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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo que está en juego en el Perte del motor

El éxito de las ayudas no se mide solo por un pliego de condiciones atractivo, sino por la capacidad para ejecutarlas en plazo

CINCO DÍAS
Stellantis Zaragoza
Un trabajador en la planta de Stellantis en Zaragoza, Aragón.Fabián Simón (Europa Press)

La polémica gestión que rodeó la primera convocatoria del Perte del Vehículo Eléctrico (Perte VEC) generó serias tensiones con algunas de las marcas líderes del automóvil y llegó a forzar movimientos dentro del equipo del Ministerio de Industria. Aparentemente, aquellos problemas se solventaron con la segunda convocatoria, el Perte VEC II, cuyas condiciones resultaron mucho más flexibles y respondían de forma más ajustada a las necesidades de la industria. Pese a ello, el VEC II está provocando roces de nuevo por el retraso en los plazos de ejecución de su segunda línea de financiación, la destinada a la cadena de valor. La principal afectada por la demora es Stellantis y sus planes para instalar en España su plataforma de producción STLA Small, sobre la que se fabricarán los futuros coches eléctricos pequeños y compactos que el grupo comercialice a partir de 2025. El proyecto, que exige una inversión de en torno a 1.000 millones de euros, está pendiente de la publicación de las ayudas del VEC II, que se esperaba para el pasado diciembre y de la que todavía no hay noticias.

Aunque desde Industria se asegura que el resultado es cuestión semanas, Stellantis tiene, como todo grupo multinacional, sus propias necesidades de calendario, que incluyen la puesta en funcionamiento de Small el año que viene. A ello hay que sumar el hecho de que la inversión en la plataforma va unida a la gigafactoría que el grupo proyecta construir en Zaragoza y que constituye una oportunidad estratégica para España.

Para hacerse una idea del peso de Stellantis en nuestro país basta el dato de que el año pasado la compañía produjo el 40% de los coches que salieron de las fábricas españolas. Aunque el grupo tiene planes ambiciosos en marcha, España no es el único país europeo en el que puede desarrollar sus proyectos. La industria española esté posicionada como segundo fabricante de vehículos de Europa y noveno del mundo, lo cual es una razón de peso para apostar por nuestro país, pero el coste de tiempo-oportunidad de una mala gestión regulatoria o administrativa puede suponer un obstáculo serio.

El Perte del coche eléctrico es fundamental no solo para la industria del motor, sino para el conjunto de la economía española. Su éxito no se mide solo por un pliego de condiciones atractivo y equilibrado, sino por la capacidad de la Administración para ejecutar en plazo y de forma eficiente un volumen de inversión que el país no puede permitirse malgastar.

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