Orcel, el tiburón de las finanzas que revuelve el mapa bancario europeo
El ejecutivo trata de poner la guinda a su trayectoria tras unos años de números brillantes de Unicredit
Andrea Orcel, el consejero delegado de Unicredit que ha puesto en jaque al Gobierno alemán con su órdago para comprar el Commerzbank, no tiene fama de dar pasos atrás. Según las autoridades germanas, que se han visto obligadas a intervenir por boca del propio canciller, Olaf Scholz, se trata de “ataques poco amistosos” y “adquisiciones hostiles”. Frente a ello, “maktub” es la palabra árabe que le gusta repetir al ejecutivo italiano. Viene a significar que las cosas son de una manera y no pueden hacerse de otra, que algo “está escrito”. Lo revelaba al Financial Times en mayo de 2019, en plena marejada por su frustrado fichaje por el Santander en España, que acabó en un sonoro pleito. “No soy conocido por ser una persona que se vaya o deje pasar las cosas, especialmente cuando creo que no dejarlo pasar es lo correcto”. Desde luego, la oportunidad del Commerzbank la ha cogido al vuelo.
Para Orcel (Roma, 1963), abandonar UBS para convertirse en consejero delegado del Santander suponía el desafío de encajar en un banco comercial, con sus servidumbres, un reto que ha terminado afrontando en Unicredit. Consejero de cabecera de Emilio Botín, a quien asesoró en adquisiciones como Abbey National, ABN Amro, Sovereign o el auténtico golpe de mano que supuso Antonvenetta, es conocido entre sus pares por las virtudes propias de un banquero de inversión, elevadas en su caso a la enésima potencia. Forjado durante dos décadas en Merril Lynch, no estaba entre sus reconocidas virtudes la gestión diaria del negocio retail, y sí una capacidad innata para el M&A (fusiones y adquisiciones, por sus siglas en inglés). Un modelo que obliga a estresar las empresas y las estructuras organizativas con el fin de sacar adelante las transacciones.
“Es lo que se conoce como un tiburón de las finanzas. Se mueve con un equipo de 20 personas y estás con él o contra él”, aseguraba en los días en que orbitaba alrededor del Santander un financiero que había sufrido en sus carnes la competencia del italiano. En efecto, tampoco tenía experiencia en gestionar la plantilla de una entidad tradicional, con su inevitable burocratización, sino más bien un equipo de fieles con alto nivel de rotación. El fichaje de Orcel por Unicredit implicaba apostar por un perfil disruptivo, como un intento de estrujar el balance en busca de operaciones que aportaran mayores rentabilidades que el negocio tradicional, estrangulado por la regulación. También la posibilidad de acometer una operación corporativa.
“No es probable que suceda a corto plazo, aunque si hay que hacerla, la hará”, aseguraban fuentes cercanas del Santander para defender su fichaje, antes de que este colapsara. No ha tardado en demostrar, ya en Unicredit, que pese al prolongado compromiso del banco italiano con la Filarmónica de La Scala, él prefería rock and roll Por el momento, lo cierto es que los números al frente de Unicredit le avalan para ser expeditivo. En el primer semestre del año, la entidad alcanzó un beneficio récord de más de 5.000 millones, un 19% superior al del año anterior. Y en 2023 elevó las ganancias un 54%, hasta otro récord de más de 8.600 millones. Desde que fue elegido consejero delegado de Unicredit en la primavera de 2021 el precio de la acción casi se cuadriplica.
Las fuentes consultadas apuntan a la necesidad de Orcel de culminar toda esta obra con una gran operación corporativa. Y nada parece más apetecible para un colmillo afilado de las finanzas como el suyo que poner la primera semilla de la primera operación transfronteriza en Europa. Otros encuentran una barrera infranqueable en la no culminación de la unión bancaria y la falta de un fondo de garantía de depósitos único para no abordar una transacción en bancos de distintos países europeos. Para Orcel es una oportunidad.
Las subidas en los tipos de interés han dado la vuelta al panorama. Si en los estertores de la crisis la necesidad de hacer fusiones las justificaban la necesidad de ganar a través de sinergias de costes —reduciendo las plantillas y las oficinas—, ahora se abre la espita a hacerlo a través de los ingresos. Ante este panorama, Orcel se ha fijado en un parámetro muy concreto. Pese a la mejora de sus resultados el banco cotiza aún por debajo de su valor en libros. En principio, el banquero italiano ha leído la operación como una transacción meramente germana, a través de su potente filial en ese país que supone su mayor mercado, pero a nadie se le escapa que su ambición va más allá.
La propia ejecución de la operación con Commerzbank, con instrumentos y movimientos para avanzados en las finanzas, enseña algo del carácter de Orcel y asemeja la figura del banquero casi a la de los espías. Compró las acciones del banco de manos del propio Gobierno alemán, que decidió iniciar la privatización completa de la entidad con la colocación de acciones en el mercado. Para no levantar suspicacias, Unicredit se valió de dos competidores, Barclays y Bank of America, a través de los que compró las acciones hasta el 11%. Para alcanzar el 20% deberá convertir otros derivados que también ha comprado en mercado.
Como buen banquero de inversión, está acostumbrado a oler las oportunidades del mercado antes que nadie, anticiparse a sus competidores y ejecutar las operaciones con contundencia. Ahora, sin embargo, deberá aplicar alguna dosis de calma. En una entrevista con Bloomberg, poco tiempo después de comprar las primeras acciones de Commerzbank, ya describió la operación como “paciente”.
Un banquero de inversión que sigue de cerca el sector financiero pronosticaba que el desenlace de la operación se alargará meses y tornará —si no lo ha hecho ya— en culebrón. Algunos pronostican que el gran banco alemán, el Deutsche Bank, entrará en juego y tratará de hacerse con Commerzbank. Otros dudan de la capacidad real Gobierno para vetar la operación y qué papel jugará Bruselas y el Banco Central Europeo. Pero lo que está claro es que el banquero italiano se ha hecho con un potente arma, el 20% de la entidad. Quien quiera resolver el futuro del banco alemán deberá sentarse a hablar con él.