Las claves: quién teme al regulador con la mina de la IA, y los males del Impuesto sobre el Patrimonio
El enorme potencial de la inteligencia artificial engorda los beneficios de las ‘big tech’ y las puede hacer casi inmunes a la ofensiva contra su dominio del mercado
Una de las funciones que persiguen las sanciones millonarias a las empresas es prevenir los incumplimientos de la ley y evitar las reincidencias. Pero, ¿qué ocurre cuando uno se topa con una gallina de oro con potencial suficiente como para permitirle desafiar casi cualquier multa? A la vista de los beneficios que han obtenido Alphabet, Apple, Amazon, Microsoft y Meta –que suman un 38% más en el primer trimestre del año, hasta los 92.037 millones de dólares– la ofensiva regulatoria para meter en cintura a las ‘big tech’ no va a tener las cosas fáciles. El club de las seis grandes (con Nvidia) tiene un valor en Bolsa de 13 billones de dólares y bate máximos históricos, sostenidos no por una burbuja, sino por la buena salud del negocio. La clave de este crecimiento, aparentemente inmune a los dardos de los reguladores y las autoridades de la competencia, está en el enorme potencial que ofrece la inteligencia artificial. No se trata de que contar con un yacimiento tan rico en posibilidades, conceda licencia para ignorar la ley, pero quizá sí permita no preocuparse tanto por las multas y pagar cómodamente los abogados necesarios.
El escudo de Huawei frente al veto occidental se forja con acero de casa
Lo que la IA puede hacer por las grandes tecnológicas frente al cerco de los reguladores, el gigantesco mercado chino y las ayudas de Pekín pueden realizarlo por Huawei. Tras haber pasado tres años difíciles, por el veto y las sanciones impuestas en Occidente, el fabricante de móviles ha resurgido de sus cenizas como tercer mayor vendedor del gigante asiático, tras comercializar un 70% más de terminales. Su estrategia incluye estirar la capacidad de las fábricas de chips, acumular componentes, crear un sistema operativo propio para sus terminales ...y (al parecer) recibir ayudas del Gobierno chino para crear un red de plantas de chips en el país.
El Perte Vec III es el menos generoso, pero tiene ya el carné de baile lleno
Las ayudas al coche eléctrico, buena parte de las cuales se destinan a los proyectos de construcción de fábricas de baterías, se han convertido en un respaldo poderoso para un sector que las espera como agua de mayo. Levantar gigafactorías resulta extraordinariamente caro, de ahí que la cuantía de los proyectos sea alta y los candidatos, muy escogidos. Stellantis, Chery, Seat, Inobat y Basquevolt pujarán por unos fondos que en esta tercera convocatoria son menores, pero no menos codiciados. A priori, el plan de Stellantis para construir una gigafactoría en Zaragoza y el de Inobat para levantar una fábrica de baterías en Valladolid son los dos proyectos más ambiciosos. Ahora solo resta que se impulse una red de puntos de recarga sin la cual nada puede despegar.
La frase del día
“La democracia importa en sí misma. Creo esto profundamente. Pero también creo que una democracia fuerte es fundamental para construir y sostener una economía fuerte”.
Janet Yellen, secretaria del tesoro de EE UU
La difícil tarea de encontrar una virtud en el diseño del Impuesto sobre el Patrimonio
Si el mal no tiene sustancia, porque es la ausencia del bien, como entendía San Agustín, un retórico bien entrenado podría argumentar que el Impuesto sobre Patrimonio no existe (y un buen fiscalista, también que no debe existir). Al menos, eso se desprende de las críticas que aluden a los defectos de esta figura, que provienen no solo de las quejas más o menos interesadas de los que deben pagarlo, sino del análisis técnico de su estructura en términos de equidad y progresividad. Ni uno ni otro parámetro se da en este tributo, que hace pagar un tipo real inferior a los más ricos, los que tienen un patrimonio de más de cinco millones de euros, que a los que están un escalón por debajo: directivos con altos salarios que han hecho su fortuna con el ahorro.
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