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Opa hostil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Caso Talgo: una operación con sentido industrial en busca de encaje político

La firma húngara Magyar Vagon ultima la negociación con la banca para anunciar su opa la semana que viene, mientras el Gobierno explora cómo traducir sus recelos en estrategias alternativas

Tren de Talgo en la Estación de Las Matas.
Tren de Talgo en la Estación de Las Matas.Tobias Holzer

Talgo no es una empresa cualquiera. Es icónica en la historia del transporte español. De hecho, en alguna medida, pertenece al acervo sentimental de los españoles que en sus libros de texto porfiaban por aprender la fórmula tren articulado ligero Goiocoechea-Oriol, el origen de las siglas que le dan nombre. Coger el tren y coger el Talgo llegaron a ser sinónimos en algunos destinos. Más de 80 años después de su fundación, la realidad es algo cruel para las idílicas y patrióticas imágenes de ferrocarriles en blanco y negro que anidan en las memorias. Hoy, el principal accionista no es la familia Oriol, que apenas conserva un pequeño porcentaje del capital, sino el fondo Trilantic, cuyo entramado societario llega a Luxemburgo y que desde hace años busca cómo salir de la compañía. Atesora un 40% de la propiedad. Es más, al igual que rivales como Alstom, Talgo carece hoy de capacidad industrial suficiente para responder en plazo a su ingente cartera de pedidos, incluidos los de Renfe, su principal cliente histórico. Los rigores de la guerra de Ucrania dieron la puntilla a los niveles de producción en el sector, golpeado también por las limitaciones del mercado laboral. Faltan hasta pintores. El problema es de tal calado que no se soluciona trocando un fondo por otro. Se precisa una solución estructural, no financiera, y de largo plazo.

Viernes. 9 de febrero. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) mantiene suspendida la cotización de Talgo, disparada en Bolsa en el arranque de sesión después de aflorar la tarde antes una posible oferta pública de adquisición (opa) sobre la compañía por parte del grupo húngaro Magyar Vagon. El cortejo no era nuevo. El encaje industrial de los proyectos es máximo. La firma magiar tiene factorías y mano de obra barata, capacidad fabril de sobra para acelerar exponencialmente la producción y los ritmos de entregas, así como para desarrollar las labores de mantenimiento. Adolece, eso sí, de cuadros, ingenieros y técnicos del más alto nivel, un escalón donde Talgo es reconocida internacionalmente. Magyar también está un paso por detrás en know-how y en la tecnología premium que puede aportar la firma española, especialmente en la alta velocidad. El conglomerado, no obstante, ofrece acceso a un mercado ferroviario, el del este, poco desarrollado y en el que países como Hungría -miembro de pleno derecho de la Unión Europea- recibirán en los próximos años miles de millones en fondos comunitarios para su modernización y expansión. Una oportunidad de oro, aderezada por la fortaleza que la integración proporcionaría al grupo resultante para hacerse fuerte en las licitaciones por venir.

Tras la suspensión en el parqué de Talgo, las explicaciones de Magyar Vagon, con el mercado a la expectativa, se hacen de rogar. Llegan en la tarde del viernes. Asesorada legalmente por Garrigues, la compañía remite al supervisor una llamativa notificación, por lo rica en detalles, en la que reconoce su intención de lanzar una opa siempre y cuando alcance un acuerdo previo con la banca. En esta línea, revela que las entidades financieras disponen de cláusulas de amortización anticipada por las cuales pueden ejecutar los créditos concedidos a Talgo en caso de un cambio de control de la sociedad. Más allá de la cuantía de los préstamos efectivamente reconocidos en los balances -algo más de 200 millones en una operación que implica un desembolso de 600 por el 100% de Talgo-, preocupa a la húngara el perímetro financiero de toda la operación y el conjunto de las líneas de crédito involucradas. Ahí ya la carga se mide en miles de millones de euros. Toca acotar los riesgos y pactar con el grupo de bancos implicados antes de dar un paso al frente. Se abre la partida.

