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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En busca de un sentido para el Senado, y lo mal que sienta la guerra a las marcas

La prórroga del techo de gasto puede ayudar a entender para qué sirve la Cámara Alta

CINCO DÍAS
La vicepresidenta María Jesús Montero gesticula en presencia del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, durante la sesión de Control al Gobierno celebrada este martes por el pleno del Senado.
La vicepresidenta María Jesús Montero gesticula en presencia del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, durante la sesión de Control al Gobierno celebrada este martes por el pleno del Senado.SERGIO PEREZ (EFE)

Nunca ha estado muy claro para qué sirve el Senado: quizás se pueda comprobar ahora, que la mayoría de la Cámara Alta es distinta de la de la Baja. A decir de la vicepresidenta María Jesús Montero, un bloqueo del PP al techo de gasto no haría más que retrasar su aprobación un mes, aparte de embrollar las cuentas de las comunidades (la mayoría gobernadas por los populares) y los ayuntamientos. Las cuentas públicas, en cualquier caso, seguirán la línea de los últimos años, tanto en España como en Occidente en general, arrastrando los pies para reducir el déficit. Tras el tiempo muerto de la pandemia y la guerra de Ucrania (que no ha terminado), vuelven a entrar en vigor las reglas comunitarias. El Gobierno pretende extender algunas de las medidas anticrisis (como el Cercanías gratuito, mientras se debate sobre su mantenimiento).

Montero confirmó también que se modificará el impuesto a las energéticas para “mandar un mensaje” en pos de la inversión en electrificar la red. No parece que las compañías españolas, en particular, necesiten mensajes para invertir en la transición ecológica.

La manta de los chips corre el riesgo de quedarse corta... o demasiado larga

La escasez de chips durante la pandemia hizo evidente la importancia de estos pequeños ingenios, en particular en el sector del automóvil. Así que los planes industriales de Occidente, en especial EE UU, apuestan fuerte para construir plantas en territorio propio, y no depender de los hechos en otros países, aunque sean amigos como Taiwán (que nunca se sabe cuándo puede dejar de serlo). Los programas son tan amplios, que se corre el riesgo de que haya sobreabundancia de producción. Aunque ahora el cuello de botella puede estar en la mano de obra. La manta, o no llega a los pies, o tapa hasta la cabeza.

En cuestión de criptos, no conviene fiarse de los famosos, reales o falsos

Por si no bastara con los famosos que realmente publicitan las criptomonedas, también hay quien directamente los suplanta para seducir a la gente. Hasta hace poco usaban solo sus imágenes, con titulares de prensa falsos en los que declaraban su pasión por las criptos; pero ahora también imitan su voz (con IA, quizá) para crear vídeos falsificados. Como es obvio, el asunto no es competencia exclusiva de la CNMV, sino más bien de la Policía.

De todas maneras, tampoco conviene sobrevalorar el poder de la publicidad en este caso. Hasta el propio hijo de Christine Lagarde ha perdido mucho dinero con criptos; quizá, si se hubiera encontrado un anuncio falso de su madre apoyándolas, habría dejado de hacerlo, como hace siempre la generación de los hijos con la de los padres.

La frase del día

“No veo ninguna razón, en la senda en la que estamos, por la que la inflación no deba descender gradualmente hasta niveles coherentes con el objetivo del 2% de la Fed”

Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EE UU

La guerra de Gaza es aún más delicada para las marcas que la de Ucrania

Con la guerra de Ucrania, las marcas occidentales lo tenían relativamente sencillo en materia de relaciones públicas: bastaba con alejarse todo lo posible de Rusia. Con todo, muchas, especialmente de bienes de consumo, han seguido vendiendo allí (a pesar de las acusaciones de Kiev).

Con la guerra de Israel y Palestina, el equilibrio es aún más delicado, porque las sensibilidades están más repartidas. La alemana Puma se ha cuidado de asegurar que el final de su patrocinio de la selección israelí de fútbol estaba previsto antes del conflicto. Y Zara ha retirado una campaña de publicidad a la que usuarios de redes ofendidos –valga la redundancia– han visto similitudes con las imágenes de Gaza. Los tambores de guerra solo les sientan bien a las empresas de armamento.

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