La obsesión de los tories por los sindicatos franceses está obsoleta
Las espectaculares huelgas del país galo se deben a la debilidad de las uniones de trabajadores, no a su influencia
Empresas, cuidado: según el primer ministro británico, Rishi Sunak, una victoria laborista en las próximas elecciones generales del 4 de julio daría paso a temibles “leyes sindicales a la francesa”. El alarmismo económico es una estrategia de campaña clásica. En este caso, está a la vez infundado y obsoleto.
Richard Holden, presidente del Partido Conservador, declaró hace dos semanas que “las 70 nuevas leyes sindicales a la francesa de los laboristas paralizarán a las empresas británicas y, como siempre, dejarán que los ciudadanos paguen la factura”.
Contrariamente a una leyenda periódicamente reforzada en el extranjero por algunas espectaculares huelga, el problema de Francia no es la influencia de los sindicatos, sino su debilidad. Las cifras lo demuestran. Según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo, la afiliación sindical en Francia es muy inferior a la de cualquier economía europea comparable. Menos del 9% de los trabajadores franceses tienen carné sindical, frente al 23% del Reino Unido, el 33% de Italia y el 16% de Alemania. La llamada densidad sindical de Francia es menos de la mitad de la media de la UE.
Sin embargo, esto no es una bendición económica. Los sindicatos poderosos ayudan a formalizar las reivindicaciones de los trabajadores y a negociar acuerdos salariales y condiciones de trabajo. Pueden canalizar y organizar el descontento y ser un negociador creíble ante la patronal o el Gobierno.
Esto ayuda a explicar por qué Francia tuvo una media anual de 79 días perdidos por huelgas por cada 1.000 empleados en el periodo 2020-2022, frente a los 18 de Alemania, según el Instituto Sindical Europeo. Con una media de 89 días perdidos por huelgas al año, el Reino Unido es, una vez más, un caso atípico.
Cuando Sunak habla de “leyes sindicales”, puede que simplemente quiera subrayar la diferencia en la legislación del mercado laboral entre el Reino Unido y el resto de Europa. Los contratos de cero horas, por ejemplo –en los que el empresario no garantiza un mínimo de horas–, no son legales en la mayor parte de la UE. Los despidos están regulados más estrictamente. Y, es cierto, los sindicatos han tenido históricamente más voz en temas como las condiciones de trabajo. En ningún lugar su influencia es mayor que en Alemania, donde nombran a la mitad de los miembros de los consejos de administración de las empresas y no dudan en opinar sobre cuestiones operativas.
Pero el mercado laboral británico dista mucho de ser perfecto. En la última década, la productividad británica, medida por la producción anual por hora trabajada, ha sido sistemáticamente inferior a la de Francia y Alemania, según la Oficina de Estadísticas Nacionales. Y el PIB per cápita, en términos de paridad de poder adquisitivo, ha crecido más rápido en Alemania que en el Reino Unido desde 2010, cuando asumió el poder el Partido Conservador.
Sea cual sea el próximo Gobierno británico, los argumentos para reforzar la protección de los trabajadores son sólidos, se inspire o no en el coco sindical galo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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