Una experta cercana a Lula para Petrobras
Los mercados interpretan el nombramiento de Magda Chambriard como CEO como una injerencia del Gobierno, a pesar de su perfil técnico
De tanto en tanto, los mercados hablan. Cuando, hace un mes, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, destituyó a Jean Paul Prates como CEO de la estatal Petrobras, esta cayó en Bolsa más de un 9%. No fue un amago. Un mes después, sigue cotizando en Nasdaq en unos 14 dólares, un 17% menos que antes de conocerse la noticia.
El motivo es que el nombramiento de Magda Chambriard (Río de Janeiro, Brasil, 1957) como sucesora de Prates ha extendido la idea de que el Estado quiere hacer y deshacer. Accionarialmente, tiene pista libre: el Gobierno ostenta, entre control directo e indirecto, el 50,3% de los títulos con derecho a voto. Los analistas dudan de que deba hacerlo.
Pese a la moderación del precio del petróleo, Petrobras cerró 2023 con un beneficio de algo más de 23.000 millones de euros. Fueron los segundos mejores de su historia. Este 2024 ha empezado con la misma dinámica. Cerró el primer trimestre con casi 4.500 millones de beneficio.
Detrás estaba Prates, que gestionó ajeno muchas veces a lo que se le sugería desde el Gobierno, que consideraba que hacía hecho pocos esfuerzos por bajar el precio para los consumidores. Los analistas entienden que Prates invirtió con cuidado y desinvirtió con astucia para reducir la deuda.
Por el camino, Prates quiso premiar a los inversores con más de 8.000 millones de euros de dividendos adicionales. Lula se encolerizó en la televisión: “Si atiendes solo a la llorera del mercado, no haces nada, porque el mercado es un rinoceronte, un dinosaurio voraz, lo quiere todo para él y nada para el pueblo”. Tras el intento del Gobierno de retener el pago, los inversores recibirán la mitad del dividendo extra. El desencuentro, eso sí, se cobró la cabeza de Prates.
Lo sustituye Chambriard, que no es una advenediza. Hija de Sérgio Raul de Barros Regina, abogado y profesor de portugués, y de Cândida Alves de Barros Regina, está divorciada del cirujano Claude Jacques Chambriard y tiene una hija. Se licenció en Ingeniería Civil por la Universidad Federal de Río de Janeiro en 1979, y en 1980 ingresó en Petrobras.
En 2002, pasó a ser asesora de la Agencia Nacional de Petróleo (ANP), encargada de regular las actividades relacionadas con las industrias del petróleo, el gas y los biocombustibles. Allí fue responsable, por ejemplo, de un plan que permitió licitar nuevas cuencas sedimentarias.
En 2008 fue nombrada directora, y en 2012 llegó al máximo cargo, el de directora general. Se le atribuye, por ejemplo, la gestión exitosa de la crisis desatada por una serie de vertidos de petróleo de Chevron entre 2011 y 2012. Ocurrió en el yacimiento marino de Campo Frade, a unos 370 kilómetros de las costas de Río de Janeiro. Pese a tratarse de una empresa socia de la propia Petrobras, la ANP no dudó en atribuir a Chevron la responsabilidad total del accidente y en multarla con sanciones que superaron los 15 millones de dólares. Chambriard salió del envite con fama de reguladora técnica e implacable.
Esta imagen se ha desdibujado algo con los años. Las primeras sombras sobre su figura surgieron después de que O Globo publicara que había cobrado de Petrobras durante sus primeros seis años en la ANP. No era ilegal: podía cobrar sus honorarios de Petrobras, que era la empresa que la cedía a la ANP, más un 60% de bonus por su trabajo en la propia agencia. La noticia, sin embargo, dejó en entredicho su imparcialidad, pues Petrobras no dejaba de ser una de las empresas que debía vigilar.
No fue su peor resbalón. A finales de 2013, el multimillonario Eike Batista declaró la petrolera OGX en bancarrota después de acumular una deuda de más de 5.000 millones de dólares. Era el punto y final a un proyecto anunciado a bombo y platillo que se topó con las notables dificultades que tiene extraer petróleo en el Atlántico. La empresa fue poco a poco rebajando sus muy optimistas previsiones hasta que, finalmente, cayó en desgracia.
Poco antes de la quiebra, Chambriard había dicho: “OGX ha perforado más de cien pozos. No es una mala empresa, invierte más que las demás, incluso más de lo que debería, y hace las cosas más rápido que las demás (...). Me gustaría tener más Eikes en las subastas”, dijo la entonces directora general de la ANP en declaraciones recogidas por la Folha de Sao Paulo. Newton Monteiro, exdirector de la ANP, estaba entonces en OGX, lo que volvió a despertar sospechas sobre la imparcialidad de Chambriard.
La directiva abandonó la ANP en 2016 después de que Antônio Carlos Neves de Mattos, uno de sus hombres de confianza en la agencia, apareciera en los papeles de Panamá como dueño de una sociedad offshore. Desde entonces, ha mantenido un perfil bajo como asesora en temas de petróleo y energía, aunque siempre se ha mantenido cercana a la política. Suyas son algunas de las ideas que Lula da Silva ha presentado últimamente en materia energética. Ahora, como CEO de Petrobras, quiere acelerar la exploración de nuevos yacimientos en Brasil, algo que no ha gustado a algunos miembros ecologistas del Gobierno. Los inversores anhelan ver si impondrá su criterio.
Abierta a aprender
Chambriard utiliza su cuenta de Linkedin para compartir reflexiones sobre su quehacer profesional. “Asumir responsabilidades forma parte del trabajo de un directivo de cualquier nivel. También puede haber fracasos. Hay que reconocerlos, aceptarlos y reorientar los objetivos”, dice.
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