Claves: la bienvenida puja por Telefónica, y el curioso atractivo de los dividendos de las tecnológicas
Los accionistas de la teleco reciben bien, por ahora, la carrera de la SEPI y STC
La forma de entrar en Telefónica de STC, la teleco estatal saudí, incomodó al Gobierno español, que optó por contraatacar con dinero público a través de la SEPI, en vez de vetar la operación de Riad, y evitar así dañar las relaciones con el país árabe. La SEPI acumula ya un 6,169% en la operadora, y su objetivo es llegar al 10%, para superar el objetivo de la compañía de Oriente Próximo, que pretende llegar al 9,9%, aunque para ello tendrá que obtener el visto bueno del propio Ejecutivo. Contrasta esta forma de actuar con el proceso de Naturgy, en el que se negocia a tres bandas entre los accionistas actuales, la energética de Emiratos Árabes Taqa y el Gobierno, para dar entrada a un inversor estable.
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en cualquier caso, debe mantener la neutralidad y dio la bienvenida de forma implícita tanto a la SEPI como a STC. La sociedad pública ha invertido ya 1.400 millones en dar al Estado voz y voto en el futuro de la compañía. Por ahora, el mercado está recibiendo bien (con un alza del 17%) el interés sobrevenido en la teleco; está por ver cómo evolucionará la cotización si los nuevos accionistas intervienen en las decisiones.
Alphabet se suma a la ola de los dividendos y su curioso atractivo
Alphabet se suma a la moda de pagar dividendos entre las tecnológicas, que inició Meta Platforms. Lo hace de forma tímida, con solo 0,20 dólares por acción, al tiempo que aumenta su programa de recompra de acciones. Para las empresas, es más barato en general el dividendo que la recompra; para los inversores, en cambio, puede suponerles pagar más impuestos que simplemente vender sus acciones en el mercado y hacer caja.
Pero es verdad que esta forma de retribución al accionista da publicidad, y seduce a los inversores que prefieren no pensar demasiado sobre cuándo comprar y vender.
La inquietante imagen de ver a un exministro de Economía acusado de delitos fiscales
Ha pasado mucho tiempo desde que dejó de ser vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, y algo menos desde que dejó la dirección del FMI y la presidencia de Bankia, pero sigue siendo una inquietante contradicción con su recorrido en la política y en las finanzas ver a Rodrigo Rato en el banquillo, con una petición de la Fiscalía de 63 años de cárcel por once delitos tributarios, uno de blanqueo y otro de corrupción.
El expolítico ya pasó varios años en prisión por el caso de las tarjetas black. En el juicio actual ha mostrado su acostumbrado tono desafiante, lo cual demuestra que, a sus 75 años, su caída (o lanzamiento) en desgracia no ha hecho mella en su actitud ante la vida y ante la justicia.
La frase del día
“La UE podría inyectar hasta 200.000 millones al año en la economía real si se mejora la forma en que se orienta el ahorro. Tenemos una tasa de ahorro muy alta, y este dinero no está bien dirigido. Se destina demasiado a inversiones en el extranjero y no lo suficiente a Bolsa”
Christian Noyer, exgobernador del Banco de Francia
Con sus amagos, Sánchez y Xavi vienen a decir que no se aferran al cargo
Tanto en la despedida con freno y marcha atrás de Xavi, entrenador del Barcelona, como en el impás de Pedro Sánchez, parece que ambos quieren transmitir la misma idea: que no necesitan el puesto, que no se aferran al cargo. Que, en cierto modo, están haciendo un favor al club y al país, respectivamente. Es posible que así sea, y en la política empieza a ser una costumbre. Pablo Iglesias, por ejemplo, la dejó tras unos pocos años dedicándose a ella, y lo anunció cuando aún era vicepresidente del Gobierno y no había un descalabro electoral que lo motivase. Hay también una tendencia, inherente a la sociedad del espectáculo, hacia la exhibición de los sentimientos. Es verdad que ayuda a humanizar a los personajes públicos, pero se corre el riesgo de caer en la sensiblería.
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