces popular porque sí, porque forma parte del trabajo decir que no a veces”, afirmaba en declaraciones recogidas por Dier Spiegel. Toca decir que no, pero con salvedades: aunque fuentes cercanas a ellas defienden en el Financial Times que no está a favor de una fusión, la nueva CEO va a tener que sentarse a hablar con Orcel: primero, porque la combinación de acciones y derivados convierte a Unicredit en su máximo accionista (a la espera de una autorización formal) y, segundo, porque los inversores piden que haya diálogo.
Ya es una cuestión de Estado: en Italia tienen ganas de hincarle el diente a una empresa germana, en una suerte de vendetta de la Europa periférica contra una compañía de Alemania, el policía fiscal de la eurozona en la crisis financiera. En Fráncfort, el jefe del comité de empresa de Commerzbank gritó en una manifestación hace unos días: “¡Y luego vienen los italianos e intentan comprarnos sin tener ningún modelo de negocio!”.
Por el momento, Orcel defiende que no busca una opa hostil, y que su objetivo es conseguir el 29%. Pero declaraciones de este tipo por parte de antiguos banqueros de inversión, con tantas operaciones a sus espaldas, han de tomarse con cautela. Este es el panorama que se encuentra Orlopp en lo que es, por el momento, la cumbre de su carrera. Un puesto como CEO, que, si no logra evitar el asalto italiano, puede no durar mucho: la primera mujer al frente del banco puede ser, también, la última.
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