La escasa presencia de mujeres emprendedoras
La experiencia demuestra que un país con un alto nivel de emprendimiento genera mayor riqueza
Las estadísticas revelan que el espíritu emprendedor no es una característica frecuente en las mujeres, una circunstancia que se traduce en que apenas un tercio de los negocios europeos son propiedad de empresarias. Los últimos estudios sobre emprendimiento afirman que las startups fundadas por mujeres representan hoy el mismo porcentaje que hace una década, el 20%. El 59% de las compañías emergentes están integradas solo por hombres, los equipos mixtos acaparan una de cada tres y las formadas solo por mujeres constituyen un exiguo 8%. Las explicaciones a estas diferencias apuntan a un fenómeno bastante más complejo de lo que parece a primera vista, si bien condicionantes como el de la igualdad de oportunidades ocupa un puesto relevante (no solo respecto al escaso peso femenino entre los emprendedores, sino también el papel del poderío económico familiar).
Entre los factores que se barajan para explicar el bajo ratio de mujeres empresarias destacan las dificultades de financiación, aunque se trata de un debate que no maneja datos concluyentes o, al menos, homogéneos. Mientras algunos estudios aseveran que las ejecutivas que se asocian con otras mujeres levantan de media 1,7 millones de euros más que aquellas que forman equipos mixtos, en otros se concluye que la cantidad media recaudada por equipos formados exclusivamente por mujeres es cuatro veces menor a la de los formados solo por hombres.
También ayuda a explicar la situación la baja presencia femenina en las carreras tecnológicas y de ciencias, las cuales constituyen un semillero natural para el nacimiento de startups. La radiografía sobre la elección de carrera universitaria en España apoya esta tesis, dado que mientras profesiones como el Derecho o la Medicina están dominadas por mujeres, que constituyen el 56% del cuerpo judicial y el 57% del médico, por ejemplo, en las ingenierías la tasa apenas llega al 20%.
Una economía de mercado debe garantizar la igualdad de oportunidades entre los sexos a la hora de elegir su actividad, así como remover los obstáculos que puedan restringir la decisión. La experiencia demuestra que un país con un alto nivel de emprendimiento tiene mayores posibilidades de crecimiento que uno que no facilita la actividad.
La clave de ese modelo es una política económica lo suficientemente flexible como para que un emprendedor con talento, independientemente de que sea un hombre o una mujer, pueda crear libremente una empresa y contribuir a la riqueza del país. Sin sesgos.
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