Estrategia alternativa

La filtración informativa, sumada a tan elocuente confesión de parte en el hecho relevante a la CNMV, sirven para poner en guardia incluso a los más despistados. Peor aún, les concede tiempo para preparar una estrategia alternativa. Es entonces cuando empiezan a deslizarse, entre bambalinas, los recelos del Gobierno hacia el pretendiente de Talgo. Moncloa tiene experiencia en romper esos noviazgos de juventud. Hace algo más de de un año, el interés de la china CRRC por la española fue despachado sin despeinarse desde la avenida Puerta de Hierro. En el caso de Magyar, basta con que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) rastree Google para identificar vínculos pasados de la corporación con sociedades rusas -en proyectos para Egipto cortados de raíz al arrancar la guerra de Ucrania- o la presencia de su principal ejecutivo, András Tombor, en el gabinete del ultraderechista Viktor Orbán entre 1998 y 2002. Es de suponer que informes incluso más elaborados, capaces de inquietar al más templado, deben circular por la Oficina Económica de Presidencia. No ayuda a calmar las aguas que, en apariencia, una parte importante -aunque no mayoritaria- del movimiento corporativo vaya a financiarse con dinero público del Estado húngaro. “No es la operación que más nos gusta”, se confiesa al más alto nivel desde el departamento de un ministro con verdadero peso económico. En ese caso, ¿existe alguna vía para tumbarla antes de exponerse al blindaje antiopas, de difícil venta al público con un socio europeo implicado en una eventual decisión de veto?

La primera señal política a la empresa húngara, una suerte de aviso a navegantes, podría esperarse desde la propia banca. No en vano, una de las principales entidades con las que Magyar negocia la renuncia a amortizar los créditos es CaixaBank, participada en un 17% por el estatal Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Fuentes al tanto de esos contactos, sin embargo, aseguran que la disposición de las entidades en su conjunto a cerrar un acuerdo es positiva, con Santander a la cabeza. “La demora se debe a la propia liturgia interna de las entidades, sometidas a sus distintos protocolos de gestión de riesgos”, subrayan, incidiendo en episodios como el sufrido recientemente por la firma de Ana Botín en Reino Unido a resultas de una cuenta ligada con Irán. Solventado el compliance, BBVA -que solo tiene coberturas del 25% en sus préstamos-, Bankinter, Sabadell o incluso el Banco Europeo de Inversiones (BEI) tampoco deberían oponerse a un operación sumamente rentable. De hecho, si no hay contratiempos o interferencias, el anuncio de la oferta de está previsto para los próximos días.

No es la única vía que ayudaría al Gobierno a evitar males mayores, esto es, evitar el estudio del dosier húngaro en Consejo de Ministros. Una oferta alternativa mediáticamente más pulcra, aderezada con los mensajes políticos correctos en su favor, podría desanimar a las huestes de Tombor. La vasca CAF, una eterna pareja de baile para Talgo sobre el papel, hace tiempo que dejó claro que sus prioridades eran otras, con una apuesta decidida por crecer en servicios integrales. Del mismo modo, el hecho de que el 25% del capital de la firma esté en manos de los trabajadores complica cualquier transacción desde el punto de vista de la paz social. Un paso adelante de Stadler, presente en España desde 2015 tras la compra del fabricante valenciano Vossloh, colmaría las aspiraciones del Ejecutivo, si no fuera por la más que probable necesidad de ajustes laborales que requería un proceso de absorción. Resultaría paradójico que un caballero blanco ajeno a la UE, de linaje suizo, recibira los parabienes del Gobierno frente a todo un socio comunitario.

En ese punto y en la necesidad de dar una solución industrial a Talgo más pronto que tarde, Magyar Vagon puede sacar adelante el proceso por nolo contendere. Entre bastidores, miembros del Gobierno asumen esa realidad, admiten que no es fácil que se concrete un plan B y hasta conceden que el encaje industrial del proyecto endulzaría el mal trago. Si Renfe recibe de una vez los trenes pendientes, se daría por buena la misa. En cualquier escenario, además, la sartén por el mango la tiene Moncloa, que puede utilizar su posición de fuerza para arrancar a Magyar compromisos relevantes en términos de mantenimiento del empleo, permanencia de la sede social en España u obligación de seguir cotizando en el país. Fuentes conocedoras del proceso aseguran que la intención de grupo húngaro, consciente de la necesidad de no quedarse corto en concesiones, es mantener la separación de societaria de ambas compañías y los cuarteles generales de Talgo en España.

Tombor, consumado jugador de polo, se autodefine como businessman desde su salida de la política en 2002. Capaz de hacer lucrativos negocios en diferentes sectores, de los medios de comunicación al Tokaji, afronta el partido decisivo fuera de casa. El primer paso, lanzar la opa y empezar otro chukker. Es la única forma de pasar pantalla y voltear el relato.

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