Las claves: las trampas al solitario del Estado con Muface, y el becario sigue trayendo cafés
El sistema sanitario español es más frágil aún de lo que parece, que ya es mucho
El sistema sanitario español es más frágil aún de lo que parece, que ya es mucho. Del público ya conoce todo el mundo sus limitaciones, pero el privado tampoco está mucho mejor, sobre todo desde que muchos ciudadanos cansados optaron por pagar un seguro, para descubrir que no es ninguna panacea. Pero es que el equilibrio es aún más endeble, porque hay un millón de funcionarios que recurren al concierto de Muface, que sobrevive a costa de las pérdidas de Adeslas, Asisa y DKV.
La idea de que el Estado pague un concierto a sus empleados, en lugar de reforzar su propia sanidad, es polémica de por sí, aunque forme parte del paisaje. Ahora ese artificio está en peligro de deshacerse, porque las aseguradoras actuales se niegan a asumir las condiciones que ofrece la Administración. Que los 1,5 millones de funcionarios acogidos tuvieran que recurrir a la sanidad pública (muchos de ellos en la Comunidad de Madrid) provocaría un terremoto en una infraestructura al límite. Se comprende que el Gobierno quiera regatear, pero quizá habría que asumir en algún momento que no se pueden seguir haciendo trampas al solitario usando el dinero del contribuyente.
BBVA y Sabadell: una lucha en las playas, las calles, los campos y las montañas
Con las marquesinas, periódicos y televisiones inundados de eslóganes como, “¿qué banco necesita el mundo ahora?” o “el poder de elegir”, los presidentes de BBVA y Sabadell, Carlos Torres y Josep Oliu, han hecho suyas las palabras de Winston Churchill en aquel célebre discurso tras el fracaso de Dunkerque: luchan por vencer en la opa en las playas, las calles y los campos. Oliu, especialmente, ha adoptado la parte en la que Churchill encomiaba a no conformarse con una guerra defensiva, y el banco que preside se ha lanzado al ataque con dividendos. BBVA ya ha adaptado la oferta a este movimiento. El siguiente campo de batalla es la CNMC.
Más de un año después, el becario sigue trayendo los cafés
14 de junio de 2023. Unos sonrientes Unai Sordo (CC OO) y Pepe Álvarez (UGT) posan junto a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con un documento marcado con alambicadas firmas, como merece un buen acuerdo. Presentan el flamante estatuto del becario, una legislación que viene a acabar con algunas prácticas no deseables con los últimos monos de las empresas, demasiado frecuentemente mal pagados (o no remunerados en absoluto) y condenados a tareas que no sirven para nada en su formación.
El mismo día de la foto, Moncloa y Economía alegaron que el texto firmado por Trabajo estaba “verde” y que le faltaba “trabajo técnico”. Y ahí quedó, en el limbo legislativo de la coalición. Más de un año después, sale a audiencia pública. El becario, mientras, sigue trayendo los cafés.
La frase
Habrá activos bloqueados significativos en el sector inmobiliario comercial por la transición verde: edificios antiguos que no van a sobrevivirTendrán que renovarse, si es posible, o derribarse y reutilizarseMark Carney, presidente de Brookfield Asset Management
La tecnología avanza que es una barbaridad; la felicidad, no tanto
Las tecnologías que parecían de ciencia-ficción en las películas de James Bond ya están aquí: véanse los pagos sin contacto, con reloj inteligente, anillo inteligente, o móvil (cuya inteligencia ya se da por hecha). Son muy seguros, según los expertos, aunque, por supuesto, dejan rastro absoluto de la transacción, algo que agrada a las autoridades e incomoda a los celosos de su privacidad.
También se ha desarrollado enormemente, sin que casi nos demos cuenta, la tecnología de las comunicaciones, de modo que podemos hablar y ver a nuestro interlocutor en nuestro móvil. Quizá no lo valoramos tanto como esperábamos, porque nos hemos dado cuenta de que nuestra vida sigue siendo más o menos igual de feliz o infeliz que antes.