Dos años de inflación desbocada que ahoga a las familias
Es importante superar cuanto antes el impasse provocado por la ausencia de Gobierno y devolver las cuestiones económicas al primer plano
La inflación, un impuesto silencioso que drena sin remedio el poder adquisitivo de los hogares, supera ya los dos años como una de las principales amenazas para la economía española en su conjunto. Cuando estalló la guerra de Ucrania, allá por febrero de 2022, el descontrol de los precios ya era manifiesto, a lomos de los mayores costes de las materias primas. En septiembre de 2021, el Indice de Precios al Consumo (IPC) se anotaba un crecimiento anual del 4%, tasa que ya no encontraría freno hasta el 10,8% registrado en julio de 2022. Bien entrado este año y tras unos meses de desaceleración, el Intituto Nacional de Estadística (INE) publicaba esta semana una nueva subida de nueve décimas en el indicador adelantado correspondiente a septiembre, hasta dejar la tasa anual en el 3,5%.
La buena noticia es que inflación subyacente -que al no contabilizar la energía y los alimentos no elaborados refleja mejor la evolución estructural de los precios- bajó por primera vez en 14 meses del umbral del 6%, hasta situarse en el 5,8%. En todo caso, apenas supone un triunfo pírrico, ya que se trata de guarismos elevadísimos, no vistos en lo que va de siglo antes del actual episodio. De hecho, esta tendencia de la inflación subyacente y su continuidad en el tiempo revela cómo los elementos más volátiles que inicialmente golpeaban al índice general -el coste de la energía, por ejemplo- han terminado por permear toda la formación de precios, lo que provocará mayor resistencia a un retroceso futuro y amenaza con alentar una espiral de precios y salarios.
El contexto, además, no invita al optimismo. El agotamiento en ciernes de la política monetaria -con los tipos de interés en el 4,5% y el riesgo real de estrangulamiento de la actividad económica- y el renovado acelerón de los precios del petróleo son motivos adicionales de inquietud a un situación geopolítica cuya complejidad tampoco amaina. A los problemas de los ciudadanos a la hora de hacer la compra en los lineales de los supermercados se suman ahora a unas hipotecas mucho más caras Un cóctel diabólico que ha obligado a buen número de familias a tirar del colchón del ahorro generado durante la pandemia para llegar a final de mes.
No hay fórmulas mágicas -ni rápidas- para atajar los procesos inflacionarios, menos aún cuando los instrumentos clave están delegados a instancias supranacionales. Sin embargo, es importante superar cuanto antes el impasse provocado por la ausencia de gobierno y devolver las cuestiones económicas al primer plano. Al alivio del corto plazo deben seguir reformas estructurales para el medio. Sin colores políticos.
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