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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El progreso de Santander sigue sin aparecer donde hace falta

El descuento de su valoración puede reflejar la preocupación de los inversores por el sector en general, o bien que no confían en la estrategia del banco

La presidenta de Santander, Ana Botín, el miércoles en Madrid.
La presidenta de Santander, Ana Botín, el miércoles en Madrid.ZIPI (EFE)

Los constructores rara vez cobran cuando un trabajo está a medio hacer. La presidenta ejecutiva de Santander, Ana Botín, probablemente conozca esa sensación: su banco ha alcanzado los ambiciosos objetivos fijados para 2023, pero sigue cotizando por debajo de lo que a ella le gustaría. La pregunta complicada es si esto refleja la preocupación de los inversores por los riesgos que se avecinan en algunos de los mercados más importantes del banco global, valorado en 60.000 millones de euros, o si se debe a su estrategia, anunciada hace un año.

Botín está apostando fuerte por los beneficios de la globalización. A diferencia de rivales como BNP Paribas y Citigroup, que han reducido su plantilla en los últimos años, Botín cree que puede aumentar las ventas y reducir los costes estrechando los lazos entre las distintas partes del banco. Por ahora, el plan parece funcionar.

El martes, Santander anunció un beneficio neto récord en el cuarto trimestre de 2.930 millones de euros (los analistas pronosticaban 2.640 millones), un 28% más que en el mismo periodo del año anterior, gracias a un aumento del 34% en Europa. Para el conjunto de 2023, el beneficio neto aumentó un 15%, hasta la cifra récord de 11.100 millones, ya que los ingresos crecieron un 10,5%.

Ese rendimiento mejor de lo esperado elevó la rentabilidad sobre el capital tangible (ROTE) hasta el 15,1% para 2023, frente al 13,4% del año anterior. También significa que ya está alcanzando el objetivo del banco del 15%-17% para 2025, fijado hace un año.

El problema para Botín es que su banco sigue cotizando al 80% del valor de sus activos tangibles para 2023, cuando sus resultados operativos implican que debería estar valorado por encima de ellos. Hay dos posibles razones, y ambas podrían dificultar el mantenimiento del decente rendimiento actual.

La primera, mejor desde el punto de vista de Botín, es que es posible que los accionistas estén nerviosos por una caída de los tipos de interés en Europa. Santander obtiene más de un tercio de sus ingresos operativos netos en la región, pero eso podría verse afectado si los márgenes de interés netos se ven presionados.

Otra cuestión es que el banco tiene amplias operaciones en Latinoamérica, cuyo rendimiento reciente está siendo variable. Registró, por ejemplo, unas pérdidas de 20 millones de euros en Argentina. En 2023, la rentabilidad sobre fondos propios tangibles de la zona cayó desde casi el 19% del año anterior hasta el 14,4%, lo que la deja muy por debajo de su objetivo del 19% para 2025.

Menos bueno para la jefa de Santander sería que los accionistas no se creyeran realmente la estrategia más general, de permanencia global. Cuando Botín anunció su nuevo plan hace un año, en febrero, Santander cotizaba al 80% de su valor contable tangible de finales de 2023, según las estimaciones de los analistas recopiladas por LSEG. Ahora mismo, cotiza más bien al 70% de la misma métrica para 2024. Si los inversores estuvieran prestando atención a los significativos avances de Botín y les gustara la dirección general de la marcha, cabría esperar que fueran más generosos. Hasta que no lo hagan, su reforma seguirá incompleta.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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