Un subsidio que favorezca el empleo
Las necesidades del mercado laboral español son cuantitativas y cualitativas, y ambas deben ser cubiertas
Tras un tira y afloja que ha retrasado la decisión casi hasta el final del año, los ministerios de Trabajo y Economía han cerrado un acuerdo sobre la reforma del subsidio de empleo. El tenso pulso de Yolanda Díaz y Nadia Calviño se ha saldado con un modelo de prestación que mejora las condiciones de la ayuda al desempleado, que comenzará en 570 euros y, si se alcanza un año de recepción, decrecerá hasta los 480 actuales. El nuevo diseño, en el que Trabajo se ha impuesto finalmente a Economía en algunos aspectos, está ligado a los fondos europeos de recuperación y cuenta con tres novedades que pueden mejorar la efectividad de la ayuda, siempre que se supervise de cerca su aplicación.
La primera es el carácter gradual y decreciente de la prestación en sus diferentes variantes. Además, esta permite compatibilizar el empleo con parte de la ayuda durante 180 días, frente a los 45 que proponía Trabajo, en un intento de evitar la práctica de rechazar trabajos de temporada para no perder el subsidio. Finalmente, la tercera novedad se refiere a la simplificación de la ayuda, así como al refuerzo del control de idoneidad para percibirla, que se revisará trimestralmente, y a una mayor coordinación con el Ingreso Mínimo Vital (IMV),
Junto a esos cambios, que refuerzan la protección de los desempleados en una coyuntura marcada por la incertidumbre, la reforma del subsidio debe ir ineludiblemente acompañada de una revisión en profundidad del funcionamiento de los servicios públicos de empleo, cuyas ineficiencias constituyen uno de los problemas del mercado laboral español. Esa reformulación debería incluir incentivos económicos ligados a objetivos para su personal, así como mejoras en todo lo que se refiere a la digitalización de la información sobre vacantes y ofertas de empleo, y al establecimiento de mecanismos de colaboración entre las agencias de colocación pública y privada con el fin de optimizar la labor de estos servicios.
Las necesidades del mercado laboral español son cuantitativas y cualitativas, y ambas deben ser cubiertas. Por un lado, España arrastra una tasa de paro que sigue duplicando la media europea y que, en los jóvenes, resulta especialmente insostenible. Por otro, se advierte una brecha creciente entre la oferta y la demanda laboral que explica que en el mercado haya casi 200.000 vacantes sin cubrir. En ese contexto, el subsidio de empleo debe aspirar a ser una herramienta de apoyo que facilite de forma eficiente alcanzar el verdadero objetivo que debe perseguir la economía, que es el aumento del empleo.
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