Impulsar la transformación para mantener el liderazgo del aceite de oliva
La clave contra la volatilidad pasa por dejar de ser un sector marcado por causas externas a convertirse en una industria centrada en el consumidor
La inestabilidad en los precios y la volatilidad se han erigido como protagonistas del complejo contexto que está impactando en el sector del aceite de oliva. Este responde a una serie de factores interrelacionados que demandan una respuesta estratégica dirigida a la transformación por parte de la totalidad de los actores que formamos parte de la industria.
Uno de los principales desafíos a los que nos enfrentamos son los factores meteorológicos impredecibles que impactan directamente tanto en la calidad como en el volumen de producción. El aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias, altera los ciclos de floración de los olivos y su rendimiento, afectando negativamente a la calidad y cantidad de aceite que se produce, lo cual incide directamente en los costes. Según los datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en lo que va de campaña 2023/2024, la subida de los precios medios es del 69,1% con respecto a la anterior y del 171% con respecto a las dos últimas. Es por ello que podemos afirmar sin quedarnos cortos que estamos viviendo una de las campañas más escasas en lo que va de siglo. Este es el reto que estamos afrontando desde el sector y es el momento de impulsar una transformación que asegure nuestro liderazgo mundial.
Asimismo, la alta volatilidad del mercado dificulta la planificación y estabilidad en los costes, tanto para compradores como para vendedores. Esto está dando lugar a una tensión en toda la cadena de valor en la que todos sufren y la mayoría de sus participantes no son recompensados, y son solo algunos pocos privilegiados los que pueden sacar un rendimiento positivo del contexto actual.
Cabe destacar que, a diferencia de los mercados maduros como España e Italia, en otros países el aumento de precios no ha llevado a una disminución en la demanda. Esto se debe a que en países como Alemania, Holanda o Estados Unidos, el consumo de aceite de oliva es más bajo y, por tanto, la rotación es menor, por lo que las subidas en los precios se reflejan de forma más tardía.
Si se estima la demanda global, la transformación que debemos abordar pasa por dejar de ser un sector marcado por las causas externas y convertirnos en una industria donde el consumidor está en el centro. Es por ello fundamental que se conozca y valore al aceite de oliva como un elemento fundamental de la dieta mediterránea, reconocido a nivel mundial por sus múltiples beneficios antioxidantes, antienvejecimiento y antiinflamatorios. Entender las particularidades de cada mercado, adaptar las estrategias de venta en consecuencia e impulsar el reconocimiento y gran potencial que el aceite de oliva tiene a nivel global, son por tanto elementos clave para reducir la volatilidad de los precios.
A pesar de los desafíos existentes en la coyuntura actual, estamos convencidos de que no será permanente y que la regularización de la situación llegará y nos permitirá ver un sector reforzado a medio plazo. Para lograrlo, es fundamental continuar elevando los estándares de este sector y de la categoría, satisfaciendo las necesidades de los consumidores en términos de calidad, sabor, transparencia y trazabilidad. Esto nos lleva a impulsar una transformación que es ya tan inevitable como necesaria. Adaptarnos de manera ágil y eficiente a los retos que se nos presenten es clave para que podamos mantener nuestro liderazgo en los mercados más maduros, además de seguir incrementando la penetración del aceite de oliva en el resto de países. Como actor destacado en este escenario, nos enfrentamos a estas dificultades con determinación y visión de futuro.
Para lograrlo, la calidad, la innovación, la transparencia y la apuesta por marcas de primer nivel son factores determinantes a la hora de posicionarnos en un mercado competitivo y cambiante, sin olvidar el elemento fundamental y demandado por parte de todo el sector: la necesidad de garantizar el agua. Para conseguirlo es clave el desarrollo de infraestructuras y tecnologías que nos permitan estimar cosechas con cierta certidumbre y de esa forma cambiar la perspectiva del sector, pasando de una simple ecuación marcada por la oferta y la demanda a una estrategia centrada en producir para cubrir las necesidades de los consumidores a nivel global. De esta forma, la tensión que se está viviendo estará dirigida a seguir manteniendo nuestro liderazgo antes de que lo hagan otros.
También creemos fundamental que desde el sector exista un compromiso firme con abordar los desafíos actuales priorizando la calidad, invirtiendo en tecnologías que nos permitan garantizarla desde el campo hasta la mesa del consumidor. La obtención de certificaciones voluntarias que respalden rigurosamente los altos estándares de calidad se vuelve también esencial. Estos sellos y reconocimientos no solo son una garantía de calidad para el consumidor, sino que también refuerzan la confianza en nuestras marcas y productos.
Asimismo, la innovación en transparencia en los procesos productivos y en la información que se le ofrece al consumidor se convierte en un valor diferencial. Los consumidores buscan cada vez más conocer el origen y el proceso de elaboración de los productos que adquieren, por lo que ofrecer esta información de manera accesible ayudará a construir relaciones de confianza más duraderas con los clientes. Así, es clave el impulso de iniciativas innovadoras para proteger la trazabilidad y dar a conocer el viaje de nuestros aceites, del olivo a la mesa y a lo largo de toda la cadena de valor.
De esta forma, los clientes pueden explorar todos los aspectos del aceite, descubriendo su origen, las variedades de aceitunas empleadas, el proceso de certificación de calidad, así como los matices de sabor y la sostenibilidad en su producción. Respaldar esta información por una base de datos certificada que emplea tecnologías como blockchain, garantizará la integridad y maximizará la transparencia. Entre sus beneficios se incluyen el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, la disminución del fraude y la promoción de prácticas más sostenibles a lo largo de toda la cadena de producción.
Por último, no podemos subestimar el poder de la inversión en impulsar marcas que sean ejemplo de calidad. Fortalecer la identidad y el posicionamiento de las mismas generará fidelidad entre los consumidores. Trasladar a través de estas el valor del producto, ofreciéndole al consumidor lo que necesita en cada momento, sostenido en valores fundamentales y diferenciales como la sostenibilidad.
En definitiva, nuestro sector se enfrenta a desafíos significativos, pero también a grandes oportunidades si se actúa con rigurosidad y con el objetivo de elevar los estándares del sector. La transformación hacia un modelo de mayor calidad, más innovador, transparente y sostenible, es imprescindible para mantener nuestro liderazgo en los mercados maduros. Solo actuando con determinación y visión estratégica, aseguraremos un futuro próspero para nuestra industria y satisfaceremos las demandas de unos consumidores cada vez más exigentes y conscientes.
Miguel Ángel Guzmán es director general de ventas (CSO) de Deoleo
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