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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Armisticio en el pasivo tras una ‘guerra’ sin disparos

Algunas de las escasas entidades que protagonizaron ofertas comerciales agresivas ya están rebajando el interés de sus reclamos comerciales

CINCO DÍAS
Sede del Banco de España, en Madrid.
Sede del Banco de España, en Madrid. efe

La guerra del pasivo ha sido la noticia económica inexistente más relevante de 2023. Nunca llegó a producirse, pero sin embargo, fue anticipada, analizada y valorada desde todos los ángulos posibles. Sus participantes, con todo, han ahorrado munición: las ofertas de depósitos bancarios no han sido generalizadas ni publicitadas, con la excepción de alguna entidad extranjera o de menor tamaño. La rentabilidad media ha escalado hasta un 2,43%, casi dos puntos más que a principios de año.

El mullido colchón de liquidez sobre el que descansan las grandes entidades les permite atender la salida de depósitos (27.000 millones hasta octubre) sin mayores aprietos. Y el riesgo de pérdida de clientes es mucho menos tangible en la medida en que la reestructuración tras la crisis anterior dejó una banca tradicional muy concentrada donde, por cuestiones puramente aritméticas, hay menos ventanillas en las que preguntar si a alguien no le gustan las condiciones de su banco. La crítica ciudadana, en ocasiones política, y algunos reproches de las autoridades monetarias han sido los únicos incentivos que han recibido las entidades para retribuir los depósitos... Pero la cuenta de resultados ha primado sin mayor problema sobre el riesgo de desafección.

Para 2024 la noticia es el armisticio de esta guerra de guerrillas. Algunas de las escasas entidades que protagonizaron ofertas comerciales agresivas (entre las que no hay ninguna entidad del panorama bancario tradicional, cuyas ofertas apenas superan el 2% con condiciones) ya están rebajando el interés de sus reclamos comerciales.

El cambio de tercio respecto a otros ciclos alcistas en el precio del dinero ha llevado al pequeño inversor a hacer de la necesidad virtud: ha debido buscar destinos alternativos para aquellos ahorros que depositaba en la cartilla. Fondos de renta fija y letras del Tesoro han sido las estrellas de la inversión conservadora en 2023, y el panorama no será muy distinto en la primera mitad de 2024, pues no se esperan movimientos en el precio del dinero.

Ello dependerá, también, de en qué medida el mercado de deuda a largo plazo reaccione ante las perspectivas de mayor o menor inflación: si los bonos descuentan descensos más acusados de los tipos en el medio plazo mientras el BCE no mueve ficha en el corto, podría darse la paradoja de que los depósitos ganen competitividad precisamente cuando deberían perderla, es decir, cuando el ciclo de la política monetaria inicia el descenso.

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