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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Greenpeace vs. Repsol: el liderazgo pendiente contra el cambio climático

Los dirigentes de la petrolera no asumen la responsabilidad de buscar alternativas a su modelo de negocio

repsol
Junta de accionistas de Repsol del 10 de mayo, con el CEO, Josu Jon Imaz, y el presidente, Antonio Brufau.Pablo Monge

Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. (Miguel de Unamuno, paraninfo de la Universidad de Salamanca, octubre de 1936.)

El pasado día 10 de mayo, en la junta general de accionistas de Repsol, se produjo una insólita y estentórea respuesta del consejero delegado a una pregunta de una activista de Greenpeace, que actuaba como accionista, en la que responsabilizaba a la compañía de extractivismo, de causar daños a la naturaleza, de mantener una posición engañosa con respecto al origen renovable de sus combustibles y de un posicionamiento poco ético como empresa energética, acusándola de ser la principal empresa española causante del cambio climático.

Lo novedoso fue la respuesta por parte del consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz. Consideró que Greenpeace, organización ecologista independiente que se financia en España con las aportaciones de sus más de 155.000 socios (3 millones a nivel mundial, 6 veces más que los accionistas de Repsol), además de ser aliados del lobby eléctrico, favorecen al carbón y son responsables del cambio climático y de la pobreza de los pueblos al limitarles la explotación de los recursos naturales.

Al margen del tono atípico, para una junta general de accionistas, donde el consejo de administración debe trasladar no solo los logros empresariales alcanzados, sino también la estrategia a seguir en el futuro y trasmitir la tranquilidad a los accionistas de que su dinero está en buenas manos. La respuesta dejó claro no solo que la tranquilidad que el inversor buscaba no la iba a encontrar en este acto, sino que, además, una parte de la sociedad civil le reclamaba un cambio de comportamiento ético y de responsabilidad social y corporativa y ponía en duda su compromiso con la sostenibilidad y la viabilidad futura de su plan estratégico.

No es nuevo que desde la cúpula de Repsol se hagan manifestaciones en contra de lo que supone la transición energética. Siempre han puesto en duda tanto el ritmo comprometido como la apuesta por la electrificación y el abandono de los combustibles fósiles en el transporte, cuando deberían tener en cuenta que:

-Repsol emitió en 2022 16,3 millones de toneladas equivalentes de CO2, incrementándolas así un 15,6% con respecto a 10 años antes. Además, es responsable del 62% de las emisiones del conjunto de las empresas que cotizan en el Ibex 35.

-No es verdad que la generación de electricidad y calor sean el mayor foco emisor de CO2. De hecho, en España el transporte supone el 30,7% de las emisiones, frente al 14,5% de la electricidad, según datos de 2022, y gracias a las políticas de transición energética y a las presiones de organizaciones como Greenpeace, el carbón solamente representó en 2023 el 1,4% de la generación eléctrica, y hoy podemos decir que este combustible fósil no está en el mix de generación. En términos globales, en España el 58% de las emisiones tiene su origen en el petróleo. A nivel mundial, estas cifras varían en países en los que la transición energética es más lenta, pero la evolución marca la misma tendencia. Extender las cifras del pasado al futuro supone no considerar el progreso que está teniendo la generación de electricidad con renovables.

-Si comparamos las emisiones medias por kilómetro recorrido de un vehículo eléctrico, frente a uno de gasolina o diésel, veremos que, para el mix medio de generación de electricidad de la UE27, son 75 gramos de CO2 por kilómetro, 59 en el caso de España, 46 para Alemania, 84 para Italia o 144 para Polonia, como mix más contaminante, frente a los 241 gramos de CO2 por kilómetro si es de gasolina y 231 si es diésel, valores que se reducirán según la normativa UE a 211 y 201 gramos, respectivamente, para 2030.

-Los combustibles renovables, como los que defiende Repsol, son una herramienta de greenwashing que ya ha sido denunciada ante la CNMC y sobre los que la Autoridad de Normas Publicitarias (ASA, en sus siglas en inglés) del Reino Unido obligó a rectificar a la empresa cuando pretendía tratarlos como sostenibles. La compañía pretende mantener el nivel de extracción, al menos hasta 2030, apostando por el fracking para extraer gas y petróleo, una técnica muy contaminante que, además, está prohibida en España.

Puede ser comprensible la reticencia al cambio ante la pérdida de proyección de su negocio principal, que es la extracción, el refino y la comercialización de petróleo y gas, frente a una transición energética que apuesta por abandonar los combustibles fósiles de forma paulatina.

Ya en la década de los setenta, hace 50 años, el ministro de Petróleo de Arabia Saudí, el jeque Ahmed Zaki Yamani, artífice del incremento del precio del crudo que originó las crisis del petróleo de 1973 y de 1979, manifestó: “La edad de piedra llegó a su fin, pero no porque se agotaran las piedras, y la era del petróleo llegará a su fin, pero no por el agotamiento del petróleo”, lanzando una señal clara de que había que prepararse para cuando llegara el fin de la era del petróleo.

De hecho, las inversiones de las compañías petroleras, aunque estén más consideradas como actividades de diversificación o de M&A, no niegan la evidencia de la necesidad de ir buscando modelos de negocio que les permitan mantener su hegemonía en un mercado energético que se separa de su core business tradicional. En la COP 28, celebrada en Emiratos Árabes Unidos, una de las conclusiones alcanzadas fue la voluntad de transicionar hacia un modelo sin combustibles fósiles.

Aunque podamos pensar que las palabras del discurso de Unamuno siguen vivas, sobre todo si analizamos algunos comportamientos del poder económico y de la ideología de la fuerza para que las cosas no cambien, se equivocaba al pensar que la sinrazón vencería. Nuestra responsabilidad como sociedad para luchar contra el cambio climático es clara, como debería serlo que las empresas que lideran el sector energético y que pueden conducir y apostar por el cambio asuman, en beneficio propio y en el de todos y todas, la responsabilidad y el liderazgo que los dirigentes de Repsol no quisieron asumir en su junta de accionistas.

Fernando Ferrando es presidente de la Fundación Renovables

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