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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Reducir la brecha fiscal entre trabajo y capital

La propuesta de endurecer la tributación del capital y del ahorro en el IRPF tiene que aspirar no a recaudar más, sino a redistribuir mejor

CINCO DÍAS
La vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz.
La vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz.JuanJo Martín (EFE)

La propuesta planteada por Sumar, en el marco de la negociación de los próximos Presupuestos Generales del Estado, para endurecer la fiscalidad del capital y del ahorro en el IRPF, ha vuelto a poner sobre la mesa un debate que va más allá de la coyuntura política actual y que constituye una asignatura pendiente en el sistema tributario español.

El objetivo que persigue Sumar es elevar la carga fiscal sobre la mayor fuente de ingresos de los altos directivos del Ibex 35, que reciben más del 60% de sus rentas por la vía del capital y del ahorro. La formación de Yolanda Díaz, que en el último pacto de Gobierno de la coalición suscribió el compromiso de conseguir “un trato más igualitario de la tributación de las rentas de capital y de trabajo”, critica la estructura del sistema fiscal, que grava con mayor dureza los rendimientos de trabajo o inmobiliarios –los cuales tributan por la base general en el IRPF y cuyos tipos pueden llegar a superar el 40%– que los ingresos de capital mobiliario o ganancias patrimoniales, que se integran en la base imponible del ahorro y tributan a unos tipos sustancialmente menores. Para hacerse una idea de lo que supone ese esquema sobre el terreno, basta recordar que los salarios suponen, de media, alrededor del 90% del total de las rentas bajas y medias, mientras que en el caso de las más altas, ese porcentaje se reduce hasta el 30%.

En el debate sobre cuáles deben ser los objetivos de una política fiscal equilibrada figuran conceptos como la equidad, la igualdad de oportunidades, la búsqueda de la justicia social y el bien común. En ese contexto, el fin de un sistema tributario no consiste en castigar a quienes más tienen, sino en corregir con todas las herramientas posibles la desigualdad de oportunidades, la inequidad social y la vulnerabilidad de los distintos grupos sociales. Desde esa perspectiva, la legislación fiscal debería favorecer las rentas del trabajo frente a las ganancias de capital, y no al revés, entre otras razones porque buena parte de estas últimas tienen su origen en la especulación y no siempre cumplen con la función social que el orden constitucional atribuye a la propiedad.

La propuesta de endurecer la fiscalidad del capital y del ahorro en el IRPF tiene que aspirar no a recaudar más, sino a redistribuir mejor la presión fiscal en función de la progresividad del impuesto. Eso supone que un aumento de la fiscalidad a los más ricos tiene que llevar aparejado un alivio de la presión que soportan las rentas medianas y más bajas, de forma que la medida favorezca realmente la equidad fiscal y no sea solo un mero pretexto para aumentar la recaudación.

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