El nuevo Pniec, ¿más ambicioso que realista?
Sin un mayor crecimiento de la demanda de electricidad, mucha de la renovable no se instalará, así de sencillo
El nuevo Pniec, Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, se enfrenta una serie de desafíos considerables y no son pocas las dudas que el sector de las energías renovables se plantea en torno a sus objetivos, seguramente más ambiciosos que realistas. Partamos de una primera convicción del sector: sin un mayor crecimiento de la demanda de electricidad, mucha de la energía renovable planificada no se instalará, es así de sencillo.
La generación de nueva demanda es absolutamente crítica para evitar vertidos masivos de energía (curtailment) y mantener precios razonables, especialmente de la fotovoltaica en las horas solares, y en consecuencia, mantener vivo el interés inversor y las financiaciones necesarias. No parece un buen punto de partida aceptar vertidos de más del 10% de la generación renovable, así como resulta difícilmente creíble que se llegue en 2030 a los 8 gigavatios de interconexión con Francia, con mucha obra aún por licitar y construir, y con plazos tan exigentes por cumplir.
Pero incrementar la demanda no es tarea sencilla. Si atendemos al vehículo eléctrico, contamos con un parque actual de poco más de 325.000 unidades, con una venta anual inferior a las 100.000. En este contexto, parece complicado dar el salto a las 600.000 unidades al año que necesitamos para alcanzar los 5,5 millones de vehículos en 2030, tal como plantea el Pniec.
Serán necesarias medidas de estímulo concretas y de largo recorrido, aunque el verdadero estímulo llegará cuando los coches eléctricos sean más asequibles de lo que lo son hoy. Y ninguna medida será más efectiva que la de abaratar los costes de los vehículos. El gap entre un eléctrico convencional y uno de combustión de su misma clase es del 60% o más. Es decir, están electrificando su movilidad las rentas más altas, las que pueden hacerlo, no las clases medias, que con dificultad llegan a final de mes.
Esta circunstancia genera un efecto perverso: además de no hacer crecer el parque móvil eléctrico al ritmo que necesitamos, cada vez circularán por nuestras carreteras coches más viejos y más contaminantes. Mal negocio para luchar contra el cambio climático. La apuesta por la industria local y las tecnologías más baratas en las que Europa puede ejercer un liderazgo tecnológico, como las baterías de litio en estado sólido, por ejemplo, además de un refuerzo de la cadena de valor europea, permitirían reducir ese gap considerablemente.
Otra de las grandes dudas del nuevo Pniec reside en los objetivos mismos de nueva generación renovable, que pasa de 38 a 73 gigavatios en energía fotovoltaica, y de 49 a 62 GW en energía eólica. Los interrogantes son varios: ¿se agilizarán las tramitaciones para solventar los cuellos de botella en la Administración para los procesos de permisos? ¿Habrá empresas con experiencia y garantías, con equipos humanos suficientes para construir tanto megavatio? Y, sobre todo, ¿habrá financiación para tantos GW sin un escenario de ingresos más claro?
La generación de hidrógeno es otro de los objetivos que merecen ser meditados. Sin poner en duda el peso que tendrá en el futuro este vector, el Pniec estima pasar en 2030 de 4 a 11 GW de electrolizadores, principalmente para usos industriales. Con 100 megavatios hoy en construcción, 1,5 gigavatios en tramitación y 17 GW en estudios de prefactibilidad, sin embargo, se nos antoja muy difícil alcanzar estas cifras mientras el precio del hidrógeno verde sea dos y tres veces más caro que el hidrógeno marrón. La pregunta es, ¿quién cubre el gap entre el precio barato del hidrógeno marrón y el precio caro del hidrógeno verde? ¿El cliente final? ¿Y por qué debería hacerlo, por compromiso con el planeta? La experiencia nos dice que nuestras buenas intenciones de ser verdes se enfrían cuando nos tocan el bolsillo.
Un nuevo factor que vendría a solucionar el problema de los vertidos y a amortiguar mucho el vértigo de los precios muy bajos en horas solares es la estimación de 22 GW de almacenamiento para 2030. Si hoy se cuenta ya con 6 GW instalados de bombeo y 2,3 GW de termosolar –a lo que debería sumarse 3,5 GW de bombeo nuevo–, el Pniec estaría considerando la instalación de 11 GW de baterías. ¿Es esto posible?
No solamente creemos que es posible sino que es, sin duda, una de las buenas noticias del nuevo Plan. Esta apuesta por las baterías sería un gran paso adelante a todos los niveles: permitiría corregir las desviaciones que genera una entrada masiva de energía renovable, y haría posible que esta se desarrollara al ritmo previsto, aunque será necesario completar el marco regulatorio del almacenamiento, especialmente en la habilitación de todas las vías de ingresos de las baterías, con especial atención al pago por capacidad, la pieza clave que el sector espera que se desarrolle a lo largo de 2024.
Por último, no olvidemos que con este nuevo Pniec, el riesgo de desacople entre la nueva generación y la demanda es altísimo. Y la seguridad de suministro es el elemento sobre el que se debe sustentar toda la política energética. Por lo tanto, será necesario acelerar políticas que incentiven el almacenamiento, que potencien la industria europea, ofreciendo viabilidad económica a las nuevas inversiones y, no nos olvidemos, a los activos en operación que hoy dan seguridad a nuestro sistema eléctrico.
Por eso, tiene mucho sentido que los ciclos combinados, verdadero backup del sistema eléctrico nacional, se mantengan inalterados en el Pniec hasta 2030, aunque seguramente necesitaremos de ellos bastantes años más.
Domingo Vegas es presidente de Grupo Gransolar
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