Una sanidad centrada en las personas
La colaboración público-privada ha dejado de ser una opción para ser una necesidad a fin de garantizar la viabilidad del sistema
El sector salud es uno de los motores de la economía española por sus avances en tecnología y conocimiento y, por supuesto, por estar al servicio del bien más preciado para el ser humano: la propia supervivencia. Múltiples estudios, como uno de Analistas Financieros Internacionales, señalan que cada euro invertido en el sector revierte con un efecto multiplicador en el producto interior bruto en el medio plazo. Este dato por sí solo debería empujar a las autoridades a considerar a los distintos agentes que intervienen en la salud como un verdadero motor estratégico para el crecimiento de nuestra economía.
La telemedicina, los sistemas de gestión de datos de pacientes, las terapias avanzadas o la inteligencia artificial para diagnósticos son fruto de la colaboración y del intercambio de conocimiento entre diversas disciplinas, con independencia de que procedan de instituciones privadas o públicas. Son herramientas que hacen posible la longevidad con calidad de vida, previenen enfermedades graves, evitan cronificar males irreversibles, y ofrecen soluciones a nuevos padecimientos que provocan dolor y sufrimiento a las personas más vulnerables y en riesgo de exclusión social.
Sus efectos no son solo el primordial de salvar la vida y mantener la calidad de la existencia de las personas, sino también el efecto económico de reducir la dependencia, el absentismo laboral y el ahorro en tratamientos quirúrgicos, atención hospitalaria y productos sanitarios. Por todas estas razones, el sector salud es un sector estrella que debería estar mimado por toda nuestra clase política.
Es el momento de romper con las viejas divisiones ideológicas. En un mundo cada vez más interconectado y complejo, la colaboración y el entendimiento entre los sectores público y privado no son solo deseables, sino imprescindibles. No podemos permitirnos el lujo de quedarnos atrapados en debates ideológicos estériles; necesitamos soluciones pragmáticas y efectivas.
Hay que destacar que el sector ha conseguido avances impresionantes en tecnología y conocimiento en las últimas décadas. Cada año, es el impulsor de elevadas investigaciones que se trasladan de forma capilar a la docencia, a nuevos tratamientos, a nuevas formas de gestión. Tenemos que poner énfasis en estos aspectos cuando hablamos de la colaboración público-privada y no limitarnos a ese mero enunciado de público y privado, que es ya un concepto superado, por obvio, y trascender a uno nuevo que destaque la colaboración entre las distintas áreas del conocimiento.
Deberíamos hablar de la colaboración entre áreas estratégicas como la sostenibilidad, la innovación tecnológica y digital, la investigación, la interoperabilidad, la prevención, la formación de profesionales y la atención a la dependencia. Los desafíos que enfrentamos son de tal magnitud que requieren un enfoque integral y colaborativo. Ya no se trata solo de financiar infraestructuras, sino de implementar soluciones innovadoras que mejoren el acceso y la calidad de la atención sanitaria. Además, esta colaboración debe extenderse a otras industrias, como la tecnológica, para asegurar la eficiencia y sostenibilidad del conjunto del sistema.
La sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud se encuentra en una encrucijada. El crecimiento de la demanda para las próximas décadas, debido al envejecimiento de la población y el aumento de la cronicidad, requiere transformar el modelo para que sea más ágil y responda a las inquietudes del paciente.
Pensemos, por ejemplo, en la cantidad de veces en que el paciente interactúa con el sistema y cuántas las veces en que esas interacciones no aportan el valor esperado y, además, serían evitables. Las limitaciones presupuestarias son una realidad ineludible, pero la colaboración con las instituciones privadas puede ayudar a liberar recursos adicionales para modernizar infraestructuras y avanzar en nuevas tecnologías que pongan remedio a estos retos tan importantes.
Estas reflexiones son el eje del análisis que realizamos y de las soluciones que aportamos en un documento recientemente elaborado, titulado Una sanidad centrada en las personas. La colaboración entre distintas disciplinas del conocimiento, entre distintas áreas económicas, entre instituciones públicas y privadas, es un hecho, es una realidad. Lo que hay que procurar es despojarlo del aspecto doctrinario e impulsarlo para que la salud y la economía vayan juntas, de la mano.
Proponemos la creación de una agencia independiente que supervise y evalúe estas colaboraciones. Este organismo debería asimismo garantizar la seguridad jurídica, la transparencia y la rendición de cuentas, y estar compuesto por representantes de las comunidades autónomas, actores fundamentales en la sanidad española. Definir y medir los objetivos estratégicos es fundamental para el progreso y, para ello, es necesario involucrar a los agentes implicados, asegurando que estos objetivos sean compartidos y alcanzables.
En definitiva, la colaboración público-privada ha dejado de ser una opción para ser una necesidad, y además una necesidad verdaderamente estratégica para garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario y asegurar su máxima calidad. En nuestra mano está ampliar su radio de acción y desplegar todo su potencial.
Carmen Mateo es vicepresidenta del Círculo de Empresarios y presidenta de Cariotipo
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