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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Muchísimo camino por recorrer en la vivienda protegida

Solo mediante más oferta de pisos sociales de alquiler se puede romper la espiral de la escasez

CINCO DÍAS
Promoción de viviendas en construcción en el barrio madrileño de El Cañaveral.
Promoción de viviendas en construcción en el barrio madrileño de El Cañaveral.Chema Moya (EFE)

Probablemente, el único consenso que despierte un asunto tan espinoso, complejo y en ocasiones polarizado como el mercado de la vivienda es que, a largo plazo, el modo más eficaz de derribar las crecientes barreras al acceso a un piso es mediante el aumento de la oferta. Y que el papel de la administración en este sentido pasa por elevar el parque de vivienda pública. A partir de ahí las opiniones difieren en gran medida: desde los postulados favorables al control de precios hasta aquellos que apuntan a la protección del casero, pasando por propuestas fiscales de todo pelaje. Pero, al final del día, la mayor parte de los expertos admite que la solución estructural pasa por una oferta más acompasada a la demanda.

Los datos muestran que la promoción pública de casas está creciendo, hasta alcanzar el nivel más alto en los últimos 10 años. También están aumentando los permisos para la construcción de vivienda pública a cargo de promotores privados (es decir, una empresa construye con dinero vivienda protegida). Esas son las buenas noticias. Las malas son que tendría que multiplicarse por cinco para recuperar el nivel previo a la burbuja. Esta nueva oferta es apenas una gota en el océano del mercado inmobiliario español: apenas 7.200 calificaciones de VPO y 1.800 visados de obra nueva construida a cargo de las administraciones en el último año.

En paralelo, el año electoral nos ha dejado promesas respecto a la vivienda, como las 183.000 casas de alquiler social que prometía el PSOE en su programa electoral. Cifras que no parecen de un país distinto al que no llega a las 10.000 viviendas protegidas al año. A este ritmo, harían falta unas cuantas décadas para reconfigurar el mercado.

Con todo, no hay mucha alternativa. La estrechez del mercado del alquiler provoca fuertes tirones alcistas (que no se ven revertidos después). Un contexto volátil que incentiva la compra de vivienda, pues quien puede pagar un alquiler ahora no está seguro de poder hacerlo después, lo que induce más estrechez del mercado. Más allá de la cultura, el apetito español por la vivienda en propiedad tiene lógica económica.

Solo mediante más oferta de vivienda protegida o vivienda social de alquiler se puede romper esta espiral, comprobado ya el hecho de que la vivienda protegida en propiedad, en el mejor de los casos soluciona casos puntuales o, en el peor, conduce a la picaresca. La dinámica del mercado es tan perversa que ni el brutal estallido de la burbuja ayudó al acceso a la vivienda, pues dejó como legado, entre otras cosas, un exceso de casas capaz de frenar la nueva oferta pero incapaz, por cuestiones de localización, de atender la creciente demanda.

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