El regreso de los ‘superhéroes’ al mercado de deuda pública
Desaparecidos de escena desde hace prácticamente 10 años, los ‘bond vigilantes’ señalan lo problemático de que EEUU siga endeudándose al ritmo actual
Los acontecimientos en los mercados se suceden sin tregua y se amontonan a tal velocidad que muchos de ellos pasan prácticamente desapercibidos. Es el signo de los tiempos. En realidad, ha sido el signo de todos los tiempos, lo que sucede es que, desde que existen los medios de comunicación de masas, parecía que nada podría escapar a su ojo fiscalizador, y menos en las democracias (gracias a la libertad de expresión y a la libertad de prensa). Aunque lo más probable es que, hasta en la prehistoria, la gente tuviera la misma sensación de ¡hay que ver la de cosas que pasan y lo deprisa que suceden!
Aunque ha quedado eclipsada por el ataque de Hamás a Israel, la más importante de todas ellas es en estos momentos la sensación de crisis a punto de estallar en los mercados de deuda pública de EEUU, de la que las recientes caídas de precio solo serían los primeros síntomas.
El Tesoro de EEUU tiene por delante un calendario de vencimiento de emisiones de deuda pública por valor de 7,6 billones (trillion) de dólares. Esa cantidad representa un 23% de la deuda pública norteamericana.
La deuda total a fecha de hoy es prácticamente de 33,5 billones (trillion) de dólares, cantidad de la que 26,4 billones están en las carteras de inversores de todo tipo y el resto (7,1 billones) está en posesión de diferentes agencias gubernamentales.
Con ser preocupantes las cantidades ingentes de deuda que habrán de renovarse, eso no representa el mayor de los peligros, pues, como ya hemos comentado en una ocasión, los tenedores de esa deuda cuyo plazo de vencimiento se nos echa encima normalmente optarán por renovarla, y más en las atractivas condiciones que se supone que seguirá habiendo en los próximos meses (a tipos de interés que rondan ahora mismo el 5%), acostumbrados como se está a venir de años de tipos de interés cercanos a cero.
Lo más preocupante, por tanto, no debería ser cómo renovar la deuda antigua que vence, sino cómo atraer a suficientes inversores para que se hagan cargo de los volúmenes adicionales de deuda novísima que también habrá que emitir como manera de financiar el abultado déficit fiscal de EEUU que, previsiblemente, habrá terminado el último año fiscal en torno al 6% del PIB americano y que no se ve con mucho optimismo que pueda decrecer en 2024, habida cuenta de que los planes de gasto de la Administración Biden siguen en vigor y que será muy difícil que no se vean incrementados en un año con compaña electoral para renovar la presidencia del país.
El que estemos hablando de todo ello es síntoma de que los bond vigilantes, desaparecidos de escena desde hace prácticamente 10 años, han hecho acto de presencia de nuevo y señalan, con la palabra, lo problemático de que EEUU siga endeudándose al ritmo que lo está haciendo ahora, y con obras, las ventas masivas de deuda pública USA, que ha llevado las rentabilidades a 10 y 30 años a niveles de casi el 5% y por encima del 5%, respectivamente.
Por cierto, que los bond vigilantes no son como pudiera parecer los vigilantes de los bonos sino, más bien, los superhéroes de los bonos, esos activistas de la ley que en los tebeos hacen justicia donde el brazo de la ley no llega por sí mismo. En España se parecerían a grupos que con el tiempo no han adquirido muy buena prensa, llámense Santa Hermandad (creados por los Reyes Católicos) o simplemente somatén de tradición catalana desde la Edad Media.
Los bond vigilantes tuvieron una de sus apariciones estelares en enero de 2010 y mantuvieron su protagonismo hasta 2015, consiguiendo que Grecia, Portugal, Irlanda y Grecia tuvieran que ser rescatadas con planes ad hoc y que España recibiera ayuda de la Eurozona en forma de apoyo al rescate financiero de las cajas de ahorro, que habían iniciado una huida hacia adelante mediante su conversión en fundaciones que tenían en su cartera las acciones de bancos a los que había ido a parar todo el balance de aquellas.
La caída de precio de la deuda pública de EEUU en las semanas previas al ataque de Hamás ha sido muy llamativa y, si se suma a las bajadas que venían acumulándose desde principios de 2022, lleva a computar unas pérdidas totales del orden del 50%, algo inaudito en el terreno de la renta fija, sobre todo si se trata de deuda pública.
Una de las consecuencias de esa subida de rentabilidades (que son el reverso de la caída de los precios) es que hoy es ya más atractivo para un inversor en EEUU el poner su dinero en deuda pública que llevarlo a invertir en Bolsa, pues la rentabilidad de la deuda supera la rentabilidad por dividendo del índice S&P 500. Por lo que son previsibles los problemas en Bolsa, también.
Con este panorama no es raro que todo el mundo esté con los pelos de punta, aún más si se piensa que la banca americana acumula casi medio billón de dólares en minusvalías tácitas por causa de sus abultadas carteras de deuda pública. Y eso es lo que, en condiciones desfavorables, llevó en marzo a la quiebra del Silicon Valley y a los problemas de la banca regional de EEUU. Que con un poco de mala suerte podrían regresar corregidos y aumentados en cualquier momento.
Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero
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