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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Deberes tras la vuelta a la normalidad

Tras restañar las heridas de la pandemia y el fin de la crisis inflacionaria, los países deberían buscar recursos para reducir su deuda pública, al tiempo que financian las reformas pendientes

mercado madrid
Vista de un puesto en un mercado madrileño.Gema García (EFE)
CINCO DÍAS

El IVA sobre el aceite y algunos productos básicos, como harinas, huevos o fruta y verdura, subirá desde hoy tras el fin de las ayudas públicas contra la crisis inflacionaria. La espiral de precios iniciada a raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia propició una respuesta similar en los países europeos.

En España, el Gobierno aprobó la rebaja del IVA para los alimentos de primera necesidad, subvencionó los combustibles, rebajó el IRPF a los más vulnerables, limitó la revalorización de alquileres, prohibió los desahucios, extendió el bono social a más familias y otorgó ayudas para el transporte público entre otras medidas. Muchas de estas ayudas ya han decaído tras el fin de la perturbación inflacionista. Los expertos coinciden en cuestionar lo poco quirúrgicos de estos apoyos, que casi no distinguían por niveles de renta. De hecho, un reciente informe del Banco de España concluye que las ayudas fiscales del Gobierno aliviaron más a las comunidades más ricas.

España no fue ni la primera, ni la única en aplicar este conjunto de medidas, como presume el Ejecutivo. La mayor parte de los países desarrollados destinaron grandes cantidades de dinero público para proteger a sus familias y a su tejido productivo. Y, como constata, la OCDE en su informe Reformas de la política fiscal de 2024, divulgado ayer: “Las reformas fiscales han sido una de las herramientas clave que han utilizado los gobiernos para proteger a los hogares y las empresas de los niveles de inflación más altos de la última década y del impacto económico de la pandemia de la covid”. La organización destacó ayer un cambio de tendencia respecto a los últimos años. Con el regreso a la normalidad ha percibido otro enfoque de las políticas fiscales de los países. Se han revertido las rebajas fiscales y están tomando el camino contrario para comenzar a construir colchones ante futuros shocks. La sucesión de crisis desde el inicio de la década, con la pandemia, la crisis energética, ruptura de la cadena de suministros y la inflación, ha alimentado la deuda de los países, que ya cargaban con una pesada mochila de letras y bonos. Pero esa época está acabando tras el aterrizaje de los precios. La economía se asoma a la nueva normalidad.

Los desafíos futuros también exigen más recursos públicos. En ese contexto, en el que los estados deben rebajar su endeudamiento y buscar nuevos ingresos para costear las políticas vinculadas con el envejecimiento, y las transformaciones energéticas y tecnológicas pendientes, sería conveniente explorar alternativas para sacar más provecho de los sistemas tributarios, buscando fórmulas que menos perjudiquen la economía.

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