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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tormenta de verano sobre unos mercados recalentados

Las próximas jornadas determinarán si el temor de los inversores a un efecto contagio se termina propagar, en un mes de agosto siempre proclive a estos movimientos

Un hombre se refleja sobre un panel de resultados de la Bolsa japonesa.
Un hombre se refleja sobre un panel de resultados de la Bolsa japonesa.Issei Kato (REUTERS)
CINCO DÍAS

En tres sesiones, los mercados han pasado de aceptar como perfectamente razonable la decisión de la Reserva Federal de mantener los tipos de interés sin cambios a escuchar voces que piden una rebaja de tipos de emergencia ante el riesgo de recesión. La ciclotimia de los mercados no es en absoluto una novedad, pero la crudeza con la que se muestra en ocasiones sorprende al analista más baqueteado. Todo lo que hace 15 días era un escenario de color de rosa (el S&P 500 cerró el pasado día 16 en máximo histórico) ahora parece la antesala del Apocalipsis.

Dos focos concentran las tensiones del mercado: las operaciones financiadas con los tipos casi cero en Japón, el llamado carry trade, y las dudas sobre las valoraciones de la tecnología. Ocurre que estas dos operativas han sido extremadamente populares (la primera entre grandes inversores, la segunda a todos los niveles) en 2024, y ambas han sido puestas en cuestión con pocos días de diferencia. De hecho, sin las extremas valoraciones del sector tecnológico, es difícil entender la reacción de las Bolsas en los peores momentos de la sesión de ayer. E, igualmente, la caída del 12% en la Bolsa de Japón revela un mercado muy sensible a las posibles turbulencias en los tipos de interés. El bofetón de realidad está justificado no tanto porque el mundo se encamine a una crisis financiera, sino porque las Bolsas han estado operando hasta el momento como si nada ocurriera. Ni el complicadísimo trabajo de los bancos centrales para desandar las subidas de tipos (el sendero repleto de baches que citó Christine Lagarde cuando empezó a bajar tipos en junio) ni las tensiones geopolíticas ni la posibilidad de que los modelos inteligencia artificial generativa no cumplan las desatadas expectativas del mercado han estado, aparentemente, en las quinielas de los inversores. Ha tenido que llegar agosto, mes donde son habituales las tormentas tanto meteorológicas como financieras, para que afloraran estos riesgos.

De momento, los analistas apuntan a una corrección de excesos, y de hecho los mercados moderaron sus pérdidas tras publicarse el dato de actividad del sector servicios de Estados Unidos. Otra de las características de los mercados, no obstante, es su capacidad para la generación de profecías autocumplidas. Las próximas jornadas determinarán si el castigo se limita a los segmentos más recalentados de los parqués mundiales o si el temor de los inversores a un efecto contagio se termina de propagar, en un mes de agosto siempre proclive a estos movimientos.

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