La cartera mixta vuelve para capear tiempos inciertos
La larga lista de incógnitas que penden sobre los mercados los alejan de la complacencia
La receta de los expertos para que los pequeños inversores capeen una recta final de año convertida en una carrera de obstáculos está en la primera página de los libros de cocina clásica: Bolsa y renta fija. La cartera diversificada que, con distintos pares de porcentajes, aplican buena parte de los fondos de inversión. Es un tanto paradójico que, en un mundo financiero donde millones de cerebros bien preparados se exprimen para buscar nuevas fórmulas de inversión, los métodos más sencillos sean los que mejor se adaptan a un escenario tan incierto como que el actual.
Hace dos años, el dueto de Bolsa y bonos cayendo a la par a causa de la espiral inflacionista deparó el peor ejercicio para la historia de los fondos. La Bolsa cayó por el efecto de la guerra de Ucrania y de las subidas de tipos, y los bonos bajaron porque esta misma dinámica hundió los precios (que se mueven a la inversa del rendimiento). Los gestores de fondos tuvieron un duro trabajo explicando que en la famosa cartera diversificada había caído todo.
Ahora la situación es una versión extremadamente suave de aquel 2022. Los tipos de interés están bajando, tirando levemente al alza de los tipos de la deuda, que se beneficia del bajo punto de partida que han supuesto los tipos en el 4% en Europa y el 5,5% en Estados Unidos. Un rebrote violento de la inflación que fuerce un giro de los bancos centrales devolvería la deuda a los números rojos, pero es un escenario menos verosímil que hace meses.
Mientras los tipos de interés y la inflación apuntan a la baja, las economías crecen, y las empresas siguen ganando dinero. Sería una rareza histórica que, sin recesión de por medio, las Bolsas iniciaran un ciclo bajista sostenido cuando la política monetaria se está relajando. Eso sí, hay motivos de peso que apuntan a una moderación de las subidas, a una corrección o, cuando menos, a un reajuste de las valoraciones, muy exigentes, particularmente en el sector tecnológico. En este caso, solo una recesión parecería capaz de torcer el tirón de los mercados.
La larga lista de incógnitas que penden sobre los mercados, principalmente geopolíticas y comerciales, pero también macroeconómicas, los alejan de la complacencia. Algo que no es mala noticia; la euforia excesiva suele ser la antesala de las grandes decepciones. De ahí el estrecho marcaje de los inversores sobre el empleo en EE UU, detonante (retardado) del lunes negro. No es el único flanco que debe vigilar el inversor, pero, al menos según los expertos, tampoco es momento de abandonar la batalla.